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Filosofía desde la trinchera

Entiendo a los vegetarianos como opción, pero no comparto sus razones. Creo que debajo de su decisión hay una serie de prejuicios y creencias erróneas, por un lado, y dogmáticas por otro. Hay que tener cuidado con el dogmatismo porque éste supone que yo estoy en posesión de la verdad, de lo que se desprende que el otro está en el error. El dogmático no admite la crítica. Niega la esencia de la racionalidad, el diálogo. El dogmático se cree superior en la medida en que la verdad está con él. Y esto es muy peligroso. Los dogmáticos sin poder hacen sólo daño a los que tienen a su alrededor. Son insoportables. Pero cuando tiene poder el dogmatismo se convierte en fanatismo, lo que le da un toque de inconciencia colectiva. Y el fanatismo, aliado al poder, es la antesala de la violencia.

 

            Creo detectar entre los vegetarianos cierta dosis de dogmatismo, además, infundado, porque la dieta humana no puede ser exclusivamente vegetariana. Por eso considero que son ciertamente integristas y que, de alguna manera, pretenden ser poseedores de la verdad. Ahora bien, si el vegetariano lo es sólo porque considera que su salud, y sólo esto, es mejor, que consumiendo proteína animal, pues nada que objetar. Pero creo que pocos hay de estos. Debajo del vegetarianismo existe una actitud puritana-religiosa, con respecto a la naturaleza. En primer lugar hay que decir que la evolución y la biología han establecido que el hombre es un animal omnivoro y que el consumo de carne es esencial en el desarrollo del cerebro y en su mantenimiento. Por supuesto, que esto no es una única causa de la aparición de la inteligencia, pero sí importante. El que el hombre sea inteligente y haya desarrollado la cultura, su segunda naturaleza, es una cuestión multicausal y de resiliencia. Por ello no podemos caer en reduccionismos. Pero la primera conclusión que podemos sacar de aquí es que la alimentación vegetariana está en contra de nuestra propia naturaleza biológica, por tanto, no debe ser, cuando es absoluta, beneficiosa para nuestra salud. Somos animales cazadores, recolectores y carroñeros y, por eso, en nuestra dieta está la carne.

 

            En segundo lugar decía que hay una dosis de puritanismo dentro de la opción vegetariana. Generalmente se suele decir, y sigo en esto a los filósofos vegetarianos más importantes del momento, como Peter Singer, que el consumo de carne produce sufrimiento en los animales. Difícilmente se puede estar en desacuerdo con esto. Pero aquí hay que distinguir ciertas cosas. Si lo que se está diciendo es que la ganadería intensiva produce un sufrimiento excesivo e innecesario a los animales, hasta ahí estamos de acuerdo. Pero el problema no se resuelve por medio de la dieta vegetariana, sino por el cambio del sistema de producción. Ahora bien, si se dice que el retinto, por decir, sufre a causa de que yo me lo como, cuando éste se cría en la dehesa, es excesivo. Porque igual sufre la gacela cuando se la come el león. Estos naturalistas y ecologistas integristas no distinguen una cosa de otra. Se maravillan de la naturaleza y de la “crueldad”, esto es una metáfora, que hay en ella y parecen no ver el sufrimiento que representa la cadena alimenticia. Pero, en cambio, consideran que el hombre no debe consumir carne para evitar el sufrimiento, craso error. Hay que partir del principio ético de que hay que evitar el sufrimiento animal en lo máximo posible, pero eso no implica, como digo, el vegetarianismo, que es, como he dicho, contra natura, sino el cambio del sistema de producción. Si la ecología profunda e integrista no entiende esto, entonces tendría que proponer una dieta vegetariana a todos los carnívoros, y esto es absurdo. Y también tendría que eliminar toda la crueldad gratuita que en la naturaleza se produce. No se puede caer en el puritanismo porque esto es una moralina que nos lleva al absurdo y al mantenimiento de tesis infantiles. Además de, como analicé antes, llevarnos al dogmatismo. Ser vegetariano debe ser una opción que sólo implique lo que yo creo que le viene bien a mi cuerpo, como practicar o no ejercicio, pero no debe pasar de ahí. Lo demás es dogmatismo e ideología.

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