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Filosofía desde la trinchera

Claro, es que no hay que mitificar a nadie. Hay que aprender de sus virtudes, si las tiene, y obviar sus defectos. Además, excepto escasas excepciones en la historia de la humanidad todos somos más o menos iguales. En unos abundan unos vicios más que otros y en otros abundan otros. En unos unas virtudes y en otros otras. En fin, es lo que hay y si lo contemplas desde la perspectiva de La Muerte, entonces todo carece de importancia. Y, además, hay que aplicarse la sabiduría antigua, el estoico Terencio decía, “hombre soy y nada de lo humano me es ajeno.” Y añado, tanto en lo que se refiere a la virtud como al vicio.

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¿Qué le impide a los españoles echarse a las calles?

La pereza y la cobardía como condición propia del hombre. Pero además hay factores culturales. Insisto, España no pasó por la Ilustración, brevemente en la II República y en la constitución de las Cortes de Cádiz, 1812. Pero después de la segunda República se castró o eliminó literalmente toda la base de izquierda de este país y se convirtió en un país de sumisos y trepas. La transición, un continuismo, mientras que la democracia se forjaba en las calles, la Constitución y los partidos se doblegaban al poder reaccionario establecido desde el golpe de estado. Y lo máximo que de ahí pudo salir fue el bipartidismo que nos ha llevado a una partitocracia oligáquica. Pero hoy nos hemos dado cuenta de todo esto y hay que salir a la calle para acabar con ello, no se trata sólo de la dimisión del gobierno por su situación vergonzosa y por lo que ha hecho, sino de iniciar un proceso constituyente.

 

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