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Filosofía desde la trinchera

18 de febrero de 2010

 

Carta a A. F.

 

Empiezo por el final. El autor no es Zubiri. De éste aunque leí algo en teología y teodicea, poco me ha interesado. Incluso leí algunos textos sobre la materia para la tesis de la mecánica cuántica, pero su pensamiento no lleva a ninguna parte. Es oscurantismo. Me refería al que ya te he citado algunas veces, Carlos Castrodeza.

 

            De Isaiah Berlin conozco su pensamiento político. Especialmente su obra mayor “Cuatro ensayos sobre la libertad humana.”  Hombre muy importante y clave en el liberalismo contemporáneo. Pero, con un problema. Él junto con Hayek han sido utilizados por la derecha económica para encontrar un fundamento filosófico al neoliberalismo que no es más que el capitalismo salvaje. He escrito un pequeño artículo para esbozos sobre Darendorf, otro liberal fallecido el año pasado, a partir de una obra sobre los intelectuales y la resistencia de la libertad frente a los fascismos. En la obra se estudian cuatro autores que pertenecen a la misma década 1900-1910, y es un canto y un elogio a la libertad frente a los totalitarismos. Además de los dos citados están, Popper y Norberto Bobbio. Naturalmente yo al que más conozco es a Popper y al que menos a Hayek. Lo que sé es que todos lucharon contra el totalitarismo y que la derecha neoliberal, otra forma de totalitarismo, los ha utilizado. En fin, ya lo leerás. En cuanto al objeto de la filosofía que me citas de Berlin, estoy de acuerdo con él, pero yo lo amplio. En primero de filosofía me dedico a elaborar un concepto de filosofía propio durante tres meses. Lo que dice Berlin es cierto, pero escaso. Yo parto de Popper, pero lo trasciendo. La filosofía es, en su dimensión teórica, un discurso de segundo orden que parte de las ciencias y de otros saberes para plantearse dos problemas generales. El problema cosmológico y el epistemológico. Además, la filosofía es un saber práctico que se ocupa de la felicidad, el bien y la justicia. Por tanto, la ética y la teoría política. Y la actitud básica de la filosofía es el racionalismo crítico que parte de la docta ignorancia. Y, con esto, y si no eres academicista y te dedicas a la filosofía mundana, que diría Kant, pues puedes tener una imagen general del mundo y de la vida humana. Toda una filosofía, aunque renunciando ya al ideal de sistema filosófico puesto que el gran acervo del conocimiento lo trasciende. Lo de Berlin es cierto, pero escaso.

 

Y ahora viene lo gordo. El desencanto es normal. Pero tienes que hacerte un hueco entre esas honrosas excepciones para tener comunicación filosófica. En mi primer curso estuve a punto de venirme más de una vez para el pueblo. No entendía que siendo la filosofía el diálogo, la crítica, entonces sólo lo barruntaba, en la facultad lo que había era dogmatismo, incomprensión e incomunicación. Pero ten paciencia, encontrarás verdaderos filósofos. Si la universidad es un páramo, mucho más lo son los institutos. Después de veinticinco años dedicado a la filosofía, sigo, en solitario dedicándome a ella a diario. Es más, no entendería la vida sin el estudio de la filosofía. Pero mi camino me ha llevado a una incomunicación casi absoluta que me ha hecho un filósofo sui generis alejado del mundo académico, pero al fin filósofo más que la inmensa mayoría de los académicos, que no son más que profesionales y, algunos, de los malos. Y espera que la cosa, con Bolonia, se pondrá peor. Si algo está mal siempre puede empeorar y eso le va a ocurrir a la universidad. En parte me alegro porque durante veinte años que llevan destrozando la enseñanza secundaria entre los pedagogos, los políticos y el capital, nunca nos han echado una mano. Ahora les tocó a ellos, que se jodan. En mi caso he utilizado la rebeldía, la desobediencia civil hasta que algún inspector de turno me quiera empapelar, entonces sólo me quedará el principio constitucional de la libertad de cátedra. En fin, que tienes que resistir y encontrar el hueco y has empezado por buen camino. Aunque no participo de la filosofía de Choza, es un buen filósofo, honesto, buen maestro y profesor. Está bien eso de ir a tu ritmo, pero no te despegues, ni desconectes del todo. Devora todo el conocimiento que puedas, desde el que te puede aportar el profesor, pasando por los libros (lo principal) hasta la filosofía callejera, muy útil, por cierto, pero, cuidado, que se puede quedar uno en la cuneta.

 

            Y, por último, lo de las notas. Ya te ha dado el disgusto el señor Mancha, lo siento, pero se aprende de los errores. Muy bien tu actitud al hablar con él, escuchar. Éste es de los que se cree poseedor de la verdad absoluta, es muy buen profesor y gran erudito (historia de la ciencia), pero como persona es intratable. Yo no tuve problemas con él y lo tuve dos años, uno de ellos optativo. Pero me cascó un aprobado en filosofía de la ciencia cuando era el alumno que más sabia de todo el curso. De todas formas sólo me superó un notable del número uno de la clase. Y yo tuve la desventaja de hacer el examen oral porque no entendía mi letra. Ya te imaginas, ¿no? El primer paso lo has dado, hablar con él. Ya sabes en qué has fallado, ahora tienes que apechugar. ¿El examen es para Junio, o ya para septiembre? Si es para septiembre podríamos hacer algo. En cuanto a las demás notas están muy bien, pero no son excelentes. Yo te confieso que nunca me preocupé en la carrera de las notas, yo iba por la filosofía. Pero la competencia es tremenda. Si quieres hacerte un hueco tienes que ser brillante y tú lo eres. No basta con serlo, hay que demostrarlo en la práctica. Mi desencanto con la universidad fue del mismo estilo que el tuyo y me olvidé totalmente del expediente, aunque creo que quedé el tercero, y eso es un error. Es muy difícil dedicarse a la filosofía, al estudio diario fuera del ámbito académico. Todo el impulso depende de ti. No hablas con nadie, no asistes a congresos, ni a jornadas, ni seminarios. Sólo aguantar la ignorancia ramplona de los institutos. En mi caso, si no me dedicase a la filosofía no soportaría el instituto. El consuelo de la filosofía, que decía Boecio. No desesperes, siempre se aprende de los desengaños. Las idealizaciones chocan siempre con la realidad, que es más roma y prosaica. Pero sin ilusiones no se puede vivir. La esperanza es una categoría esencial de lo humano. Sin esperanza no hay vida. De ahí, que el fin de la religión sea el fin de la esperanza y nos aboca a los mensajes mesiánicos totalitarios o al nihilismo. Ambos son erróneos. Hay que aprender a vivir en la provisionalidad y desde la provisionalidad. Aceptar la finitud.

 

Saludos,

 

Juan Pedro.

 

 

 

                                   19 de febrero de 2010

 

Efectivamente Raus. El libro de Carlos Elias La razón extrangulada es claro y contundente. Un poco cientificista, pero mucho mejor que el naufragio que está produciendo la sinrazón del posmodernismo. El igualitarismo/relativismo es el fin del pensamiento. Y esto procede de la filosofía. El caso del declive de la ciencia no es más que una consecuencia. Como ocurre en el arte y usted muy bien ha analizado. O como sucede en política. Pero, en definitiva, el relativismo y el igualitarismo, en fin, el menosprecio de la auténtica democracia que la encontramos en la oración fúnebre de Pericles y que aboga por la excelencia, es interesado. Quiero decir con ello que al poder le interesa esa ideología. Y no debemos olvidar que la educación no es más que un mecanismo de propaganda de la ideología del poder. Con ese igualitarismo lo que se nos quiere hacer pensar es que vivimos en una democracia plena, casi en un mundo feliz. En definitiva, esto es opio. Porque ese igualitarismo, como conlleva el relativismo, que sufrimos en la enseñanza, porque va aparejado a la pérdida de la autoridad moral e intelectual, no es más que una falsificación para justificar el poder del fuerte. Si todo es relativo y todo se puede defender, entonces la opinión que más vale y que se impone es la del más fuerte. Pero el más fuerte no tiene la razón, sólo la fuerza. Y esto es lo que viene ocurriendo en la política internacional y en la nacional. Y lo que sucede en educación no es más que una consecuencia de esto. La ideología posmoderna igualitarista/relativista se ha impuesto por la fuerza, no por la razón. Para eso se ha vaciado de contenido las conciencias de los ciudadanos y se les ha alimentado con pan y circo, una falsa felicidad. Lo que es la sociedad del consumo que ha producido a un ser individualista y egoísta que no es capaz de mirar más allá de su propio ombligo y de su placer inmediato, un señorito satisfecho, un caprichoso y consentido, carente de voluntad, fuerza y carácter. El sistema de enseñanza es el vehículo de esta ideología. La cosa tiene mala solución en la media en la que los futuros profesores, ya muchos, han pasado por la LOGSE y el sistema de oposición ideologizada para acceder al cuerpo de profesores de secundaria Son un engranaje más dentro del sistema. Pero todavía tienen que llegar los que procedan del plan Bolonia. La universidad se vaciará de sus contenidos y las carreras que tengan su salida en la secundaria, las teóricas, para más gravedad, están viendo reducidos sus contenidos en un porcentaje altísimo. Y a ello hay que añadirle la ideologización que sufrirán por los masters psicopedagógicos, una comedura de tarro que no serán capaces ni de distinguir porque su capacidad crítica ya ha sido extirpada de antemano Los profesores, para lo poco que tendrán que enseñar, se podrán dividir entro los de humanidades y sociales y los de ciencias. Cualquiera podrá dar cualquier asignatura. Se acabó lo de la afinidad. Los contenidos son mínimos y hace falta saber poco. Y los futuros licenciados sabrán muy poco, pero de unas cuantas disciplinas de su ámbito, se acabó el conocimiento profundo y especializado, la excelencia del saber en la que se basa la autoridad en su raíz latina, vuelta a la escuela en peor versión, porque la enseñanza en la escuela es la más importante, pero ésta ya se anuló previamente. Nos aproximamos políticamente a una época neofascista y nihilista y la educación es el instrumento que se está utilizando para adoctrinar. Estamos asistiendo al fin de la modernidad, de la civilización basada en la razón, el respeto, la tolerancia, la libertad. Es más, todo ello se utiliza como neolengua en un mundo orwelliano orquestado por el poder. Urge recuperar la ilustración que considero que no es un proyecto frustrado, sino inacabado. Pero éste es otro tema.

 

 

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