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Filosofía desde la trinchera

Esteban, yo creo que es una cuestión terminológica. El historiador tiene que tender a la objetividad. Ahora bien, por un lado ésta nunca será total y, por otro, el historiador no es neutral en tanto que hace la historia desde una perspectiva histórica forzosamente, no fuera de la historia. El problema es que no se puede confundir objetividad con verdad. Más bien hay que utilizar objetividad como sinónimo de honestidad, como dices tú.

Carmen, estupenda exposición que comparto en lo esencial y es la tesis de que nunca hubo una unión en el cristianismo entre religión y ley. De las tres religiones del libro es la que separa entre religión y ley. Tanto en el judaísmo, como en el islam hay una identidad. Y la tesis de que el protestantismo o la Reforma es un paso atrás, en este sentido, también es cierta. Tu argumentación es mejor que la de Gustavo Bueno porque, en el fondo, no defiendes un determinismo histórico, que es lo que se desprende de las palabras de Gustavo Bueno. Además, es así porque él defiende el materialismo filosófico. Tu tesis es explicativa, ilustrativa, pero no asertiva. Luego dices una cosa muy interesante. Y es que la religión, el cristianismo, en nuestro caso, no se identificó con el derecho romano. Es decir, que se mantuvo fuera de la ley, o que no se identificó con la ley. Bien, pues aquí viene mi discrepancia, que no voy a argumentar, sólo mencionar, porque en realidad no recuerdo bien los datos, pero te remito a las fuentes que, seguro, conoces. En primer lugar no hay una identificación con el derecho romano porque el cristianismo es una secta, una religión más del imperio, disidente y protestona, eso sí, pero, minoritaria, incluso hasta el Concilio de Nicea. El cristianismo  nunca participó del poder de Roma, hasta que Roma se hace cristiana por decreto con el emperador Constantino, del que habría mucho que hablar también, sobre su arrianismo, por ejemplo. Pero, curiosamente, la identificación entre Roma y la cristiandad comienza, precisamente, con la caída del imperio romano. ¿De dónde pudo surgir, sino, la obra de Agustín de Hipona “La ciudad de Dios”? El caso es que una vez que Roma se hace cristiana por decreto, no por voluntad de sus habitantes y de que Roma se derrumba, lo que queda es la cristiandad. Pero curiosamente con la estructura del imperio romano que aún persiste. La fuente que te mencionaba antes son dos libros de Gonzalo Puente Ojea “Ideología y cristianismo” y, sobre todo, porque en sus cuatrocientas páginas dedica a demostrar lo que acabo de decir: “Cristianismo, iglesia y poder”. Desaparece el cristianismo y queda la cristiandad y es esa cristiandad “La nueva ciudad de dios” la que hace que el imperio romano, o parte de Europa sigan siendo una unidad. Y toda la legislación se hace en función del libro, que, por otra parte, no es más que un compendio de obras que, arbitrariamente, en el Concilio de Nicea, se establece como las Escrituras auténticas y se formula un Credo que unifica la infinidad de cristianismos existentes. Aunque la ley, como tú muy bien señalas, no se identifica con la religión, porque hay una separación entre la nobleza y el clero, cosa que no ocurre ni en los judíos ni en el Islam, está inspirada en ella y, por el principio de subordinación de la razón a la fe (que sigue siendo vigente y defendido en el famoso nuevo “Catecismo”) no puede contradecir a la religión. Por eso yo citaba en mi escrito a Tomás de Aquino y su obra “La monarquía.” El catolicismo, aceptando absolutamente tu argumentación, ha hecho todo lo que ha podido para mantener en una unidad al trono y al altar. Y, es más, lo sigue haciendo. Por eso no acabo tampoco de entender a Habermas cuando dice que la religión debe tener cabida, después de haberlo negado durante años y de su libro sobre la eutanasia y eugenesia, dentro de la comunidad de hablantes. Lo acepto si se refiere a la teología de la liberación. Pero es que ésta olvida la dogmática y se queda con la ética evangélica (una parte de ella), porque éticas cristianas, desde el Génesis hasta el Apocalipsis hay muchas. Por eso el lema de la teología de la liberación es el de Jon Sobrino, que además utiliza como título de uno de sus libros (uno de los libros de religión más bello que yo he leído) “Fuera de los pobres no hay salvación.”

En definitiva, que comparto tu argumentación lo que ocurre es que yo matizaría que en la estructura del catolicismo está la posibilidad de la Ilustración, pero, ni el catolicismo, ni el protestantismo han querido esto. Es más, lo contrario. Y en cuanto a Bartolomé de las Casas y el posterior derecho de gentes, pues pasa algo similar que con la actual teología de la liberación. Abandonan la dogmática teológica y se ciñen a cierta ética evangélica. Y, por supuesto que aquí encontramos en germen algo de los derechos humanos. Pero también lo encontramos en el arte (hay un libro de una historiadora, que por desgracia no recuerdo, ni autora ni título, en la que defiende que el surgimiento de los derechos del hombre y el ciudadano, además de su base neurofisiológica, se encuentra en el desarrollo del arte, pintura y literatura fundamentalmente, que fueron despertando la capacidad que tenemos de sentir el dolor del otro. El arte nos volvió sobre nosotros mismos y nos hizo conscientes del sufrimiento del otro) y en el surgimiento de la ciencia desde el Renacimiento a la Ilustración. Muchas gracias por toda tu información y ha sido todo un placer.

P.D. Hay una cosa que no he entendido y es lo del caso Galileo y su relación con el Calvinismo más que con el Catolicismo.

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