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Filosofía desde la trinchera

Lo políticamente correcto es muy peligroso y más si viene defendido con una pseudocultura libresca. El pensamiento políticamente correcto es uno de los lobos del poder de hoy en día. Por eso se pretende descuidar la educación del niño hablando de la necesidad de cuentos edificantes. Pero, qué es un cuento edificante. Muy sencillo, aquel que oculta la realidad. Nuestra condición humana, nuestros sentimientos y afectos. El Poder y su poder sobre nosotros. Aquel que anula la libertad porque sólo enseña una cara de la realidad, aquel que nos tiene atados en el fondo de la caverna. Aquel que teme a los traumas, como si las heridas no enseñasen, como si fuese posible criar a alguien en una pompa de jabón. Lo políticamente correcto es el control de las emociones a través del control del pensamiento. Es lo establecido en nombre del bien del niño para poder controlarlo. Es la difusión de lo pueril, de lo ingenuo, de lo controlable y maleable. Es preparar al individuo para convertirlo en ganado, al ser que llevamos dentro para ser domesticable. Eso es lo políticamente correcto. El autoritarismo sin fuerza. El autoritarismo de la transparencia, como dice el filósofo coreano de moda Han. Lo políticamente correcto es parte de la ideología posmoderna del poder neoliberal que ha vaciado el yo de contenido y lo ha reducido a la supuesta libertad de un “me gusta” en una red social.

 

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