Esto de los libros de autoayuda es otra. La sociedad está enferma y enferma a sus miembros, los ciudadanos. Distintas formas de vida, distintas formas de estar en el mundo y de sentir, independientemente de los factores genéticos que van a condicionar, que no determinar, la bioquímica del cerebro. La magia, el mito la religión son fundamentales en el bienestar del hombre. Dan sentido a su existencia, son mecanismos adaptativos que han sido exitosos, por ello estamos aquí. Es más, no podemos desprendernos de ellos fácilmente. Ya decía Nietzsche: “No nos veremos libres de dios mientras no nos veamos libres de la gramática”. La ausencia de las religiones tradicionales ha dejado a gran parte de la ciudadanía en el vacío y ello sumado a las exigencias de la vida posmoderna mercantilista y de consumo que nos lleva directamente al nihilismo. Todo ello, decía, ha hecho que el ciudadano se quede sin sentido y huya hacia los libros de autoayuda, las drogas (legales e ilegales), las psicoterapias y demás terapias alternativas. El cura, el psicoterapeuta, las medicinas, la filosofía pueden hacer poco en lo referente a la conquista de la felicidad. En todo caso el psicoterapeuta y el filósofo, cada uno desde perspectivas distintas, pero complementarias, pueden ir a las causas, pero no cambiar la bioquñimica. Por eso son un excelente bálsamo. Pero, sostengo, la felicidad o infelicidad es una cuestión bioquímica que algunos factores externos pueden potenciar. Las medicinas, el psicoterapeuta, la filosofía sirven de gran ayuda pero se tropiezan con un umbral insuperable. Hay gente que es feliz por naturaleza ante la adversidad y gente que es desgraciado por naturaleza en la abundancia.
Por eso, y esto ya desde la filosofía y la ética. Creo que el tema fundamental es el de la libertad, la dignidad y la justicia, no el de la felicidad, que por lo demás es un tema novedoso porque se refiere a una felicidad egoísta y narcisista. La típica de la sociedad posmoderna en la que vivimos. Un saludo.
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