Qué somos, ¿naturaleza o cultura o ambas retroalimentadas? En todo caso la forma cultural hegemónica es intrínsecamente perversa. Y, lo que somos, como decía Carlos Paris en su “Animal cultural”, es eso una fusión entre naturaleza y cultura, siendo la naturaleza, lo biológico, la condición de posibilidad de lo cultural. Pero, una vez que emerge la cultura forma con la naturaleza lo que Aristóteles y luego Ortega, llamaron nuestra segunda naturaleza. La perversión humana, por tanto, es achacable tanto a lo biológico como a lo cultural, porque lo uno no puede entenderse sin lo otro ni a la inversa. Y, a la luz de esto, miremos la historia de la humanidad y contemplemos los millones de cadáveres en las cunetas y el terrible sufrimiento humano infligido al hombre por el propio hombre. Creo que no hay razones para el optimismo ni, menos, para ese mito que nos quieren hacer tragar los nuevos pedagogos y psicólogos del buen salvaje. Ni el propio Rousseau se lo creyó y fue su creador. En “Emilio o de la educación” asegura que es imposible la educación de las emociones sin la virtud entendiendo ésta en su sentido latino: fortaleza, ejercicio, esfuerzo, disciplina.
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