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Filosofía desde la trinchera

“Por suerte para nosotros Sócrates existió. Y existió también un Platón que se empeñó en recoger su mensaje. Por eso mismo buena parte de nuestra cultura puede entenderse como un ejercicio permanente de profundización en nosotros mismos. Hay un hilo de unión, una comunidad de sentido entre, por ejemplo La apología de Platón. Las confesiones de san Agustín y Rousseau, el psicoanálisis de Freud, la literatura de Proust, la filosofía de Husserl, La Soge Heideggeriana…” Gregorio Luri.

Genial el texto. Una auténtica verdad. Toda la historia de la cultura occidental y los momentos más álgido, de los que se citan algunos, casi que arbitrariamente, aunque no del todo, no son más que un camino del hombre hacia el conocimiento de sí mismo, y del individuo en particular también. Hoy en día no hemos salido del conocimiento socrático del conócete a ti mismo. Y, hoy en día, más que nunca, es necesario ese ejercicio de profundización en nosotros mismos porque andamos absolutamente perdidos. Hemos perdido nuestro norte como seres humanos. Nos hemos convertido en meras máquinas de obedecer y consumir, aborregados, pacientes y sumisos. Y se está haciendo un ataque feroz al pensamiento. Porque el pensamiento está contra el status quo, es peligros. Pasa como con Sócrates, o Sócrates o Atenas, y por eso Sócrates, de alguna manera, no murió injustamente, todo lo contrario, Sócrates era un peligro para Atenas. Había que terminar con el pensamiento. Lo mismo ocurre hoy en día. Por eso se está terminando con el pensamiento. Lo cual me recuerda al final de la película Blede Runner, cuando muere el último replicante y pongo la cita porque nunca me cansaré de escucharla y de compararla con nuestra “realidad”. https://youtu.be/3d3nrRuJ_bs

“Atenienses, si me matáis a mí, no encontraréis fácilmente otro ciudadano -.lo digo aunque pueda parecer ridículo- enviado a Atenas por el Dios para que actúe como un tábano, azuzando a un corcel, noble y generoso, pero indolente por culpa de su misma grandeza.” Apología de Sócrates.

Más claro no se puede expresar la muerte del pensamiento, del individuo frente a la comunidad, que con estas palabras. Palabras ciertas, pero que le llevan por su orgullo a la muerte. Sócrates hace una mala defensa porque escucha a su daimon (a su yo interior, libertad, su dios particular) y no a la política. Pudo haber salvado su vida perfectamente, pero no quiso. Hace una mala defensa, e incluso pone en evidencia al tribunal, a sus acusadores y a los mismos atenienses. Ejerce de tábano con ironía e imperturbable. Aunque sea una visión legendaria de Platón es un imaginario de la cultura occidental, como es la muerte de Jesús, similar en muchos aspectos, ambas son voluntarias y pudieron ser evitadas. Lo que ocurre es que nos ofrecen dos imaginarios distintos. La muerte de Sócrates nos ofrece también la inevitable tensión entre La polis (política) y el pensamiento, el individuo (la ética.) Una tensión inevitable que ha recorrido toda la cultura occidental y que debemos examinar para seguir en ese camino de autoconocimiento. Se nos expresa también en esa sociable insociabilidad de la que nos hablaba Kant. O lo que hoy en día llaman los biólogos, egoísmo recíproco, o los más remilgados, altruismo recíproco. El caso es que andamos en esa escisión y no salimos de ella. Por mi parte insinúo que la recuperación de la conciencia yace en la búsqueda de la Unidad y que Sócrates era consciente tanto de la escisión como de la unidad. Porque es en él donde se produce. Y todo el ejercicio de conocimiento de nosotros mismos es la búsqueda de nuestro fundamento, de nuestra unidad por la vía de la razón. De ahí las confesiones de Agustín de Hipona, o las de Rousseau, y el psicoanálisis. Pero es necesario tener en cuenta también a Nietzsche y su filosofar con el martillo. Buscar el fundamento de la cultura occidental es la deconstrucción de la cultura occidental misma, precisamente, desde Sócrates para acá. Y la última transformación de Nietzsche es la del león, que dice, No, a la del niño, que, simplemente, juega poniendo sus reglas, crea. Está en la unidad con el sí mismo y con la naturaleza, no hay escisión. La cultura es la escisión. En el fondo de nuestro yo está la Unidad. Tal Unidad parece que Sócrates nunca la perdió y es esa unidad, otra semejanza con Jesús de Nazaret, es la que le lleva a la muerte. Y esa unidad es la que persiguen los estoicos, los cínicos… y muchos otros que permanecen ocultos en la historia de la cultura oficial de occidente.

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Voy poco a poco. En Grecia no tiene el origen del pensamiento dual. Yo creo que va apareciendo poco a poco con el neolítico. Es anterior a las religiones del libro que pertenecen a nuestra tradición. Porque en ellas ya se hace mención a la escisión y cómo trascenderla. En Grecia lo que pasa es que se toma conciencia racional de esa escisión. Los primeros filósofos, que siguen siendo míticos, en parte, muchos reclaman la unidad, como Parménides y Heráclito. Y todos buscan el arjé (que es el principio unificador de las apariencias que son múltiples y son lo que observamos por los sentidos.) Lo que afirman es que la razón nos llevará a la unidad.

Separar la vida privada de la pública, yo creo que está en los orígenes y eso se va cuajando en el neolítico. De todas formas siempre la vida pública fue muy importante: excepto para los esclavos y las mujeres. Ya en la época griega había esta separación, pero los hombres libres llevaban una vida pública importante y, su vida privada tenía que ser ejemplar públicamente, con lo cual no era tan privada. Y aquí es donde reside el caso de Sócrates, que es el que introduce la eticidad o la ética o a la persona frente a la Polis. Por eso se le acusa de impiedad, por no aceptar los dioses y las tradiciones (que en apariencia si lo hace), pero sigue a su daimon (dios particular: voz interior, la libertad, vamos) Y entonces se abre una escisión: La colectividad frente al individuo, la ética frente a la política. Pero él cree que esa escisión se puede eliminar siguiendo a la razón. Y eso es lo que hace Platón, pero llega a un autoritarismo político en el que elimina al individuo. Los otros herederos de Sócrates, renuncian a la Polis y afirman al individuo: estoicos, epicúreos, cínicos y escépticos. Algunos se identifican con la naturaleza y la política con el cosmopolitismo. Esta línea, que es la de la unión, es la que no ha triunfado en occidente. Triunfó Platón por la vía del cristianismo. Como dice Nietzsche: “El cristianismo es platonismo para el pueblo.”

Efectivamente, si vamos desde Platón a nuestros días hemos ido alimentando, salvo excepciones esa dualidad principal. Y hoy en día estamos en el máximo estado de alienación (como lo llamaba Marx) o escisión y división que nunca. Por eso el mundo, si lo miramos fríamente y sensatamente, pues, simplemente, nos parece una locura. Y es lo que es. Porque vamos contra nuestro propio ser y eso es una locura. Hay que seguir el Ser que es la unidad. Muy interesante lo de una globalización de la conciencia. Lo apunté hace poco: la globalización de la conciencia debe pasar por una toma de conciencia ética universal. Una conciencia ecocéntrica, que elimine el antropocentrismo y que, reconozca, que somos un elemento más de la biosfera. Que constituimos una unidad. Si no damos ese paso ético, lo damos al abismo. Pero a la naturaleza no le importa nada. El sufrimiento y la angustia sólo son humanos.

Efectivamente, somos esclavos de nuestra ignorancia. Es un estado de ceguera. Como bien nos señala en su novela Saramago “Ensayo sobre la ceguera”

 

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