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Filosofía desde la trinchera

Es cierto Fernando, pero ya escribí un largo artículo sobre el asunto. El caso es que también salió un libro titulado Superficiales ¿en qué está convirtiendo nuestras mentes Internet? Hace un análisis a nivel histórico de los diferentes cambios en la comunicación y lo relaciona con las diferentes formas de acceder al conocimiento y las distintas formas de la afectividad. Luego hace un estudio sobre la impresión real que esto deja en nuestros cerebros, esto es lo apabullante, porque conocemos con el cerebro, el mundo está en nuestro cerebro. ¿Sabes el cambio, no sólo externo para el ámbito del conocimiento, sino a nivel neuronal cuando se pasó, por el hábito de San Ambrosio, del acto de leer en voz alta a la lectura en silencio. ¿Y la imprenta? Sin el acceso de la burguesía a las novelas no habría habido posibilidad de empatizar, de ponerse en el lugar del otro y, sin eso, la Ilustración, con sus derechos del hombre y del ciudadano, que eliminan la tortura no hubiesen sido posibles. Sócrates tenía razón, el pensamiento es diálogo, construcción, la escritura lo mata. Pero se equivoca, porque no lo mata, lo transforma. Por otro lado Ortega dice que somos esencialmente técnicos y la técnica es la producción de lo superfluo. Vivimos de lo superfluo, ¿qué es si no el arte, la ciencia y la filosofía? No entro ni a la religión ni al derecho, puesto que como animales sociales que somos son absolutamente necesarios para la supervivencia. Todo lo demás nos sobra, pero nos es necesario en tanto que vivimos de lo que nos sobra, de lo superfluo que produce la técnica. Y por eso tenemos historia. La vida es mestizaje, cambio, fluir, nos lo enseñó el viejo Heráclito y nos lo recordó Nietzsche. No hay dioses, dios ha muerto y nosotros somos sus propios sepultureros. Todos es provisional…la historia empieza en cada momento.

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