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Filosofía desde la trinchera

                               ¡Ya está bien!

El deber de un patriota es proteger a su pueblo de los ataques de su propio gobierno. Thomas Paine.

                Es algo meridianamente manifiesto que no vivimos en una democracia. Y todo régimen contrario a una democracia es un totalitarismo. Y todo totalitarismo es una forma de abuso de poder de los gobernantes sobre el pueblo. Es menester hacer ver esto a la ciudadanía que, por cierto, ha dejado de ser ya ciudadanía. Y es necesario que se tome conciencia profunda y exacta de ello, porque cuando se deja de ser ciudadano se es un objeto instrumentalizado por el poder, por los que mandan. En este caso nuestros gobernantes. Y no tenemos más remedio que decir esto a las claras, sin tapujos, sin partidismos y sin afán de ofender, sino con la intención de despertar las conciencias durmientes. Conciencias que retozan en una ilusión, mientras a su alrededor empieza a emerger la miseria. Mientras a su alrededor cada vez nos queda menos terreno. Nuestros gobernantes nos han usurpado el poder y lo están haciendo de una forma zafia, hipócrita, de mal gusto y embustera. Nos están haciendo creer que no existen alternativas. Y esto es ya un ataque contra la esencia misma de la democracia que es la posibilidad del diálogo entre alternativas. Falso, nuestros gobernantes nos están engañando porque no son ellos ni siquiera nuestros gobernantes, sino que nos mandan desde fuera. Ellos obedecen y no siguen sus programas, sino el programa económico marcado para Europa desde la llamada troika: Bruselas, el BCE y el FMI. Estos son los que mandam pero ni siquiera aquí se acaba la cadena de mandos, estos siguen una doctrina económica estricta. Lo siguen tal cual es, un dogma religioso, no una ciencia. Y no lo digo yo, sino ilustres economistas que han llegado a lo más alto y ven la política económica mundial un caos que nos lleva a la debacle en cuestión de pocos lustros. Estos organismos, en el fondo, obedecen a una serie de personas, entidades físicas, que son los verdaderos amos del mundo, un puñado de ricos que ha especulado con el dinero, la economía financiera, y que han establecido como dogma una forma de entender la economía y sólo una que es la que se aplica y la que se enseña en las universidades y las escuelas de negocios y comercio. Esos señores controlan la economía mundial y han puestos sus reglas. Reglas que no son más que las reglas del más fuerte. Han reeditado el falso concepto darwiniano de la supervivencia del más fuerte y de la competitividad hasta la muerte, cuando la evolución es, por el contrario, más colaboración que competencia.

                Pues bien, nuestros gobernantes obedecen a tales instituciones que en el fondo siguen las reglas impuestas por los grandes amos del mundo. Estos nuevos amos del mundo nos llevan a una nueva edad media (sin riqueza, sin derechos y sin posibilidad de pensar) a una polarización de la población en la que habrá unos pocos muy ricos y el resto semiesclavos privados de derechos y riquezas. Pero lo apabullante de todo ello es la indiferencia del llamado pueblo, que ya no lo es, porque es dócil, obediente, sumiso y cobarde. El margen que nos queda es la calle y hay que tomarla y el otro margen que nos queda es la desobediencia civil y hay que llevarla a cabo. Cuando un gobierno te asfixia tienes que rebelarte, la rebelión es tu deber y tu derecho. Porque el poder no tendrá reparos. El poder utilizará toda su fuerza para oprimirte y utilizará toda su fuerza para deslegitimar tu protesta, para criminalizar tus actos, al final los prohibirá en aras de una supuesta regulación de los derechos de todos. Mentira. Al poder nunca le interesa salvaguardar los derechos, al poder le interesa salvaguardar su propio poder. El pueblo tiene que actuar, tiene que denunciar las mentiras y los engaños del poder. Tiene que plantar cara a la chulería de sus gobernantes políticos. Unos pocos están usurpando nuestros derechos conquistados durante doscientos cincuenta años. Y eso derechos no han sido un regalo, sino fruto de las luchas y las desobediencias. Y ha corrido mucha sangre y sufrimiento para gozar de seguridad, tranquilidad y todo eso que llamamos estado de bienestar. Eso no podemos dejar que nos lo arrebaten. Todo eso se mantiene con dinero público. Dinero público que nos están robando ese puñado de ricos mafiosos y que nuestros políticos, los que nos gobiernan, lo están permitiendo. Pero no sólo lo permiten, sino que crean las leyes, normativas y decretos para que todo sea legal y más fácil. Es una estafa que nos está llevando a la ruina. Y si no hacemos nada pues llegará el momento en el que sea tarde. Porque miren ustedes, esto no es una crisis esto es el comienzo del final del capitalismo, la quiebra del capitalismo global. Y los ricos han salido como las ratas cuando el barco se hunde. Y quieren llevarse, arrastrar todo lo que puedan y es lo que están haciendo. Porque la verdadera crisis está en el gran problema global, dentro del que está la crisis capitalista, el problema ecosocial. Las energías se acaban, los alimentos y el agua también, el cambio climático es imparables, la política internacional no hace nada para evitar este terrible problema que en cien años hará gran parte del planeta inhabitable. Estos grandes ricos, los nuevos amos del mundo, se preparan para un escenario venidero dantesco e infernal. La lucha por una supervivencia de unos pocos de seguir así las cosas. Por eso es nuestro deber protegernos de nuestros gobernantes y este deber consiste en echarlos.

Algunos biólogos mantienen una tesis muy pesimista. Relacionan la inteligencia con la capacidad depredadora. El hombre como ser inteligente es el mayor animal depredador; ha acabado con su entorno y está acabando con su propia especie. El índice de supervivencia de una especie es de unos cien mil años, justo los que nosotros tenemos. El futuro es oscuro y peligroso y nada está a nuestro favor salvo nuestra voluntad, nuestra capacidad de pensar y crear y nuestro deseo de ser libres.

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