Sí es cierto eso de que existe una relación entre los psicopedagogos y la religión. El hecho de que muchos de sus máximos representantes procedan del opuseismo y otras sectas, sería necesario probarlo documentalmente. Ahora bien, para mí esto carece de importancia. Lo que me preocupa es el aspecto religioso de la secta. Digo esto porque la estructura de sus pensamientos (ideología, sistema de creencias) coincide con el de la religión, más bien, con el de una secta, que sería una religión radicalizada.
En primer lugar, su pensamiento es acrítico. No admiten la crítica porque se creen poseedores de la verdad absoluta. Y ello, además, se suma, a su cientificismo, que, como sabemos, es otra forma de religión; la religión de la ciencia. En segundo lugar, su discurso es redentor. No hay salvación más allá de la secta. El que discrepa es un disidente, un hereje, vive en el error y está condenado. Lo políticamente correcto es una forma de integrismo de las ideas. Y, la secta de los psicopedagogos, animada por la progresía política, acumula todo el pensamiento políticamente correcto que existe. El pensamiento cerrado, excluyente es intolerante, fanático y, en su extremo, violento. De momento, la violencia, es la exclusión. Por eso, al considerarse poseedores de la verdad absoluta tratan de imponerla. En los sistemas pseudodemcráticos en los que vivimos, más bien, partitocracias oligárquicas, el pensamiento hegemónico se impone por la fuerza, vía administrativa, sin contar ni con la ciudadanía, ni con los interesados. En este caso el cuerpo de profesores. Por el contrario, éste es engañado y seducido. Ésas son las tretas del poder absoluto que se ejercen desde las mismas entrañas de la supuesta democracia.
Su pensamiento es un pensamiento cerrado, llámese, también, pensamiento único. Pero un pensamiento único es un pensamiento cero. El pensamiento es diálogo. La secta psicopedagógica al eliminar la disidencia, elimina la diferencia de pensamiento y la posibilidad del diálogo. Por eso, si la actitud científica y filosófica es la de la crítica, que necesita de la pluralidad de ideas, la de la religión es la de la creencia. Los psicopedagogos creen en sus teorías, no las discuten, ni las debaten. Son dogmas. Por eso son practicantes de una religión no de una ciencia ni de pensamiento crítico alguno. Como decía Ortega, en las creencias se está, las ideas se tienen. Cuando uno tiene creencias, igual que opiniones, es esclavo de ellas. Cuando uno tiene ideas las discute desde la razón. A las creencias nos sentimos atados por las emociones, a las ideas llegamos por medio de la razón.
Y, por último, el pensamiento de los psicopedagogos es un pensamiento religioso, una creencia, porque a la base de su actitud redentora subyace la idea de salvación. Todo aquel que siga nuestro pensamiento se salvará. Sólo el que cree alcanzará el reino de los cielos. Es decir, que la visión que del acontecer histórico tienen procede del cristianismo y de la secularización de su idea de historia. La historia como historia de la salvación del hombre por medio de la verdad y la obediencia. Esto es típico de todo pensamiento utópico postilustrado, y, como hemos señalado, es una de las perversiones de la razón ilustrada. Pues la psicopedagogía, que participa de todas estas cosas que venimos comentando ha de ser entendida, en conclusión, como una religión, en su forma más dogmática y fanática, la secta.
En primer lugar, su pensamiento es acrítico. No admiten la crítica porque se creen poseedores de la verdad absoluta. Y ello, además, se suma, a su cientificismo, que, como sabemos, es otra forma de religión; la religión de la ciencia. En segundo lugar, su discurso es redentor. No hay salvación más allá de la secta. El que discrepa es un disidente, un hereje, vive en el error y está condenado. Lo políticamente correcto es una forma de integrismo de las ideas. Y, la secta de los psicopedagogos, animada por la progresía política, acumula todo el pensamiento políticamente correcto que existe. El pensamiento cerrado, excluyente es intolerante, fanático y, en su extremo, violento. De momento, la violencia, es la exclusión. Por eso, al considerarse poseedores de la verdad absoluta tratan de imponerla. En los sistemas pseudodemcráticos en los que vivimos, más bien, partitocracias oligárquicas, el pensamiento hegemónico se impone por la fuerza, vía administrativa, sin contar ni con la ciudadanía, ni con los interesados. En este caso el cuerpo de profesores. Por el contrario, éste es engañado y seducido. Ésas son las tretas del poder absoluto que se ejercen desde las mismas entrañas de la supuesta democracia.
Su pensamiento es un pensamiento cerrado, llámese, también, pensamiento único. Pero un pensamiento único es un pensamiento cero. El pensamiento es diálogo. La secta psicopedagógica al eliminar la disidencia, elimina la diferencia de pensamiento y la posibilidad del diálogo. Por eso, si la actitud científica y filosófica es la de la crítica, que necesita de la pluralidad de ideas, la de la religión es la de la creencia. Los psicopedagogos creen en sus teorías, no las discuten, ni las debaten. Son dogmas. Por eso son practicantes de una religión no de una ciencia ni de pensamiento crítico alguno. Como decía Ortega, en las creencias se está, las ideas se tienen. Cuando uno tiene creencias, igual que opiniones, es esclavo de ellas. Cuando uno tiene ideas las discute desde la razón. A las creencias nos sentimos atados por las emociones, a las ideas llegamos por medio de la razón.
Y, por último, el pensamiento de los psicopedagogos es un pensamiento religioso, una creencia, porque a la base de su actitud redentora subyace la idea de salvación. Todo aquel que siga nuestro pensamiento se salvará. Sólo el que cree alcanzará el reino de los cielos. Es decir, que la visión que del acontecer histórico tienen procede del cristianismo y de la secularización de su idea de historia. La historia como historia de la salvación del hombre por medio de la verdad y la obediencia. Esto es típico de todo pensamiento utópico postilustrado, y, como hemos señalado, es una de las perversiones de la razón ilustrada. Pues la psicopedagogía, que participa de todas estas cosas que venimos comentando ha de ser entendida, en conclusión, como una religión, en su forma más dogmática y fanática, la secta.
0 comentarios