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Filosofía desde la trinchera

Gobierno provisional y cortes constituyentes

Manuel Muela (03-02-2013)

Albarda sobre albarda: a la ola de podredumbre que anega la vida pública española, con un país castigado por los recortes y la depresión económica, se suma lo que parece un ajuste de cuentas dentro del régimen por presuntas prácticas irregulares del partido del Gobierno. Otro episodio más del desmoronamiento de la Transición, que ha provocado que el embajador norteamericano, Alan D. Solomont, haya dicho que España tiene que atajar la corrupción, adoptando medidas agresivas, sobre todo cuando se están pidiendo grandes sacrificios a la población. En un sistema democrático, con separación de poderes, esas medidas pasan por los tribunales y por los parlamentos. A estos últimos corresponde, en su caso, la destitución del Gobierno, si éste no toma la iniciativa de la dimisión. Pero el problema conceptual es que no gozamos de un régimen democrático: el país está en manos de una nomenclatura partitocrática, con amplias redes clientelares, que utiliza las instituciones en beneficio de su propia permanencia e interés. ¿Hay, por ello, que renunciar a cualquier posibilidad de cambio? En absoluto: lo que pasa es que será más complicado si el poder oligárquico se resiste, como parece. Por eso, creo que conviene insistir y buscar apoyos en pro de una hipotética salida democrática: la constitución de un Gobierno provisional o de gestión que rescate a la nación y dirija el período constituyente.

Gobernar la refundación democrática del Estado

Para no echar más leña al fuego de la indignación, ahorro a los lectores el memorial de agravios de la corrupción que se extiende por palacios e instituciones. Corrupción que algunos intentan asimilar con determinados comportamientos del pueblo español para deducir que es poco menos que lo normal o esperable. Y no es así: la picaresca, cuyo ejemplo emblemático es la factura sin IVA del fontanero, tiene poco que ver con las máquinas para delinquir que han fagocitado instituciones y partidos. Son las que han arruinado el crédito del poder público y han puesto a la sociedad española en estado de shock. Sociedad honrada y trabajadora que no merece el desprecio del que es objeto. No estamos ante una crisis de Gobierno, es una crisis del régimen, que ya reconocen hasta sus más conspicuos defensores. Por eso, la primera tarea del Gobierno provisional será recuperar el crédito perdido y devolver un poco de sosiego a la nación. Para ello tendrá que adoptar decisiones políticas y económicas con el fin de convocar Cortes Constituyentes antes de un año.

El Gobierno provisional debe recuperar el crédito perdido para liderar un Estado amenazado por la desintegración, cuestión catalana y corrupción

Ese Gobierno se haría cargo de un Estado amenazado por la desintegración, cuestión catalana y corrupción, y el vacío de poder. Hasta la reunión del parlamento constituyente necesitaría plenos poderes y un estatuto de funcionamiento que le permitieran impulsar los cambios necesarios en la legislación electoral y de partidos y en la ordenación del Estado, separación de poderes y jefatura del mismo incluidos, para superar la crisis constitucional. España no puede, ni debe, continuar con un Estado acéfalo que no está en condiciones de cumplir con las funciones básicas de garantizar la igualdad, la libertad y la justicia. Su refundación democrática tiene que ser el objetivo fundamental de los propósitos constituyentes, sobre los que decidirán los españoles cuando sean convocados a hacerlo.

Negociar con la Unión Europea

Nuestra economía y nuestro crédito y finanzas, a pesar de los rescates, siguen despeñándose, al tiempo que la deuda crece, pagando precios exagerados. Una espiral insoportable que yugula el crecimiento y hunde el consumo. No hace falta repetir los datos que avalan lo afirmado. Y tampoco hace falta repetir que quienes han venido ejerciendo el poder ni proponen cambios ni dan esperanzas fundadas de recuperación. Menos, a partir de ahora preocupados por salvarse de la quema. Razón de más para que un nuevo gobierno democrático, fuerte y solvente, dé a conocer a la Unión Europea su proyecto constituyente, solicitando apoyo para el mismo, básicamente renegociación de los costes y plazos de la deuda y modulación de las políticas de déficit, que están devastando al país. Este año 2013, que parece de tregua en Europa, sería, a mi juicio, muy favorable para obtener respaldos en la dirección señalada. Si no, habrá que buscarlos en otras direcciones: hay alternativas.

El ajuste de cuentas en el PP provocará grietas. Cualquier propuesta de cambio real encontrará respaldo en la ciudadanía

Muchos se preguntaran cómo se puede constituir un Gobierno así, visto el páramo político español y el desfondamiento de la sociedad. Pero, aunque parezca una ensoñación, pienso que, desde el fondo del barranco, surgirán iniciativas que confluirán en la propuesta de ese gobierno: el ajuste de cuentas desencadenado provocará grietas dentro del partido del gobierno, sobre todo entre los que sean ajenos a los manejos de sus dirigentes, y otro tanto ocurrirá entre sus contendientes, todos tentados por el sálvese quien pueda, dado el caos imperante y la creciente ira social. Y hasta es posible que el agrietamiento llegue a los grupos parlamentarios, en función de cómo evolucionen los acontecimientos. El alud es de tal magnitud que cualquier propuesta de cambio real y radical encontrará respaldo en segmentos significativos de la opinión pública. Lo que importa es que esas propuestas sean democráticas y no de corte autoritario, que es un riesgo bastante cierto en el descontrol actual. En todo caso, la partida final se está jugando dentro del bunker.

Todos debemos contener el aliento y observar y, aquellos que modestamente podamos, proponer iniciativas que puedan ser tenidas en cuenta, a modo de red democrática, si llega el desplome que han fabricado ellos, abusando de nuestra tolerancia y de nuestro comportamiento pacífico para con sus desmanes. Por favor, ¡váyanse y dejen que recuperemos la libertad y la dignidad de españoles!

 

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