Libertad de educación y educación para la libertad.
Podría seguir hablando largo y tendido, pero ésta será mi última entrega de lo que ha constituido una trilogía sobre la enseñanza de la religión. Que nadie se me asuste cuando hablo de educación para la libertad como un posmoderno coaching, ni nada por el estilo. Tranquilos, no me he movido de la Ilustración Kantiana. Para concluir esta trilogía no me voy a centrar sólo en la religión, sino más en la educación, mejor, enseñanza en general. He mantenido en los artículos anteriores dos tesis: la necesidad de la enseñanza del hecho religioso y dos, la necesidad de eliminar la enseñanza de la religión confesional, todas, especialmente la católica por ser la mayoritaria. Ahora lo que voy a defender es que la enseñanza no es más que un adoctrinamiento del poder y que por tanto no debe ser en ningún caso obligatoria, aunque sí universal con la intención de eliminar la desigualdad, manteniendo la libertad.
El sistema social o la sociedad que hemos creado es una aberración comunitaria que anula al individuo. Y una de las formas de anulación del individuo es por medio de la enseñanza. Ahora bien, la anulación del individuo es la anulación de su libertad. A mayor número de leyes y de normativas, a mayor burocratización de las relaciones sociales, menor libertad en estas mismas relaciones. La enseñanza es uno de los mejores vehículos clásicos, ahora existen otros más sutiles y eficaces, de dominación. La educación no se hace obligatoria con la buena intención que el poder tiene de que todos tengan acceso a la educación y a través de ella lleguen a ser ciudadanos libres, iguales, críticos, cultos, reflexivos y bla, bla, bla… esto es una sarta de mentiras ideológicas que lo mismo aparece en la LOGSE que en la LOMCE. Pero si después uno va a la normativa de educación y a los currículos se da cuenta de que no todo el monte no es orégano, que hay una mano que dirige el sentido de la educación y que nada tiene que ver con la basura ideológica que destilan los preámbulos. Todo ley de educación obligatoria que, para empezar, debería llamarse enseñanza, -porque la educación es privada, es dominio de la familia y no se la puede arrebatar- es una intromisión en la libertad de las personas. Lo que se pretende con la educación es una formación reglada dirigida a unos intereses marcados por el poder y por las modas educativas que el poder utiliza como vehículo de cambio. El sistema obligatorio de educación, no sólo pervierte la intimidad del ciudadano que será educado parcial e interesadamente en los fines que el poder tiene pensado para él, sino que también formará a un ejército (el profesorado, las juntas directivas, la inspección…) obediente, sumiso y fiel a la norma y que no osará plantearse la cuestión mínima de por qué este currículum y no otro. Por hablar de mi especialidad y siguiendo a M. Onfray, no por usar el argumento de autoridad, sino porque en su obra se encuentra la argumentación debida, por qué después de Sócrates explicamos a Platón y a Aristóteles y después damos el salto a la filosofía cristiana. Por qué no cogemos la otra rama, igualmente heredera de Sócrates, pero que optó por el individuo, la autonomía, el ateísmo, la crítica social frente al autoritarismo comunitario que viene a defender Platón, perpetúa, Aristóteles y, después, dando el salto al cristianismo se extiende por toda Europa como verdad universal. Es la historia de los vencedores. Por qué no se explica la ciencia y la filosofía islámica, precisamente desarrollada en Al-Ándalus, sin la cual hubiese sido posible el Renacimiento y, en realidad, Europa. Y, por qué no hablar de los ultras de la Ilustración, que eran los auténticos ilustrados: ateos y materialistas y nos conformamos con el moderado Voltaire. Y Por qué no se explicar a Spinoza, el filósofo judío de origen español que abre el paso a la Ilustración con su concepto de tolerancia y de la separación entre el estado y la iglesia. Y abre una nueva visión del mundo panteísta que elimina la dualidad cuerpo-alma y abre realmente el camino para construir la ciencia rompiendo con todos los prejuicios de la tradición religiosa. Y así podría seguir. Y en Historia y Literatura igual. Y por qué es más importante las Matemáticas y la Lengua, que se han dado en llamar, instrumentales, que la educación artística, o humanística. Por qué no hay una armonía. Por qué la Ética, que, por cierto ya hasta ha desaparecido junto con la Filosofía, es una maría, cuando nos enseña a vivir, y la Química, la Física, la Biología son imprescindibles, junto con la Economía, la Contabilidad, el emprendimiento como valor transversal. Como si el que está enfrascado en la construcción de un poema no estuviese emprendiendo algo.
En conclusión defiendo la educación libre, que significa un currículum libre del que cada institución de enseñanza sea responsable y los padres, lo suficientemente libres, como para llevar a su hijo a un determinado sistema de estudios o a otro. Y una enseñanza para la libertad en el sentido de que la adquisición de los conocimientos forme a un individuo que se transforme en persona. Es decir, en un ser autónomo: alguien que se da la ley a sí mismo por encima del miedo y la comodidad. Pero el ejército que ha sido creado por el poder es obediente y sumiso. No quiere la libertad, prefiere la sumisión. ¿Cómo va a producir a hombres libres? La enseñanza, si no es libre es una forma de perpetuación del poder. Desengañémonos y admitamos que habitamos en la caverna y que permanecemos en ella por un tejido de cobardía y comodidad.
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