Aparece un reportaje interesante en las páginas de El País del 23-8-2010. Lo que se pone en cuestión es si la cultura, especialmente, las creencias religiosas, como sostendría Weber, condicionan el desarrollo económico. Lo que de nuevo pretende aportar el reportaje es que, hoy en día, y siguiendo a un doctorando en economía de Estados Unidos, la tesis weberiana es falsa. Se basa en un conjunto de datos objetivos de diversas ciudades tanto protestantes como católicas desde 1.300 hasta el siglo XIX. Según sus datos, el hecho de que fuesen o no protestantes era irrelevante para su desarrollo económico.
Como es bien sabido, lo que mantenía Weber, es que la ética protestante fue un influjo decisivo en el desarrollo del capitalismo. Lo que podemos aprender, como siempre, es que los fenómenos, y menos los históricos y económicos, no se pueden reducir a una única línea causal. Pero lo que no acepto es lo que hay debajo de los estudios del doctorando que cita el reportaje y de muchos sociólogos y economistas. Lo que estos vienen a defender es que la cultura, en su caso la religión, no afectan para nada al desarrollo económico de una ciudad o nación. Todo depende, dicen, de la gestión. Los países ricos son bien gestionados, los pobres son la causa de una mala gestión de sus recursos. Éste es el grave error. En primer lugar esto no es más que positivismo científico. Los sociólogo, pedagogos, economistas, andan anclados en una antigua y falsa filosofía de la ciencia que es el positivismo lógico. Ésta viene a decir, a grosso modo que, la ciencia es el único conocimiento legítimo (ya tenemos aquí el primer error) se reduce a hechos que captamos por la experiencia y que la verdad es objeto de la inducción y, por tanto, de la verificación. La verdad científica es aquello que se puede verificar. Por tanto, quedan fuera de la ciencia todo aquello que no es verificable, como los valores, las creencias,… Ésta es una filosofía errónea como probara en primer lugar Popper, que viene a decir que en ciencia nada es absolutamente verificable, sólo falsable, con lo que el conocimiento se convierte en algo provisional, hipótesis, conjetura. Pero luego vendrá Kuhn y los postkuhnianos que nos enseñarán que en la ciencia hay todo un conjunto de valores y de creencias e ideologías que operan a la base de lo que se llama un paradigma científico, que influyen directamente en el proceso de investigación. El problema que se le plantea a la economía de hoy en día, como a otras ciencias sociales, es que, en su pretensión de ser científicas, quieren alcanzar el viejo ideal positivista, y esto es un error. Toda ciencia está cargada de valores y, mucho más las ciencias sociales, entre ellas, la economía. Podemos decir, y no creo equivocarme, que la ciencia más ideologizada que existe hoy en día es la economía. Por eso no puedo compartir el hecho de que el crecimiento económico depende de la gestión. Esto no es más que la ideología de la que participa hoy en día la economía, que es el neoliberalismo. Existen muchos otros factores que tienen que ver con el pensamiento, los valores y las creencias e, incluso, con las conspiraciones, como las que realizan los miembros de las multinacionales que también participan en la política, que condicionan el desarrollo económico de los pueblos. Lo que los economistas ortodoxos nos quieren hacer ver es que la economía es una ciencia neutral, exenta de valores e ideologías y creencias y que, por tanto, hay que admitir sus datos. Falso. La economía al uso no es más que un armazón teórico para defender una ideología vigente que es la que llamamos neoliberal. El debate interno en la economía es un hecho. Lo que ocurre es que el pensamiento hegemónico es el del poder y a éste le apoya la ciencia económica presentada como neutral. Es más, esta ciencia está haciendo un flaco favor a la posibilidad, tanto de salir de la crisis en la que nos encontramos, como, algo más importante, la urgencia de pasar de un paradigma a otro, que nos permita refundar un nuevo mundo. Los economistas neoliberales, que se creen poseedores de la verdad científica absoluta, cosa que no existe para nada, son partícipes del gran desorden y desastre mundial. Participan alimentando ideológicamente al poder. Son los nuevos teólogos, los portadores de la verdad sagrada de la que nadie podrá verse libre. Mal asunto. La economía, como la sociología, la pedagogía,…deberían aceptar que se enfrentan a fenómenos irreductibles en los que participan sujetos y que todo reduccionismo mecanicista es, precisamente por tratar con sujetos, un atropello a la dignidad. Así que los factores culturales influyen en el desarrollo económico y en interacción dialéctica con la base material de la historia. Lo de la gestión es también ideología. La gestión suena a neutralidad, profesionalidad. Pues esa gestión, no es, ni más ni menos, que la ideología neoliberal del poder puesta en marcha en las decisiones económicas.
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