Una historia evolutiva preciosa. Inexorables los designios de la evolución. Esto no lo hace ni dios. La carga de la prueba la tienen los creyentes, no los ateos como la tradición nos enseña interesadamente.
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El cristianismo siempre ha ido contra el placer. La historia del cristianismo es una historia del dolor, la pasión, el sufrimiento y la ignorancia. Es la historia, en definitiva, del poder. El cristianismo, la iglesia, en particular, arrambló con todo lo puro de la cultura grecolatina. Con la unión entre mente y cuerpo, razón y deseo. Para instalar la división entre cuerpo y alma. El cuerpo es la sede del pecado y el mal. Pero el cuerpo es el origen del placer, por ello, el cuerpo es negado por la iglesia, se convierte en anatema. El placer es un peligro porque nos lleva al conocimiento y al ateismo. Creemos en los dioses por miedo, esto fue una adaptación biológica exitosa. Y, por ello, no nos vemos libres de la religión y alabamos al poder como nuestro salvador. La prohibición de las drogas y el oscurantismo sobre las mismas, se basa en estas premisas.
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