26 de febrero de 2010
¿Será la compasión humana y su fundamento en la empatía natural suficiente para salvar al hombre? Quizás pueda haber un progreso moral, siempre provisional, basándonos en la compasión y la empatía. De ahí la idea de cosmopolitismo como forma ética. El cosmopolita es el que reconoce en el otro otro humano. No es ya la dignidad que se sigue del imperativo categórico de Kant, que es formal y vacío de contenido. La compasión necesita de las imágenes, de ser capaz de visualizar en el otro un semejante, alguien próximo a mi. Por eso decía el evangelio, lo que hagáis con uno de esto lo haréis conmigo. Éste es el concepto de caridad cristiana o más ampliamente de compasión. Y resulta que la sociabilidad humana se basa en nuestra capacidad de empatía que es lo que nos permite relacionarnos con el prójimo-próximus. ¿Se podrá conseguir que el hombre llegue a la ética cosmopolita y además a empatizar con la ecosfera de la que es un miembro más? Si esto no es posible y prima la competencia de nuestra especie, entonces, como otras en el pasado que acabaron con su medio, está cavando su propia sepultara. La humanidad tal y como la conocemos toca a su fin. Pero puede haber un resurgir. La esperanza es humana. Intrínsecamente humana, aunque muchas veces sea irracional. Es la necesidad de la creencia.
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