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Filosofía desde la trinchera

Lo que pudo ser un comienzo apaciguador.

 

            Creo que el grupo socialista tendría que haber votado positivamente la moción del grupo ciudadanos de Villafranca. Creo que hubiese sido una gran muestra por su parte, puesto que tienen la mayoría de la representación de los ciudadanos, de calmar los ánimos o, mejor, eliminar tensiones y persuadir y apelar al espíritu democrático de los ciudadanos. La política exige ejemplaridad, virtud pública, el político debe ejercerla. Era una oportunidad de oro de la cual los ciudadanos hubiésemos aprendido mucho. Todos hemos perdido en esta batalla, de una manera o de otra. La democracia es la mejor arma política, y si la consideramos como una forma de vida, ética, para alcanzar el respeto y la tolerancia. Por eso todos tienen que dar un poco su brazo a torcer. Y en esto, el ejemplo del político es fundamental. Si el político siembra tormentas cosecha tempestades. Y eso es lo que ha ocurrido por desgracia en nuestro pueblo. Y no se trata de decir quién es más o menos culpable. Salgo, para esta reflexión, de esta polémica que la historia juzgará. De lo que se trata es de ejercer la virtud máxima que hace posible la democracia. Esa virtud es la tolerancia. Y ella consiste en muchas cosas. Una es el respeto al otro aunque tenga una opinión, idea, creencia distinta a la mía. Otra es soportar lo que yo creo que es el error ajeno. Ambas son buenas conquistas. Pero, aunque necesarias, son insuficientes desde el punto de vista de la vida política. La tolerancia, en un sentido más profundo, viene a consistir en la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Y ello supone que quizás yo no tenga la razón, lo que sí está claro es que no tengo toda la razón. Y como eso está claro el otro tendrá algo de razón. Por ello la tolerancia es la capacidad ética de ponerse a dialogar. No sólo el soportar estoicamente la opinión del otro. Esto, en definitiva, es falta de respeto. Quizás, democracia formal. Es decir, los mecanismos institucionales permiten que tú hagas una moción, pero yo no entro en el diálogo. La decisión política está tomada de antemano. Esto no es democracia, señores, esto es la cascarilla de la democracia. Es partidismo. Es curioso que un grupo que cambia casi totalmente su representación siga manteniendo la misma opinión. Otro vicio de la democracia en la que estamos y que los primeros plenos han dado ejemplo claro de ello, obediencia de voto y, por tanto, ausencia de libertad de expresión y de democracia interna en el partido. Pero ya sabemos que en los partidos políticos no hay democracia, tampoco tolerancia. Lo que sí hay es obediencia al líder. Por eso lo que hay es servilismo. Hemos perdido una magnifica oportunidad de pedagogía política –que nos es muy necesaria- por parte de nuestros representantes que son los responsables de la ejemplaridad pública.

 

                                   Juan Pedro Viñuela

 

                                   05 de julio de 2011

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