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Filosofía desde la trinchera

Reflexiones marginales

Quizás los cambios se han ido produciendo lentamente hasta que hemos llegado a esta situación. Algo similar ocurrió antes de desembocar en la segunda guerra mundial. Creo que, desde la crisis de los setenta, hubo dos caminos que se podrían haber seguido. O bien, seguir el informe y consejos del club de Roma y “los límites del crecimiento” o hacer una política neoliberal basándose en la insostenibilidad del estado del bienestar, que sería, según ellos, el que nos habría llevado a la crisis. Como lo que se hizo fue lo segundo, se obvió los límites del crecimiento, así como los límites del planeta. El resultado, la encrucijada, por decirlo suavemente, política, económica y sociomedioambiental en la que nos encontramos. Un cambio profundo puede ser el resultado de un acontecimiento que sea la gota que colme el vaso, no necesariamente algo muy gordo.

En la tecnociencia sí podemos hablar de progreso. Aunque también tiene su carga ideológica y sus peligros. Pero el conocimiento científico, junto con el arte, son uno de los mayores logros de la humanidad. También lo es la ética y el derecho; pero aquí, todo es más complejo. No nos enfrentamos con problemas, sino con dilemas. Por otro lado, el conocimiento y el arte te llevan a la contemplación, mientras que el discurso ético político te lleva al compromiso, a vivir al pie del cañón. El arte y la ciencia son un alimento necesario para el espíritu, sin ellos el hombre no podría deleitarse con la verdad y lo sublime.

Me gusta esa idea de la libertad de expresión como un derecho ejercido para limitar el poder. Éste, por sí sólo, tiende a ser totalitario. Por su parte, la libertad de expresión, sin control crítico-racional, genera demagogia, instrumento de las ideologías para generar odio y fanatismo.

Dos cositas más. La primera es que tengas suerte, que se me olvidó en mi comentario anterior. La segunda es con respecto a tu pregunta. Cuando toda una generación ha olvidado esa premisa entonces llegamos hasta donde estamos. Creo que la formulas de forma retórica, efectivamente. Yo creo que llegamos a donde estamos, el déficit de nuestra democracia, el fascismo económico, antesala del fascismo político en el que estamos nos lleva al desprecio de lo público. Las democracias liberales están montadas sobre la ideología de la inutilidad, o, peor, perjudicial sistema público. Esto es un garrafal error que nos lleva, como tú señalas en tu pregunta a la situación en la que estamos. En definitiva, una lucha de todos contra todos en la que los más fuertes se alían para oprimir a los muchos, a la mayoría. Y, ahora, con el sutil engaño de hacernos pensar que somos libres. Un saludo y, suerte…

Insisto, las ideas tienen consecuencias. Y cuando se convierten en ideologías son tremendamente peligrosas. La cuestión no es prohibir, sino alimentar el discurso crítico y racional que es el único que puede desmontar el poder de las ideologías. Pero esto es una labor titánica.

No es que yo ponga en duda el tema de la igualdad. Soy un firme defensor. Pero habría que cambiar mucho el estado para conseguir, de facto, esa igualdad. Nuestro estado está construido desde el neolítico, a partir de la diferenta biológica entre hombres y mujeres que dieron lugar a la división del trabajo. Ya Platón se dio cuenta de ello; y siendo el primer defensor de la igualdad entre hombres y mujeres, que no de la igualdad entre las personas, pues mantenía la idea de una sociedad estamental basada en diferencias ontológicas entre los hombres que los hacían mejores y peores, construye un estado absoluto que se hace cargo de los niños. De esa forma elimina la familia, considerando que la única familia es la del estado en la que todos somos hermanos. Pero esta solución no es satisfactoria por dos cosas. Primero porque la familia no se puede eliminar, es de raíz biológica, puede tener diversas formas, pero el desarrollo afectivo del niño requiere de la familia. Sin desarrollo afectivo no hay personas. Segundo, porque el estado platónico es un modelo totalitario. Y, tercero, habría que seguir luchando por la igualdad desde la democracia y en el marco de la igualdad universal de todas las personas, es decir, en el marco universal de los derechos humanos. Pero, me temo, que siempre habrá una tensión y, ojala me equivoque, no estaría mal ver un mundo en el que los máximos puestos de todos los poderes lo ocupasen las mujeres. El poder está lleno de machos prepotentes y extremadamente competitivos, y donde hay competencia, pues no hay diálogo.

Creo que hay una mezcla de todo en este caso. Pero el fundamentalismo católico en este país ha existido con los dos partidos mayoritarios. Los socialistas siguen yendo en mi pueblo, como autoridades, dicen, detrás de la procesión del viernes santo "El santo entierro". Los crucifijos en los colegios públicos han estado hasta hace muy poco. En algunos despachos directivos aún siguen. Hace quince años escribí en una revista local un artículo "Enseñanza y laicismo" y se me insultó desde los púlpitos. Pero lo que más me dolió es que ni un socialista en el poder me defendiese. Es más, el secretario general del partido me dijo que había cosas de las que no se podía hablar en nuestra localidad. Yo reiteré que en mi localidad no había ni sombra de la Ilustración y me puse como tarea el llevar un poco de Ilustración, ideales ilustrados se entiende, a esta localidad. Esto es un episodio muy particular y personal. Pero lo del fundamentalismo católico es una cuestión española, no de uno de los partidos. Fíjate en el PSOE, el señor Bono…

Lo que sí veo un peligro es que en el PP español están los liberales o mejor neoliberales, que tampoco escasean en el PSOE, y los fundamentalistas, reaccionarios política y religiosamente. Es decir, un sector inclinado hacia el fascismo. Esto sí es cierto. Saludos.

Con referencia al artículo de Vargas Llosa y el libro Superficiales: lo que internet está realizando con nuestras mentes.

Sí que lo es y el libro que leí hace unos meses tiene una argumentación histórico-cultural y neourofisiológica contundente. Yo me había observado a mí mismo y escribí un artículo en ese sentido basándome en mi ligera transformación. Pero, como dice Álvaro, no hay que ser catastrofista. Pero su juicio tiene una validez parcial. Para los que nos hemos educado en el libro y somos amantes de ellos y tenemos plenamente desarrollada nuestra capacidad de atención y aislamiento por medio de la lectura, el peligro está ahí, pero hay que hacer que ambas actividades sean complementarias y se retroalimenten. Lo malo son los que sólo se han educado en las nuevas tecnologías. Su grave problema es que su cerebro se ha adaptado, físicamente digo, a una forma de conocimiento que es tremendamente superficial e incapacidad de mantener la concentración en algo durante mucho tiempo. Ha aportado otras cosas, como la capacidad de realizar multitareas, la capacidad de dispersar la atención, la capacidad de seleccionar información con rapidez y muchas cosas más. Pero el problema es que se llegue a una sustitución, en lugar de a un enriquecimiento. Saludos.