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Filosofía desde la trinchera

Reflexiones marginales

De todas formas no se puede separar el problema climático del problema geopolítico. El primero es un problema estrictamente político. La libertad, en tanto que dignidad es el mayor valor, ahora bien, si entendemos libertad, por libertad de mercado, ya no hay libertad. El desarrollo científico es necesario, pero también debe estar guiado políticamente hacia la consecución de mayor libertad y dignidad. Si lo dejamos sólo en manos privadas produce desigualdad y elimina libertad. Si lo dejamos en manos sólo del interés político, entonces caemos en la ideologización de la ciencia que también acaba en la instrumentalización del hombre. Saludos.

Excelente reportaje. Coincido con todo lo que tu colega arquitecto sostiene. Y, además, con temple y tranquilidad, que a mí, por mi carácter irascible, me faltarían en sus tremendas circunstancias. La verdad es que no sé si yo tendré algo que ver con esto, creo que sí y que no. Creo que sí porque somos nuestra generación la que os ha dejado este panorama invivible y sin esperanzas, que es lo peor en la juventud, no tener esperanzas. Creo que no porque siempre he luchado contra ello. Siempre he pensado que el orden establecido no era el correcto. No ya el sistema en su totalidad, que son palabras mayores y vacías, entelequias, pero sí parte del sistema. Nunca he entendido el lucro con la medicina, tanto personal como corporativa o multinacional. Lo mismo me ha ocurrido con la arquitectura. Creo que, tanto la medicina como la arquitectura tienen que ver con lo más humano, ya te lo he comentado en otras ocasiones. Eso significa que deben ser trabajos públicos. El arte que pueda surgir del arquitecto es fruto de su propia excelencia, no del mercado y no debe estar sujeto a cobro. Me dirás que soy un ingenuo, que no conozco el tema, efectivamente, por eso puedo hablar sin contaminación ni prejuicios. El buen hacer del medico, su trato humano, su humanismo, su ética, que no deontología, que ese es su deber, eso entra dentro de su excelencia, virtud, y no se cobra, es algo que está entre el medico y el paciente. Y lo mismo digo del profesor…y este tema, por desgracia, me lo conozco demasiado bien. En fin, que lo que estoy defendiendo es un socialismo de los bienes comunes como son la vivienda, la salud y la educación. Ningún arquitecto se quejaba cuando ibas a hacer una obra en casa, una tontería de nada, y no te rías, porque lo sabes, y se te exigía la firma del arquitecto, total medio kilo más la obra. Eran los buenos tiempos. Un proyecto que el maestro de obras lo hacía en una hora y el arquitecto en la mitad de la mitad, o no lo hacía, y acataba lo del maestro de obras y se llevaba el medio kilo. Lo mismo digo de los médicos. Una consulta, 200 euros, o 100 un especialista normal. Y luego las pruebas, los análisis, nueva consulta, vamos como para perder la salud el dinero y la santa paciencia... O los derechos de autor de gilipollas como Alejandro Sanz. En fin lo que vengo diciendo desde siempre, por eso te digo que me siento culpable porque el mal está ahí y es fruto de mi generación, pero no del todo, porque siempre he dicho lo mismo. La inmensa mayoría de los que estudiamos, escribimos, publicamos, hasta pagamos por lo que hacemos… Escribir esto me ha costado poco tiempo, sí trabajo… pero, ¿sabes cuántas horas hay detrás de reflexión y de estudio para decir esto a las que no les pido su rendimiento económico, porque han sido un placer intelectual? Pues esa es la cuestión. Arquitectos, médicos, abogados, todos funcionarios públicos…después vendrá la excelencia. Son muchos los profesores que publican grandes obras, que hacen grandes avances científicos e, incluso, han ganado grandes premios, hasta el Nobel, sin dejar de ser, eso, funcionarios. Es decir, servidores públicos.

            Como te digo, coincido con todo lo que dice el reportaje, pero hay que ser más radical. Y que lo sea yo a mis cuarenta y muchos, pues, no sé, no sé. En fin, que llevo un mes sin dar clases y uno ya echa de menos estas cosas. Un abrazo.

Sería muy importante que se enseñase que las ideas tienen consecuencias. Que no son cosas a las que se dedican los intelectuales. Sino que crean sentimientos y acción. Y, algunas, son tremendamente peligrosas. Nada se ha hecho en la historia sin el respaldo de las ideas.

Estimada Ana María, sólo intentaba entablar una conversación con nuestro común amigo Fernando. Una conversación que se derivaba de su comentario. Me gustaría hacerte algunas matizaciones si me lo permites. Primero, la política es para el hombre imprescindible, como lo es la ley. Somos animales políticos o sociales, como lo quieras entender y va en nuestra naturaleza biológica que culturalmente se plenifica. Dos, no se puede estar por encima de las diferencias políticas y religiosas como si se fuese un dios y, además, sugerir que lo único que se puede hacer es tal o cual cosa. No hay un único camino. En tercer lugar, el uso público de la razón es absolutamente necesario, liberalizador y garantizador de eso que se llama dignidad de la persona y que no es nada antiguo, como sugieres, sino que es un proyecto ético no realizado. Hablar de una revolución de la conciencia y en los términos que lo haces me da miedo. Todo eso acaba en lo de la necesidad de un hombre nuevo. Teoría que está a la base de toda forma totalitaria de poder, política y religiosa, por supuesto. No ha habido nunca, ni habrá nunca, un hombre nuevo. Tenemos lo que tenemos y es con lo que hay que trabajar. Lo demás son utopías que se convierten en formas totalitarias de pensamiento único. Y, por último, hablar del sistema en general es no decir nada. Si no se concreta el mal en cada parte del sistema, algo que en realidad no sé que es, no hay nada que combatir. Anunciar la corrupción del sistema y quedarse tan pancho es no decir absolutamente nada. Es una forma utópica de idealismo que prepara el camino para el totalitarismo del que antes te hablaba. Un saludo y disculpa mi discurso magistral o, mejor, profesoral, pero soy profesor y, como tal, de ello ejerzo haciendo un uso público de la razón en cualquier ágora, a lo Sócrates. Ése es mi modo, no el único, principal de acción. Remover, desenmascarar y vaciar de prejuicios las conciencias de mis alumnos.

Bueno, si iglesia de base no es jerarquía, pues estamos de acuerdo. Pero hay un problema. La iglesia institucional es jerárquica. Los grupos de base forman iglesia en el sentido teológico de la palabra, el “pueblo de dios”. Pero no en el sentido histórico, político y cultural. Por eso me refiero a esa esquizofrenia. Aunque, si quieres, puedo ser más suave, vamos a hablar de tensión interior de cada creyente perteneciente a la iglesia de base con respecto a la institucional. Esa tensión es innegable que exista y puede llegar a convertirse en esquizofrenia, imposibilidad de comunicación. Lo que sí es cierto es que si no se acaba en esquizofrenia, ni en hipocresía se estará en tensión permanente porque es la humana condición. Dicho de otra manera, no es posible un pueblo de dios en la tierra. Como decía Kant, hasta un pueblo de demonios necesita de normas para regirse y, de ahí surge la institución, el poder y la jerarquía. Es el fuste torcido de la humanidad. Ahora bien, si hacemos una lectura de una ética apocalíptica, anunciadora del fin de los tiempos, de los evangelios, entonces no es necesaria la iglesia como institución, sólo la creencia incondicional y el abandono de todo porque el fin de los tiempos es inminente. Pero esto, además de refutar el evangelio, porque no ha ocurrido, entra en contradicción con ese otro mensaje, que a mi me gusta más, que es el del sermón de la montaña y el de la parábola del samaritano. Ambos constituyen una base de la construcción del concepto de dignidad humana base de los derechos universales del hombre. Saludos de nuevo.

Intelectual apolítico es una contradicción. El intelectual es el que se las ve a diario con las ideas, el que a través de ellas se hace una visión del mundo, que como diría Unamuno le crean un sentimiento y una acción. Lo otro pueden ser eruditos, científicos que viven en su torre de marfil desentendidos del poder social de la ciencia, o cobardes que viven baja la capa del poder, sea cual sea éste y del signo que sea. Estos “intelectuales” son los participantes del mal consentido. Mal que hace posible el mal radical.

No se trata de mezclar. Aunque haya medios que lo hagan y tengan interés en ello. Pero tampoco se puede mezclar la institución de la iglesia con la religión, ni la ética universal de los derechos humanos con la ética eclesiástica. Ni la supuesta universalidad de la iglesia “católica” con la universalidad de los derechos humanos. La iglesia como institución de poder y con mucho poder todavía es éticamente hipócrita, porque el poder los es por necesidad. Eso nos lo enseñó Maquiavelo con su realismo político en “El príncipe”. Por tanto, o se sigue la ética universal de la caridad cristiana, una parte de la ética de los evangelios, porque hay otra apocalíptica, o se sigue a la iglesia. Si se hace esto último y se cree en los principios éticos cristianos, se cae en una especie de esquizofrenia, como es el caso de la teología de la liberación, o se le da una salida cínica e hipócrita y se asume la necesidad de que para que viva el mensaje es necesario, como mal menor, la institucionalización de la comunidad de creyentes. Un difícil problema para el auténtico creyente y practicante. Para el no creyente la cuestión es exigir justicia social y denunciar las injusticias. No se le puede exigir a nadie ser un héroe moral, ni un mártir. Saludos.

Dos frases desafortunadas. Carta a Fernando Savater.

 

A pesar de mi respeto, mi admiración, lo mucho que he aprendido de muchas de las obras de Fernando Savater y de su modo desenfadado y didáctico, dirigido siempre al pueblo, no a la academia, de hacer filosofía, no tengo más remedio que criticar estas dos frases desafortunadas, así como el tono general en la que las ha enunciada. De todas formas, de un tiempo a esta parte, Fernando Savater, creo que está perdiendo fuelle, además de que vive de las rentas, en el sentido intelectual, otra cosa ni lo sé ni me importa. Estas frases dedicadas al 15M en la conmemoración de su obra “Etica para Amador”, buena obra, pero no magistral, y que he utilizado bastante son las que siguen. Se ríe de una de las consignas del movimiento 15M “no nos representan” y dice: "no seas majadero, el problema es que sí te representan y por eso debemos buscar a quien mejor nos represente". Esto es una estupidez, una ignorancia supina y una chulería, además de superficialidad sobre el conocimiento del funcionamiento de la democracia. Y la otra frase es de juzgado de guardia, por lo menos para un juzgado de filósofos, ha ironizado sobre el hecho de que "alguien se enfade con los bancos porque antes le daban lo que pedía". Otro desconocimiento brutal sobre el funcionamiento de los bancos y el funcionamiento financiero. Creo que no es más que oportunismo y una simple gracia que, un intelectual de su calibre y con su audiencia, no se debe permitir. Después, eso sí, ha hecho un panegírico de la educación y del papel fundamental de la ética y la filosofía en ella. Ha defendido a la educación de la ciudadanía frente a los radicales contrarios de los dos bandos. Pero, a mi modo de ver, todo un brindis al sol, de cara a la galería. Fernando Savater, no ha sido precisamente un crítico de la LOGSE, ni de la LOE  posterior, quizás no tuvo tiempo, la verdad es que ha luchado contra causas muy importantes y con su vida amenazada y en este sentido es y ha sido un referente moral y político para muchos, para mí el primero. Pero no es el momento, tal y como está la enseñanza, de venir ahora con esos cuentos de la educación; con los que, por otra parte, estoy de acuerdo. Pero, al final, no se pringa, no se da cuenta, como le ocurre en sus dos frases desafortunadas, de que el mal viene de muy lejos. Simplemente, lanza la piedra y esconde la mano. Hace la gracieta. Una ironía, o más bien cinismo político, como de aquel que viene de vuelta de todo.

 

            Comento, muy brevemente las dos frases. En la primera ironiza nuestro filósofo sobre la frase de que “ no nos representan” y dice, pues claro que nos representan, y tanto, por eso hay que saber elegir. Falso. Se ha quedado en la superficie. Pues claro que no nos representan. Desde cuando un partido político en un una democracia partitocrática como la nuestra representa a los ciudadanos. Los partidos son mecanismo de poder, de absorción del poder de los ciudadanos. Esto es de común acuerdo entre los teóricos de la democracia. La cuestión es una cuestión, además de filosófica, técnica, qué modo de representación encontramos para eliminar el poder de los partidos y aumentar el de los ciudadanos o, dicho de otro modo, qué modo de control podemos encontrar de los ciudadanos frente a los partidos políticos. Cómo se puede decir que los partidos nos representan cuando el programa no cuenta, cuando cuenta el líder, cuando el líder es elegido a dedo, cuando los puestos de confianza aumentan hasta el infinito y son formas de control de la administración pública. Qué lejos está ese Savater defensor de la Ilustración, que conformista, y realpolitik que se nos ha vuelto. No señor, no nos representan. Y esa es una buena protesta. Porque no se trata de terminar con los partidos políticos, sino de reformarlos para que la representación sea la mayor, como es el caso de reformar la le ley electoral, que esos partidos mayoritarios, que el señor Savater dice que nos representan, o los nacionalistas, no quieren reformar. Y no lo quieren porque saben que no nos representan, que tienen un voto cautivo por la propia ley electoral y por la propia ley de partidos. No puedo entender esta ignorancia. Y esto andando sólo por las ramas, sin entrar en profundidades. Me paree una burla decir que los partidos políticos nos representan. Todo lo más, se puede decir, que los partidos nos tienen engañados haciéndonos creer que nos representan, pero de ahí a lo de Savater va un abismo.

 

            Con respecto a la segunda frase, pues más de lo mismo. Cómo se puede decir esa simpleza. Cómo se puede decir que la gente se queja y cuando los bancos se lo daban pues nadie decía nada. Vamos a ver, señor Savater, ya sé que usted es de letras, pero de economía doméstica todos sabemos algo, eso por un lado. Y, por otro, es una falta de respeto brutal a la ciudadanía. El sistema hipercapitalista ha creado su propia ideología que es la del consumo sin la cual es ineficaz. Esa ideología ha creado un sueño, se ha producido un aprovechamiento de los bancos a partir de la oferta de créditos casi vitalicio a bajo interés cuando había sueldos para ellos. Pero los bancos, señor Savater, han comercializado con esos créditos, es lo de las titularizaciones, para que lo sepa, y eso es lo que se ha llamado los activos tóxicos que ha producido la propia banca con sus propios créditos y con economía financiera a partir de ellos, engañando al cliente, hipotecándolo para toda la vida. No digo que éste no sea culpable en parte y que debería haber moderado su pasión de posesión. Pero resulta que la inmensa mayoría de loa créditos son a la vivienda. Y el derecho a la vivienda es un derecho universal. Es decir, un ideal ético que debe regular nuestra política y nuestra economía. Los activos tóxicos son los que han producido la crisis (hay muchas más razones porque yo creo que estamos en una crisis sistémica del capitalismo global, no sólo financiero) financiera de 2007-2008. Y la solución a esta crisis ha sido el desembolso de dinero público. Y es ahí donde la crisis ha empezado de verdad. La banca gana, los estados y la ciudadanía pierden. No es que me parezca una falta de conocimiento, una ligereza su afirmación, me parece una auténtica frivolidad que solo se puede cometer cuando uno está en el delirio intelectual… ¿Y si releyese usted su obra magistral “Ética como amor propio”? ¿Y si volviese a los epicúreos y a su amado Voltaire, defensor del pueblo en su tratado sobre la tolerancia (en el caso Callas) en lugar de arremeter contra él porque ha sido engañado por la nueva religión y superstición del mercado?

 

 

                                   Juan Pedro Viñuela

 

                                   13 de julio de 2011