“Los hombres no son naturalmente ni reyes ni grandes, ni cortesanos ni ricos; todos han nacido desnudos y pobres, todos sujetos a las miserias de la vida, a los pesares, a los males, a los dolores de toda clase; en fin, todos estamos condenados a morir. He aquí lo que es verdaderamente el hombre, he aquí de lo que ningún mortal está exento.” Rousseau. Emilio
Unas bellas palabras para definir la igualdad del hombre a las que no es posible añadir nada más. Quizás el comienzo de la última obra del autor Meditaciones de un paseante solitario, que desde la primera vez que las leí hace casi treinta años me atrajeron como un imán. En esta primera frase de su esrito Rousseau iguala al hombre en la soledad, “compañera” de viaje de la que no se puede escapar: Heme, pues, aquí, en el mundo solo sin mas amigo, prójimo, ni compañía, que yo mismo.
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