Blogia
Filosofía desde la trinchera

Para aquellos que creen haber descubierto el Mediterráneo con lo de la inteligencia emocional y, peor aún, con la educación emocional. Y no es que yo esté en contra de ello, pero es que el tema ya estaba desarrollado desde Aristóteles y llega a su culminación con la ética de Spinoza. Dejo aquí algunas afirmaciones de este filósofo genial que abrió las puertas de la Ilustración, en lo político con su idea de tolerancia desarrollada en su “Tratado teológico político” y en lo científico, con su “Ética demostrada según el orden geométrico”, no hay que olvidar que los dos primeros capítulos están dedicados a Dios y al conocimiento y que dios es, para el filósofo, la naturaleza. Y que, por otro lado la máxima alegría del hombre, su felicidad y libertad, consisten en el conocimiento de dios, la naturaleza, que en definitiva es un autoconocimiento puesto que el hombre es un modo de la naturaleza. Dicho con lenguaje más moderno, las partículas elementales que nos componen tienen trece mil millones de años, los mismos que el universo (por el principio de conservación de la materia y energía) y han adoptado, momentáneamente, este modo de ser. Por ello el conocimiento científico es un modo de acceso al conocimiento de nosotros mismos y de la divinidad, naturaleza (Universo). De ahí que sea  la máxima alegría del hombre. Ahora bien, este conocimiento debe ser dirigido por la razón. Las emociones, afectos, que los llama el filósofo, son ciegas (y esto último lo añado yo) Todos los textos pertenecen al libro cuarto de la Ética, titulado “De la servidumbre humana o de la fuerza de los afectos”

“Y así, cuanto más nos esforzamos en vivir bajo la guía de la razón, tanto más nos esforzamos en no depender de la esperanza, librarnos del miedo, tener el mayor imperio posible sobre la fortuna y dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón.”

“Quien vive bajo la guía de la razón se esfuerza cuanto puede en compensar, con amor o generosidad, el odio, la ira, el desprecio, etc…que otro le tiene.”

“Al deseo por el cual se siente obligado el hombre que vive según la guía de la razón a unirse por amistad a los demás, lo llamo honradez, y llamo honroso, lo que alaban los hombres que viven según la guía de la razón, y deshonroso, por el contrario, a lo que se opone al establecimiento de la amistad…la verdadera virtud no es otra cosa que vivir conforme a la guía de la razón.”

“El bien que apetece para sí todo el que sigue la virtud, lo deseará también para los demás hombres, y tanto más cuanto más conocimiento tenga de Dios”

No olvidar que dios en Spinoza es la naturaleza o el universo. Teoría panteísta. Y no olvidar que la virtud es vivir conforme a la razón y vivir conforme a la razón es dominar los afectos para no ser presa de su servidumbre. Esto es una verdadera educación emocional. No lo que se nos vende ahora, como creatividad, dar rienda suelta a las emociones. Como si eso fuese la libertad. Basándose en una supuesta bondad originaria del hombre. Otro mito, que el mismo Spinoza, sin darse cuenta, y en el mismo capítulo destruye. Pongo la referencia (para aquellos que tengan aún una cultura libresca y no epidérmica basada en Internet, post (comentarios, vaya) o papers (artículos de toda la vida, vamos) porque la cita es muy larga: Escolio II a la Proposición XXXVII p 303 de la tercera edición de Vidal Peña, Editora Nacional, Madrid, 1980. La lectura de este Escolio es absolutamente necesaria para el tema de la bondad originaria. Quedan claros: el concepto de naturaleza, que en este estado, el de naturaleza, no existe ni el bien ni el mal, porque no hay leyes (es un adelanto al concepto de falacia naturalista: no podemos predicar del ser algo que corresponde al deber ser: la ética y el derecho) y tres, la necesidad de las leyes en la sociedad civil para regular la natural (empatía diríamos hoy) sociabilidad del hombre. Ahora bien, estas leyes vienen dictadas por la razón. Y, tanto de nuestro comportamiento con respecto a ellas, como de las propias normas morales y leyes, si podemos decir si son buenas o malas, perversas o tolerantes… Y ahí está el trabajo de nuestra praxis política: intentar cambiar lo que nos parece injusto.

0 comentarios