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Filosofía desde la trinchera

 

Siempre pensé que la filosofía era pedagogía. Que el sentido máximo de la filosofía es la comunicación. El deseo de instruir, de hacer pensar. No en vano decía Kant que no se enseña filosofía, sino a filosofar. Por eso es muy interesante saber que la pedagogía no es una ciencia, sino una parte de la filosofía. Y como todas las filosofías las hay buenas y malas. La pedagogía que rige nuestro sistema educativo es nefasta, precisamente por el hecho de pretender ser científica y, encima, basada en una ciencia errónea. La verdadera pedagogía es la de educar en la virtud y esto requiere de la educación en la voluntad. Ya está bien de motivaciones, teorías constructivistas y demás paños calientes. La pedagogía actual no es una ciencia, es una ideología en manos del poder político y económico que, únicamente, quiere adoctrinar y producir borregos útiles. Muy bien, hay que volver a la filosofía como pedagogía y recuperar al viejo Sócrates. También es necesario recordar que no hay enseñanza sin enseñanza de la virtud. Por eso debemos releer la ética de Aristóteles y ponerla en diálogo con la kantiana. La virtud es uno de los grandes temas olvidados de la educación. Y la virtud requiere fuerza, por tanto, voluntad.

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