Efectivamente, la cultura, la forma de vivir, los valores imperantes en la sociedad favorecen o condicionan positiva o negativamente el suicidio. Lo cual, desde el punto de vista de la enfermedad, quiere decir que no es el individuo la causa de su enfermedad, sino al contrario. La vida se constituye por el yo y el mundo. Y estos son una unidad en la que puede o no haber armonía. Y, por supuesto, no hace falta estar enfermo para suicidarse, también puede ser cuestión de valores que nos impiden adaptarnos a los valores imperantes en la sociedad. Ante esto caben muchas posturas: desde el escepticismo, el cinismo, el enclaustramiento, o el mismo suicidio… En fin, que por ejemplo en el Renacimiento (época optimista y de expansión en todos los sentidos, de fe y confianza en el hombre y sus facultades), los grandes artistas y filósofos, podían ser muy raros y megalómanos, pero no se suicidaban. A lo peor iban a la hoguera. Pero en el Romanticismo (la muerte de dios y el sin sentido del mundo y la vida y el tedio) sí aparece la cultura del suicidio. Precisamente acabo de empezar un libro que se llama “Melancolía y suicidios literarios” de Toni Montesisnos que habla de todo esto.
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