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Filosofía desde la trinchera

Mire usted, no voy a entrar al trapo de lo que usted me pide, porque ya lo he hecho en otros lugares y artículos, como, mucho mejor que yo, lo han hecho otros autores de este blog. Sólo tiene que leer estos artículos. En mi comentario al artículo de Nacho sólo le venía a decir que haber utilizado la crítica que usa Popper en sus dos grandes obras contra el historicismo y el totalitarismo que son, a saber, La miseria del historicismo y La sociedad abierta y sus enemigos, me parecía algo esencial, porque no se había mencionado aquí suficientemente, al menos de forma tan clara y concisa. Y, además, me parece acertado la aplicación del análisis popperiano, que el filósofo vienés utilizó para eliminar el historicismo como origen de totalitarismos políticos y los grandes modelos utópicos sociales: Platón, Hegel y Marx, como, así mismo, participantes del historicsmo (que abarca al holismo), por un lado, del mito de la caída y del progreso y del pensamiento utópico, por otro lado, a la actual educación. No olvidemos que la ley de educación vigente procede de un tipo de pensamiento que se lleva gestando décadas. Por eso ahora le ha tocado el turno a la universidad. Y disculpe que le diga. Ese sistema que sostiene la ideología LOGSE, no es para nada democrático. Eso es una ficción de la izquierda progresista que habla de no marginación, no segregación, cuando confunde lo más elemental de la democracia que es la igualdad de oportunidades con la igualdad ontológica. (En el propio nacimiento de la democracia ateniense, Pericles, en su Oración fúnebre, reclama que el gobierno debe ser el de los mejores, es decir, la democracia reclama la meritocracia y rechaza la igualdad ontológica que nos lleva directamente a la mediocracia.) Esta última es una barbaridad y subyace a todas las teorías holísticas que pretenden desarrollar un hombre nuevo, un ciudadano ejemplar, como es el caso de la LOGSE. Por otro lado, no considero que haya que hacer un modelo democrático de la educación. Entre otras cosas porque el proceso de enseñanza no es, de ningún modo, democrático. Es más, pretender lo contrario es una aberración. El proceso de enseñanza es absolutamente vertical, del que sabe al que no sabe, del que tiene virtud, al que está instalado en el vicio. Por eso la educación requiere jerarquía, no horizontalidad, como sugieren los nuevos pedagogos. No se trata de mediar democráticamente, sino de enseñar. Hay cosas que no se pueden democratizar, como el saber. Y eso ya lo dijo Platón. La retórica es al alma como la cosmética al cuerpo, la dialéctica (conocimiento, enseñanza) es al alma como la medicina al cuerpo. Cuando queremos sanar el cuerpo nos cuidamos y vamos al médico, al más excelente. Cuando queremos sanar el alma vamos al enseñante especializado en lo que queremos saber, al profesor, que nos saca de la ignorancia, pero no desde la democracia, aunque sí desde el absoluto respeto, sino desde la autoridad que le confiere el verdadero saber. La democracia, siguiendo en esto a Popper se reduce a un método por el cual podemos eliminar a los gobernantes sin derramamiento de sangre, nada más y nada menos. Y la democracia, también siguiendo a Popper no cuenta con sociedades ideales del futuro, sino con hombres. La democracia, la sociedad abierta, no cree en un futuro histórico determinado, no hay historia universal, sino historia de los hombres, ni sentido de ésta, porque careemos de leyes de la historia, sino que cree en los hombres particulares. Lo que una democracia, un gobierno justo tiene que hacer, es respetar al individuo en tanto que persona, es decir, como un fin y no como un medio. Las democracias actuales, y nuestro sistema de enseñanza, consideran al hombre un medio, lo instrumentalizan, lo eliminan como persona. Y además, todo ello, en nombre de la libertad, la democracia, la igualdad…por eso el análisis de Nacho, utilizando a Popper, me parece certero, porque ha mostrado que nuestro sistema educativo es pensamiento utópico y, por tanto, alienante. Elimina a las personas. Y es así porque su metodología social es historicista, holista y utópica. Y todo ello está en contra del auténtico pensamiento liberal y democrático que defiende la sociedad abierta, no un mundo cerrado orwelliano, que es en el que desgraciadamente estamos. Otra cosa, para construir hay que destruir el engaño primeramente. Y mis palabras no fueron huecas, a menos que a usted se lo parezcan por simple desconocimiento de la metodología de las ciencias sociales y de Popper en particular. Un cordial saludo y doy por terminado este diálogo hasta que usted no se haya informado suficientemente.

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