Efectivamente. Y esa crisis ambiental, que es lo que podemos llamar problema ecosocial es el resultado del tipo de relación del hombre con la naturaleza. Esta relación ha sido de dominio y explotación. Pero no es la única posible, como sostienen los partidarios creyentes en el dios del progreso. No. La relación entre hombre y naturaleza es biológica y cultural. La cultura es nuestra segunda naturaleza que emerge de la primera. E, igual que nuestra naturaleza biológica, no es cerrada, sino abierta. Por eso somos seres con historia, por eso hay encrucijadas y elecciones. El neolítico fue un paso que dimos y que no tiene vuelta atrás. A partir de ahí venció la relación de dominio del hombre sobre la naturaleza y la mujer (familia patriarlal). Hubo otros, pero sucumbieron. La tarea ahora es doble. Una tarea técnica, cómo guiar una política del decrecimiento, porque el decrecimiento ya existe, lo que ocurre es que va desbocado, y otra filosófica, política y ética, que tiene que crear el tipo de conciencia en la que se pueda pasar del antropocentrismo al ecocentrismo. Es una ética del cuidado. Como decía el filósofo Manuel Sacristán, “hay que cambiar del paradigma del crecimiento (y esto en los años ochenta, poco antes de su muerte), al del cuidado.” Una bella frase que encierra un profundo conocimiento. Me la enseñó Riechmann, a la vez discípulo de Sacristán.
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