Polvo de estrellas
Vida cíclica.
Ciclos largos
ciclos medianos,
o cortos,
círculos que se cierran,
círculos que abren,
curvas, ondas
y espirales infinitas.
Desde la quietud
todo es movimiento.
Cada vida es un mosaico,
con piezas en continuo cambio,
interactúan las piezas,
mosaicos que se mezclan,
nunca morimos,
pues nacer y morir es lo mismo.
Somos la misma materia,
la misma energía cambiante,
dentro de un todo,
indescriptible,
no hay palabras,
las palabras engañan,
porque dan forma
a lo que no tiene forma.
Palabras huecas o llenas,
sólo eso, palabras.
Hablar con voz muda,
silencio para decir.
Opuestos que se entrelazan,
dentro del mismo cuerpo,
latimos,
naciendo y muriendo cada instante,
respiramos del mismo pulmón,
sin forma,
sin tiempo,
somos polvo de estrellas.
Miriam Al Adib Mendiri. 28-03-15
Efectivamente, a mi parecer lo que has escrito es la clave de la sabiduría. El Ser es lo que es y todo lo que es, es el Ser. “Ser y pensar son una y la misma cosa” Parménides. “El devenir es el eterno fluir de los contrarios” Heráclito. “El Logos (que es lo mismo que el Ser, la aclaración es mía) es lo común” “Hay que seguir al Logos”. Heráclito. Por eso dice: ”…el mundo de los que duermen es diferente para cada cual, mientras que el mundo de los despiertos (los que siguen lo común, que es el Logos o el Ser. Aclaración mía) es común a todos.
En el pensamiento presocrático no existía la dualidad. La verdad era Aletheia: revelación: quitar el velo. No había objeto del conocimiento y sujeto que conoce. La dualidad se introduce con Platón y Aristóteles, auténticos padres del conocimiento científico. Y, desde entonces, hemos vivido el olvido del Ser. Y si a esto le sumamos la absorción de Platón y Aristóteles por el cristianismo, tenemos como resultado la perpetuación de la dualidad ante y mediante una moral de los débiles, los resentidos, los obedientes, los sumisos, los que predican la humildad desde el resentimiento, los dominados y miserables, los que renuncian a la libertad y la mayoría de edad. Frente a los dominantes, los fuertes, que están por encima del bien y del mal y que son el Poder. Con lo cual, nuestra existencia se ha ido alienando, ha perdido su anclaje en el Ser. Se ha vuelto inauténtica y sin sentido, una locura en la que el hombre vive aislado y perdido en la maquinaria del el ser para la utilidad: el nihilismo. El Ser, es, no es para, no tiene finalidad. Ni valor, y, mucho menos, precio. “Es de necio confundir valor y precio” A. Machado, pues más aún Ser y precio, que es lo que hace el mundo contemporáneo. Porque el Ser del hombre es “Ser en el mundo”: Dasein, que dice Heidegger, no ser frente al mundo. Eso es alienación, falsa conciencia o locura. El Ser es la reconciliación de los contrarios. “La armonía no percibida es más profunda que la armonía percibida” Heráclito. O, lo que es lo mismo: El Tao, o, en palabras del mismo Lao Tse en el Tao Te King “El Tao que puede conocerse no es el Tao.
La sustancia del Mundo es solo un nombre para el Tao.
Tao es todo lo que existe y puede existir;
El Mundo es solo un mapa de lo que existe y puede existir”
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