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Filosofía desde la trinchera

                               La filosofía aplicada o Cura sui. (Curarse a sí mismo)

Tú también vas a perecer;
sabiendo esto, ¿cómo puedes pelearte?
Aforismo Budista.

 

Mis estimados y sufridos lectores, si alguno queda. Me propongo anunciarles un giro en mi filosofía que quizás pueda sorprenderles. Si alguno me ha seguido, algo he anunciado en dos artículos en la edición digital. Llevo muchos años dedicado a la actividad filosófica como un conocimiento del mundo, para tener una idea general de él, y como conocimiento de las ideas y creencias que uno tiene, junto con los semejantes, para, a través de este autoconocimiento intentar, desenmascarar lo que considero apariencias y, de esa manera, encaminar la mirada, tanto mía, como la de aquel que me escucha a la búsqueda de la verdad, el bien y la justicia. Considero que este es un camino legítimo, muy noble y virtuoso. Pero quizás sea un luchar contra molinos de viento. Y no significa esto una renuncia. Sino otra forma de luchar a través de una transformación interior muy profunda y guiada por la mano de la filosofía. No abandona uno el campo de batalla, ni deja de ver las injusticas del mundo, ni la miseria, ni la barbarie del poder. Me retiro a mi interior para entender mejor todo ello desde el conocimiento de mí mismo. Es decir, doy un paso más en el conocimiento de sí mismo socrático.

Me gustaría explicarles dos cosas, de momento. La primera de ellas es qué es la filosofía y en qué se ha convertido. Bien, la filosofía nace en Grecia en torno al siglo VII antes de C., pero esto no quiere decir que no existiese un saber tanto en Grecia como en otras zonas del mundo, como en China, la India, Mesopotamia, Egipto, por mencionar las más importantes y conocidas por los propios griegos. Pues bien, en el comienzo, la filosofía y hasta Sócrates incluido, que sigue siendo mi inspirador con su “Conócete a ti mismo” estaba unida a la sabiduría. Y, qué quiero decir con ello, pues lo que quiero decir es que el saber y el ser coincidían. Es lo que podemos llamar consistencia moral o ética. El filósofo era lo que decía. Y el caso de Sócrates es paradigmático, pero, como él vivieron todos los presocráticos. Pues bien, el descubrimiento griego fue que el Logos, la razón, el lenguaje, el discurso era lo común, lo común entre los hombres y lo común entre el hombre y la naturaleza. De ahí que el Ser y Pensar sean una y la misma cosa y que es necesario seguir al Logos, tanto para entender la naturaleza, como para entendernos a nosotros mismos, como para gobernarnos (democracia, darnos el logos, la ley a nosotros mismos). Claro, esto significa que el afán del filósofo no solo es el conocer. Sino que su conocer implica una transformación de su ser. Por eso, en la antigua Grecia estos filósofos eran tenidos como sabios, es decir modelos ejemplares de vida. Aunque hubiese diferentes escuelas. Pero, tras la muerte de Sócrates, un acto de su vida, que como sabio ejemplar, lo convierte en acto pedagógico (disculpen mi radicalismo, pero desde entonces se terminó la pedagogía). Es una de las cosas que uno ha descubierto o lo está haciendo en su viaje interior: que la sabiduría es antiquísima, que la superficialidad y que la ignorancia y la estupidez nos mantienen entretenidos mientras olvidamos nuestro interior. Como iba diciendo, tras la muerte de Sócrates es cuando aparece la filosofía como conocimiento desligada del ser. Sobre todo con su discípulo Aristóteles. De la figura de Sócrates se desprenden dos corrientes. La línea platónica en la que ser y conocer se comienzan a separarse. Llegando a la barbarie de las facultades de filosofía de hoy en día en las que existe una hiperespecialización de no sé qué saber que sólo sirve para dar de comer al que lo enseña, un saber académico y estrictamente profesionalizado y que intenta imitar a la ciencia, cayendo en el mito del cientificismo. Ya renuncié hace muchos años a esto y me dediqué a la filosofía mundana. Término inventado por Kant y me refugié en una forma de escribir cercana que fuese el artículo periodístico y el ensayo. Ahora he dado un paso más en el autoconocimiento en el que vamos a intentar recuperar esa vivencia de la filosofía en tanto que saber igual a ser. Por supuesto, sin caer en dogmatismos, ni fanatismos, ni new age. Se trata de hablar desde el interior, de sugerir, de no enjuiciar. De hacer pensar por la metáfora y con ironía, no con el ataque directo, ni la crítica racional. Se trata de enseñar la virtud y la felicidad como una conquista interna y, con la convicción de que la gran revolución surge del cambio en las conciencias. Y me agrada coincidir aquí con mi amigo Riechmann, también un antiguo luchador desde las trincheras, pero que piensa que el verdadero cambio y la única posibilidad para la humanidad es el cambio individual de las conciencias. Y es ese cambio individual el que se tiene que transmitir por osmosis, sino, nos vamos al garete, y ni a la tierra, ni al universo le importa. No somos nada en la eternidad del cosmos. Primera lección para el poder. Somos todo en el cosmos, puesto que somos el cosmos en tanto que todas nuestras partes son “polvo de estrellas” organizadas de una forma particular en este momento. Otra forma de expresar el “Dios o naturaleza” de Spinoza. Primera lección para todos los individuos. Por tanto, tenemos que ser Uno con el cosmos y la naturaleza. Y lo segundo que les quería contar lo dejaremos para futuras entregas. La paz consigo mismos les llevará a la paz con los demás.

 

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