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Filosofía desde la trinchera

Ya recuerdo el artículo con lo que me dices en la primera parte del mensaje. Bueno, lo que pasa es que esto tiene sentido en la consulta de un psicólogo, no en el perfeccionamiento espiritual. Te sonará a locura, pero todo eso es apariencia y en cuanto comprendes que tu yo es apariencia y que está construido de todo eso, traumas y alegrías, todo ello se difumina. Claro, esto crea un problema, que es el que te vengo planteando desde hace tiempo. ¿Cómo restaurar la injusticia? Bueno, pues ayer encontré un principio budista, que había leído cuando joven y que dice: “Cuando los demás, por envidia, me maltraten con ofensas, calumnias o desprecio, practicaré aceptando la derrota y ofreciéndoles la victoria.” Está en los ocho principios de adiestramiento de la mente del budismo en el blog de Juan Manzanera. Evidentemente estamos hablando de distintos niveles. Tú respuesta podría ser, como pensaba yo, que así dejas que se perpetúe la injusticia en el mundo, pues no. Primero, tú no sufres, segundo, tú frenas la cadena de injusticias y extiendes la compasión y el amor al otro. Imaginemos que la situación es mucho peor y que mueres. Tampoco pasa nada. Todo es apariencia. En el fondo existe un equilibrio de los contrarios, del bien y del mal. Lo siento, pero es un salto de nivel impresionante y doloroso el darlo. ¿Quién ha entendido el mensaje ético de la compasión y de los evangelios? No se puede entender el mensaje del amor al prójimo si no lo combinas con el mensaje del reino de dios (una metáfora, se refiere a la felicidad, la nada, el ser, la conciencia plena) que a la par se predica en los evangelios; es decir, se nos dice, no te preocupes por el hoy ni el mañana, mira a los lirios del campo, ellos viven y nada más. Pues lo mismo. Esta mañana te puse un ejemplo de meditación trascendental, la de “Yo soy”, precisamente la que iba a hacer después. De lo que se trata es de llegar a conocer, igual a ser, la naturaleza del yo soy, que no es ni la física, ni la psicológica, ni la biográfica, sino la de la conciencia absoluta. Y desde esta conciencia absoluta solo hay presencia absoluta. Ninguna importancia tienen esos daños psicológicos, eso es individualidad del ego y, por ello dualidad, apariencia. Hay un salto muy grande entre la mera psicología y lo espiritual filosófico. Y el caso es que si llegas al yo soy, ni siquiera eso tiene ya importancia. La experiencia de la absoluta presencia es la experiencia de la nada que es el No Ser, que para los orientales es la vacuidad.

¿Para qué quieres tener en orden el pasado si el pasado no existe? Precisamente alguna hipnosis que he visto  como terapia de la angustia lo que te intentan convencer, en estado hipnótico, es de la vacuidad de aquello que tú crees que te puede afectar. Lo que pasa es que son sólo técnicas. La sabiduría milenaria la tienes en las religiones sapienciales y en la filosofía práctica. Tienes que resolver un problema el de la no dualidad y tu fijación con el pasado. Es doloroso, lo mismo me ha pasado y me sigue pasando a mí con la injusticia en el mundo, o en el sistema educativo, que es lo que tengo más cercano. Cómo hablar sin caer en la dualidad y sin sufrir. El caso es que, no sé cómo, lo estoy consiguiendo, y no a base de pastillas, porque cada vez tomo menos y estoy mejor. Hasta creo que mi cuerpo está empezando a rechazarlas. Ya te mandaré un enlace de hipnosis, pero lo que tú pides es una terapia entera, como la que me sugeriste a mí y eso, gratuito, no lo hay.

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Claro, cuerpo y espíritu deben estar equilibrados. Pero es que el espíritu no es individual. Lo individual no tiene importancia, pero a la vez sí la tiene. En las escritura se nos dice que el  cuerpo es el templo del espíritu. Y esto, como todo, es metafórico. Hay que cuidar al cuerpo, hay que mantenerlo sano para poderlo trascender. De lo contrario, te ocupas del cuerpo y no del espíritu. Mira, un ejemplo contradictorio. Hoy en día la gente va a los gimnasios, no por el placer del ejercicio físico, sino por el placer imaginario de un cuerpo bello. Bien, lo primero es saludable, lo segundo es un vicio que nos aleja de la realización espiritual. El cuerpo sano, tanto física, como psicológicamente es más accesible a la espiritualidad; es decir a acceder a valores superiores: es honesto, no tiene envidias, ni guarda rencores. Es un cuerpo- mente preparado para acceder a una vida espiritual superior, aunque con alcanzar esto ya es más que suficiente. Pero una vida espiritual superior trasciende esta conciencia psicológica, que es dualista y aparente, y nos sitúa en un estado de conciencia superior. Con la práctica de la meditación lo consigues. Pero también hay un problema y que es objeto de meditación, el de la consciencia. Durante la meditación con la práctica y con suerte alcanzas a veces ese estado de paz que lo trasciende todo, que no es la simple relajación profunda, que ya es mucho también, pero en la vida diaria te enfrentas con la corriente psicológica de la mente que te llena de ocupaciones y preocupaciones, de proyectos, argumentaciones, deberes, emociones, positivas y negativas y toda esta consciencia va en dirección contraria de la conciencia plena. Y, de lo que se trata, precisamente es de extender lo máximo posible ese estado de conciencia plena, el aquí y el ahora, a lo largo del día. La escisión entre meditar y la vida cotidiana es menester salvarla, sino se convierte en un mero ritual. Por eso insisten tanto, los budistas y la práctica del Mindfulness, en la meditación informal. La que uno hace a lo largo del día en cualquier momento. Aprovechando un hueco, un minuto esperando en la cola de lo que sea. Andando mientras vas al trabajo, en un paseo. Sentado esperando a alguien…incluso mientras escuchas a alguien. Debe convertirse en hábito. Por eso Vicente Simón dice que los que llevan muchos años de meditación, no sólo tiene un cambio superficial en sus cerebros, a nivel de redes y conexiones neuronales, éste se obtiene en unas semanas, sino que presentan un cambio estructural en ciertas zonas del cerebro que ahora no recuerdo.

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Efectivamente, tienes toda la razón y muy bien explicado. El problema es la mente. Y la dualidad comienza a producirse en el mismo embarazo. Lo que yo te digo es que es inevitable. Eso sí, que hay formas culturales más benignas para la unidad, como aparece en el reportaje que me pasaste o las religiones paganas desaparecidas hace mil quinientos años con la implantación forzosa del cristianismo, pues no te voy a decir que no. Efectivamente. Y que es necesario recuperar toda esa sabiduría, pues claro. En eso estamos los dos. Enhorabuena, cómo has resuelto el problema, yo lo veía casi una paradoja. Está claro, que era un problema y tenía solución. Lo que pasa es que, igual que el asunto del bien y del mal, la justicia en el mundo, ¿qué debe hacer uno?, es decir, el problema de la acción. Ante todo esto le queda a uno un regusto amargo porque creo que se mueve uno en el nivel del análisis, de la reflexión, lo mental y no pasa al nivel de la consciencia, sólo en la meditación donde ahí si lo veo (siento) claro. El problema es que en el nivel mental, por eso es aparente, conocer no es igual a ser, se mantiene la dualidad. Por eso aparece en el fin del pensar, con la obra de Heidegge y de Wittgenstein, el problema del lenguaje. Decía Wittgenstein, “el lenguaje constituye mi pensamiento.” por tanto “El lenguaje son los límites de mi mundo”. “El resto, lo que está más allá del lenguaje, no es el mundo, no se puede decir, es lo místico.” Y, precisamente, lo importante es lo que no se puede decir. “El lenguaje es como el ojo y el campo de visión” “El lenguaje está en el límite del mundo, lo constituye” “Hay que abandonar el lenguaje para salir del mundo”. “El mundo es la totalidad de lo que acaece. Y lo que acaece es lo que es” “Y todo lo que es se puede describir por el lenguaje” “El lenguaje es una descripción del mundo.” “El sentido del mundo cae fuera del mundo” “está dentro de lo místico, de lo que no se puede decir” “Y lo que no se puede decir, sólo se puede mostrar. Y esto es lo místico”, pero, claro, “De lo que no se puede hablar mejor es callarse.” (Así termina la obra) Por eso todo aquello de lo que no se puede hablar se expresa por el arte, la acción ética, sólo se puede mostrar. Por eso no puede haber tampoco maestros, sino alguien que te señale el camino. O señales que tú ves en el camino. Todas las citas pertenecen a la obra de Wittgenstein Tractatus lógico-Philosophicus” Es que me lo sé casi de memoria, lo leí siete veces y después lo grabé en cinta de casete para escucharlo, porque es un libro muy cortito, pero central. Y ayer terminé el libro de “La sabiduría de la no dualidad” con unas páginas dedicadas a Wittgenstein y el hinduismo advaita. Por eso me he acordado.

 

 

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