Blogia
Filosofía desde la trinchera

Hombre, Fernando, siendo profesor de matemáticas, desde luego que la lógica no es tu fuerte. Tus argumentos son ad hominem y, encima, engañosos. Primero, no pertenezco a ningún consejo de redacción de periódico alguno, ni nuevo ni viejo, por tanto, tu argumento, además de ser ad homnem es, mentira. Y como todo argumento ad hominem pretende la calumnia y no la argumentación en busca de conocimientos. Soy colaborador en ese periódico, como lo fui del periódico local, del que, de una manera u otra, fui invitado a salir. Como fui colaborador de la radio local con el programa “El sueño de la razón” y también, de alguna manera, no la mas idónea, tuve que abandonar. Bien es cierto que en los dos casos lo hice voluntariamente, nadie me forzó.

 

            Y, sí, por supuesto, hago política, en todos lados, como Sócrates. Es una de las cosas que he querido decir en mi comentario. Pero tú, tergiversas maliciosamente, porque confundes la política en el sentido filosófico, o, lo que es lo mismo, el deber de un buen ciudadano, con la política profesional que es de la que estamos hablando aquí. Por tanto, sacar la conclusión de que lo mío es un acto de cinismo es confundir los niveles de la palabra y la praxis política. Si no pretendes engañar a nadie, al menos te engañas, o no me entiendes. La defensa del partido y del líder te ciegan. Una vez que he refutado tu postura –aunque, como digo, no era necesario, porque tus argumentos son falacias ad hominem, te animo cordialmente a que critiques uno por uno mis argumentos, que no son pocos, ni endebles, y que se podrían rellenar empíricamente con una serie ilimitada de datos. Por otro lado, mis argumentos no son universales deductivos, son generalizaciones inductivas y principios filosófico-políticos, es decir, que no hablo de todo aquel que se dedica a la política, sino de la política como praxis…hay aquí una diferencia también de nivel. Tampoco puedo hablar del mundo de las intenciones privadas. Cada cual conoce las suyas. Lo que sí digo es que el infierno está empedrado de buenas intenciones…Un cordial saludo y gracias por tu comentario, me invita a pensar y a hacer política.

 

                                   ***

 

            Magnífico el artículo de José Sánchez Tortosa: La teledemocracia. Nada creo que se le pueda añadir, si acaso abundar en sus ideas. Los medios de comunicación son medios de control del pensamiento. Crean el lenguaje que nos permite acceder a la realidad. Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Esta sentencia wittgensteniana la han aprendido muy bien los que ocupan el poder. De lo que se trata es de controlar el pensamiento y el que tiene el control del pensamiento tienen el control de los ciudadanos. La paradoja es que los medios de información son medios de desinformación. Quien tiene los medios de información tiene el poder. En la sociedad de la información en la que se nos dice que vivimos es en la que menos información hay. En primer lugar los medios más tradicionales, como es el caso de la televisión, son máquinas ideológicas de reproducir los valores que al sistema de poder le interesa que el ciudadano asuma. Y los valores son la guía de nuestra acción. Una vez que la ciudadanía admite esos valores está ya controlada sin necesidad de cadenas. La democracia que de una ciudadanía teledirigida se puede esperar es la que realmente tenemos. La de un ciudadano ampliamente desinformado y que busca sólo sus intereses privados, sin tener la más mínima conciencia de la polis. Ese ciudadano, perfectamente maleable, es el que le interesa al poder político y al económico. Y, la información por sí sola, si la hubiese, es ciega. Es necesario el conocimiento. Pero este viene de la escuela, y ésta, como ahora lo está siendo la universidad, ha sido vaciada de contenido. Medios de comunicación y enseñanza son los instrumentos que el poder utiliza para adoctrinar y crear buenas conciencias de ciudadanos demócratas, tolerantes… Nada, todo lo que se fomenta es el relativismo absoluto, el que todo vale y, como consecuencia, el triunfo y el éxito del fuerte y el bochorno diario de la mediocridad.

0 comentarios