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Filosofía desde la trinchera

 

 

                                   15 de enero de 2010

 

Medios de comunicación y la transformación-creación de la realidad. La democracia en cuestión.

 

            Mi tesis es que las democracias neoliberales que vivimos hoy en día son una forma de totalitarismo encubierto que viene mediatizado pro los medios de comunicación. Un poder en manos de otros poderes: el político y el económico. Sostengo que la democracia en la que vivimos hoy en día, a pesar de ser mejor que las formas de totalitarismos clásicas, siguen siendo totalitarismos. Que en realidad no es el pueblo el que gobierna y que existe una clase, una élite, político-económica, que es la que lleva las riendas de la sociedad. Y sostengo que esto es posible en la medida en que los medios de comunicación son un sistema de control de las conciencias. Cuando decimos que son un sistema de control de las conciencias, nos referimos a que son los creadores de nuestros sentimientos, emociones y pensamientos. Y tras todo eso viene la acción. Pensamos y sentimos como los poderosos quieren que pensemos y sintamos. Pero no hay que olvidar que una forma de pensar y de sentir es una forma de actuar. El pensamiento y el sentimiento generan una actitud y ésta, a su vez, produce una acción. Somos replicantes de un mismo pensamiento único que no es fruto de nuestra reflexión, sino de la propaganda que las diferentes formas de poder utilizan para controlar nuestras conciencias. La defensa de esta tesis es muy fácil dentro de los sistemas totalitarios, ahora bien, se hace un poco compleja cuando analizamos las democracias liberales que se asientan precisamente sobre los ideales de la igualdad, la libertad, el sufragio universal, la diversidad de partidos, el pluralismo ideológico, etc. bien, pues esto es lo que quiero demostrar.

 

            En los sistemas totalitarios las formas de control están asociadas al uso de la violencia. Por supuesto que el estado utiliza la propaganda política y el sistema de educación para crear una conciencia. Pero en última instancia, el disidente es eliminado por la fuerza. Para que un estado totalitario se mantenga es necesario que exista un pensamiento, una ideología que fundamente y dé cohesión al estado. Y ahí va encaminado el esfuerzo de las campañas de propagandas de los estado totalitarios. Los ejemplos al respecto del pasado siglo son claros: el nazismo, el estalinismo, y más cercano a nosotros el franquismo. Y para ello los gobiernos totalitarios utilizaron, además de la fuerza, como hemos dicho, eliminación del disidente, los medios de comunicación de masas. El poder tiene el poder absoluto sobre los medios de comunicación y diseña los planes de educación. La educación se convierte entonces también en propaganda. Manipulación de las conciencias. La manipulación y la propaganda son los modos por los que el poder hace que “el pueblo” piense como quiere que pensemos.

 

            En teoría la democracia, como sociedad abierta y plural nos pondría en guardia con respecto al control de las conciencias por los medios de comunicación y por la enseñanza. Pero nada más lejos de la verdad. La diferencia, en principio, entre las democracias y las dictaduras es que las primeras no se basan en la fuerza. Y ello conlleva que no hay una eliminación física del disidente. El disidente, el que piensa de otra manera, el que propone una forma alternativa de organización social, ése, simplemente, es condenado al ostracismo comunicativo. Desaparece de los medios de comunicación. Y aquí está el tema, si no apareces en los medios de comunicación no existes y así se conforma el pensamiento único. Sólo lo políticamente correcto tiene salida en los medios de comunicación. Recuerden ustedes una cosa. Cuando surgió la crisis económica, que todos hemos pagado con nuestro dinero y otros seguirán pagando con sus vidas desgraciadas en el paro, al borde mismo de la miseria, se habló mucho de la refundación de capitalismo, de que era necesario un modelo de producción alternativo al capitalismo, de que el crecimiento ilimitado es imposible, etc. Se echó mano de viejas teorías económicas como modelos alternativos para paliar la crisis. Hoy, cuando el poder político-económico anuncia que hay un repunte de la economía, probablemente aparente porque el modelo neoliberal del crecimiento ilimitado se ha agotado, todo lo anterior se ha olvidado. En los medios de comunicación de masas esto se ha olvidado, no se ha vuelto a plantear. Hemos vuelto al pensamiento único neoliberal, a pensar que esto ha sido una crisis cíclica más del crecimiento económico. El pensamiento alternativo ha desaparecido y ha sido condenado al ostracismo informativo. E, insisto, lo que no aparece en los medios de comunicación no existe para la inmensa mayoría de la ciudadanía. Y eso es lo que le interesa al poder político-económico. Y esto lo consigue por medio de la manipulación a través de los medios de comunicación. El poder utiliza a estos como un sistema de propaganda para transformar nuestras conciencias. En definitiva, para eliminar la capacidad de pensar. Porque la propaganda habla a las emociones, no a la razón. El discurso alternativo queda relegado a unos pocos intelectuales y activistas que si acaso aparecen en los medios, los primeros son considerados como una rara avis o un sabio loco y gracioso y, los segundos, son identificados como antisistemas o, incluso, terroristas. Gente, en definitiva, peligrosa. Antes decía, y no quiero olvidarlo, que los sistemas totalitarios utilizan la violencia contra el disidente. La legitimidad última del poder es el engaño, la manipulación por medio de la propaganda y, en última instancia, la fuerza. Decía que las democracias se convierten en sistemas totalitarios a través de la manipulación, la propaganda y el engaño haciéndose con el poder de los medios de comunicación que son los medios de creación de la realidad que se nos quiere presentar. Pero, el asunto de la fuerza no es del todo así. Vamos a ver, la legitimidad de la supuesta bondad de nuestro sistema democrático neoliberal se apoya en el engaño del que después desenmascaremos los mecanismos principales que lo hacen posible. Pero esta supuesta situación de bienestar se apoya en la miseria del resto de la humanidad. Mientras que se nos dice que sólo existe un sistema económico y social de producción, la mitad de la población mundial pasa hambre y 1.200 millones mueren por esta causa. Cuarenta mil niños al día. Todo por la defensa de una idea, la del crecimiento ilimitado y de un modo de vida: el liberal-individualista consumista. Se nos ha convencido, se nos ha hecho pensar a través de los medio de comunicación que sólo existe una única forma de pensar, la democracia neoliberal. Los medios de comunicación a través de los anuncios, los noticiarios, las películas, las series, los programas del corazón y los programas basura nos transmiten una serie de valores que se nos ofrecen como los únicos existentes. Hay que tener en cuenta que los valores se aprenden miméticamente, no pasan por el tribunal de la razón. Y cuando sólo se nos exponen una serie de valores, como es el caso en los medios de comunicación, no hay posibilidad de comparación y reflexión, sólo de imitación. Nuestro sistema, a través de los medios de comunicación nos clona intelectual y afectivamente. Es decir, que los medios de comunicación, todos ellos en manos del poder político económico, de la partitocracia oligárquica en la que vivimos, nos convierte en vasallos. Esto quiere decir que esta supuesta democracia socava el valor máximo de la misma, la libertad. Pero la perfección ha llegado a su cenit. Precisamente se nos convierte en esclavos haciéndosenos pensar que somos libres. Nosotros no tomamos ninguna decisión. Sigue existiendo, a pesar y enmascarando la democracia, una élite que nos gobierna. Y esa élite, como todas es la que tiene el poder económico, la riqueza. Lo mismo que no hay libertad, que es un engaño, una máscara, no hay igualdad. La riqueza se distribuye entre unos pocos. Al resto se les deja las migajas para que puedan sobrevivir y entretenerse, además de trabajar durante ocho horas al día para pagar la hipoteca de la casa a lo largo de toda tu vida. Es decir, que el sistema nos mantiene esclavizados desde el punto de vista del pensamiento y el sentimiento y, también, económicamente. Se nos explota laboralmente para que no pensemos. Se nos ofrece un sueldo que nos permite sobrevivir y consumir, pan y circo, que ya lo inventaron los dictadores romanos. Y se nos esclaviza económicamente por medio de las hipotecas. Y, ahora, a ver quién es el listo que protesta y exige mejoras laborales cuando tiene la espada de Damocles del despido encima de su cabeza y una hipoteca que pagar y unos hijos que alimentar. Vaya farsa, vaya mentira. Estamos todos embaucados y, encima, produciendo el mal de la mitad de la humanidad. El crecimiento económico mata. La idea del crecimiento económico, que los medios de comunicación nos han imbuido, y con la cual comulgamos obedientes y sumisos, mata. Nosotros somos esclavos e ignorantes y, en tanto que tales, participamos de este mal. Nuestro deber es tomar conciencia de ello y evitarlo. El sistema se autoreplica. El sistema económico es el mismo ya sea para la derecha o para la izquierda. Los dos son replicantes del pensamiento único: la libertad absoluta del mercado, la sociedad del consumo y la democracia neoliberal. Éste es el pensamiento y la ideología que emana de los medios de comunicación. Porque estos medios de comunicación tienen dueño y son el poder económico y político. Esto está claro, puede haber muchos canales de televisión y de radio, pero todos trasmiten los mismos valores. Las diferencias son epidérmicas, no son de ideología, ni mucho menos de pensamiento, todos tiene el mismo. Si no que son estrictamente de poder. Los medios de comunicación que pertenecen al poder ejecutivo arremeten contra los de la oposición y a la inversa. Pero no hay discusión de ideas. Hay espectáculo político para distraer a la ciudadanía de las cosas importantes. En realidad, no se habla para nada de la cosa pública. Los medios de comunicación en manos de los partidos sirven para la lucha con el fin de alcanzar las máximas cotas de poder, y nada más. Todas las cadenas, todos los canales, transmiten, en lo esencial el mismo pensamiento único acompañado por los mismos valores.

 

            Pero, ¿cómo funcionan los medios de comunicación como medios de propaganda y manipulación? Pues bien, los medios de comunicación transforman y recrean la realidad. La realidad, separada de nuestro conocimiento de ella, no existe. La realidad viene constituida por el acto del conocimiento. Es decir, que en cierta medida, la realidad es construida o recreada. Por su puesto, no a partir de la nada sino de los hechos. Pero los hechos puros no existen. Todo hecho es interpretado a la luz de una teoría  de un sistema de valores. Esto vale para las ciencias de la naturaleza, mucho más para las sociales. Los acontecimientos sociales son siempre interpretables a la luz de valores e ideologías. Además, todo conocimiento viene mediatizado por el lenguaje. La realidad la vivimos a través del lenguaje. Éste es el vehículo de los pensamientos y de los sentimientos. Sentimos y pensamos a través de las palabras. Decía el filósofo Wittgenstein, aunque en otro contexto, que los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Efectivamente, mi mundo conocido y sentido, viene creado por el lenguaje que es el vehículo, como decíamos, del pensar y del sentir. Pues bien, esto, sumado a la naturaleza emocional, más que racional del hombre y los descubrimientos que la psicología social ha hecho al respecto, son la base de los diferentes instrumentos que utiliza el poder a través de los medios de comunicación para producir una realidad. La realidad que todos asumimos y aceptamos porque es la única que se nos ofrece. No hay forma de escapar porque desconocemos otra realidad. Aceptamos la realidad que se nos ofrece porque es la que se nos ofrece. Y es incuestionable en tanto que vivimos, pensamos y existimos en ella. No concebimos la existencia fuera de esa realidad, porque no podemos, ni siquiera pensar ni sentir más allá de nuestro lenguaje que es el que nos ha venido dado por los medios de comunicación. De esta manera nuestra ignorancia se convierte en nuestra forma de esclavitud y en nuestra connivencia con el poder.

 

            Las tácticas para crear una realidad, es decir, manipular nuestra conciencia, tácticas de propaganda del poder, dicho sea de paso, se pueden dividir en tres grupos. Luego habría múltiples técnicas que serían objeto del estudio del teórico de la comunicación. En primer lugar, los mensajes de los medios de comunicación van dirigidos a las emociones. De lo que se trata es de bloquear el pensamiento. Los anuncios publicitarios, las series, los programas del corazón y demás basura producen emociones y a través de esas emociones adquirimos los valores. Pero claro, las emociones son respuestas automáticas de nuestra psique que, a menos que tengamos tiempo, no dominamos. Los medios de comunicación eliminan ese tiempo. Los telediarios no nos permiten pensar, las series de noticias es rápida y basada fundamentalmente en las imágenes, las cuales tampoco nos permiten pensar, sino sentir. Para pensar es necesario la reflexión y el tiempo. Claro, por su puesto, tanto las noticias como los valores que se nos presentan son los elegidos por el poder, pero de tal manera que no haya lugar para la reflexión. Se nos ofrecen unos valores determinados a partir de unas emociones y se nos cautiva a partir de ellos. Éste es el primer paso para la construcción de una realidad que es la que al poder, no olvidemos que el poder es la oligarquía, le interesa.

 

            El segundo paso es fundamental. Es el del lenguaje. Los poderosos son los que crean el lenguaje que se nos vierte después por los medios de comunicación. Y, como hemos dicho antes, el lenguaje es el que crea la realidad. Pensamos la realidad por medio del lenguaje. Éste es el gran descubrimiento de Orwell: el control del pensamiento a partir del control del lenguaje. Si controlamos las palabras controlamos el pensamiento. No hay que olvidar que el pensamiento produce una actitud y ésta genera una acción. Así si controlamos las palabras controlamos la acción. Es decir, si controlamos el lenguaje esclavizamos al hombre. Tenemos muchos ejemplos asumidos por la ciudadanía en general y muchos otros de los que no somos ni conscientes. Por ejemplo al activista se le asocia con el que produce desorden público, incluso terrorista. (Recordar aquí lo ocurrido con los militantes ecologistas en Copenhague). Al asesinato de civiles de forma deliberada se lo consideran daños colaterales (expresión absolutamente vacía y objetiva que dehumaniza al hombre). A la invasión de un país para controlar su fuentes de riqueza se le llama Libertad duradera. Al exterminio de un millón de iraquíes en la invasión de un país se le llama liberación. La guerra y el exterminio se convierten así en una liberación del pueblo iraquí. Al exterminio por medio de la guerra se le llama, en palabras de Buhs: hacemos la guerra por la consecución de la paz. Toda actividad violenta llevada a cabo por el poder es enmascarada por los nombres de libertad y justicia. En cambio, toda acción disidente, que ponga en cuestión el sistema, es considerada terrorismo. Se identifica con el mal.

 

            El tercer mecanismo de control de nuestro pensamiento y voluntad está relacionado con las emociones y se refiere al uso del miedo. El miedo ha sido la forma de control utilizada por todos los poderes totalitarios y por las religiones. El miedo atenaza la voluntad, nos impide actuar y nos impele a obedecer y a ponernos en manos del poderoso que nos ofrece la salvación. La inseguridad, la sociedad del riesgo, la sociedad del conocimiento que exige nuestro continuo reciclaje, sino queremos perder nuestra situación laboral. Todo ello se utilizan como amenazas para que obedezcamos y aceptemos las medidas dictatoriales del poder renunciando a nuestra libertad. Y este miedo se nos transmite desde los medios de comunicación. Hay que tener en cuenta que los medios de comunicación, excepto Internet, en parte, son unidireccionales. Nosotros somos solo receptores, somos pasivos. No podemos actuar. Además, bien se encarga el poder, por medio del control mediático, de que seamos incapaces, porque la realidad es la que se nos ha ofrecido. Pero si osamos a actuar, se nos amenaza con el miedo: la inseguridad ciudadana, el terrorismo internacional, el fin del estado del bienestar, en fin…Y un ciudadano amedrentado es un ciudadano sumiso. Si nos queda un atisbo de inconformismo se nos arrebata por medio del miedo. Este mecanismo de control por medio del miedo se basa en el conocimiento de la naturaleza humana. El hombre es un ser temeroso, inseguro, lleno de ansiedades, que renuncia a su libertad por la seguridad y un plato de lentejas.

 

            Por último, y complementando estos tres mecanismos en los que se basa el poder al utilizar los medios de comunicación para adoctrinar y eliminar el pensamiento, hay que hablar también de la educación. Ésta está siempre en manos del poder. Es difícil, sino imposible, distinguir entre educación y propaganda. La educación es el vehículo de transmisión que utiliza el poder para transmitir su ideología. La educación transmite valores y conocimientos nos muestra la realidad que al poder le interesa y nos forma para lo que el poder cree que debemos existir, que no es más que para mantener el status quo. Y éste es el de la legitimación del orden social establecido. Por eso en nuestra sociedad el objetivo fundamental de la educación no es el de la libertad, por mucha educación para la ciudadanía, sino el de la adaptabilidad a la sociedad cambiante en la que vivimos: la sociedad de las nuevas tecnologías y del conocimiento.

 

            De un modo telegráfico planteo las posibles salidas. En primer lugar, una regeneración de la educación que potencia la excelencia y la virtud, además de la capacidad reflexiva y crítica. Una educación que prepare para el pensamiento, la crítica y la libertad, además de para el ejercicio profesional. En segundo lugar la regeneración de los medios de comunicación que elimine las cotas de poder político en ellos y del gran poder económico, así como la potenciación de la prensa participativa, blogs, etc. regeneración de la democracia a partir de la virtud pública y la eliminación de la élite política, así como la consecución de una sociedad cosmopolita de repúblicas libres. Todos estos puntos han sido desarrollados en otros lugares. Quede aquí como un breve apunte.

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