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Filosofía desde la trinchera

Comienza el curso y vuelven las cansinas consecuencias de la clase de religión. Por mi parte sólo decir, ¡a la mierda con el concordato!, con esa acuerdo con la santa sede que boicotea el laicismo de la constitución española. La iglesia es hipócrita y pedigüeña, sólo quiere poder y dinero. Entre tanto, los políticos durante treinta años no han hecho más que seguirle el juego, ¿cuánto poder tiene esta iglesia?, si yo no encuentro cristianos por ninguna parte. Sólo ritual y tradición. Cada vez hay más indiferencia, menos conocimiento real de la religión y de sus serias, positivas y negativas, implicaciones socioculturales. No hay ateos, ni creyentes. Pero esto no es más que el síntoma de una sociedad superficial, individualista y egoísta. Pero los alumnos que no se matriculan en religión son los que pagan el pato, sobre todo en infantil y primaria. La ley es pacata. Si siguiésemos la constitución se debería contemplar, lo cual es excesivo, la posibilidad de dar clases de religión, pero ésta sería la excepción, lo normal es la educación de ciudadanos. Mi propuesta ha sido siempre que los ciudadanos deben conocer el hecho religioso en sus distintas dimensiones, histórico, social, filosófica, antropológica, artística…, porque la religión es un pilar fundamental de la humanidad y la cristiana de la civilización occidental. Es decir, sustituir el adoctrinamiento, por el conocimiento. Lo que yo me encuentro es una ignorancia supina sobre materia religiosa en los alumnos. No sé qué es peor si la ignorancia e indiferencia o el adoctrinamiento; por lo menos contra el segundo se puede luchar y transformar en una opción de creencia profunda o en un ateismo humanista. Pero la indiferencia e ignorancia es el peor de nuestros enemigos. Y como siempre nuestros políticos son los que han forjado y mantenido este engendro. ¡Que pandilla de inútiles y cobardes!, ¡cuánto daño hacen estas fieras con piel de cordero!

 

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