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Filosofía desde la trinchera

Que va, aquí no se está hablando en el nivel espiritual, sino en el entramado de los tres niveles. Si quieres tener alienado los tres niveles, no vale echar balones fuera. Si tú eres uno, tú eres responsable de todo. “Cada cosa en su sitio” jaja, eso es una expresión de autoafirmación del yo. Recuerda, es el miedo. El miedo a dejar de creer en todo lo que creemos. Es curiosa una cosa que dice Juan Manzanera en el video. En un monasterio hay menos limitaciones, cierto, pero eso no implica que esas limitaciones no existan, lo que pasa es que no las tenemos resueltas dentro de un monasterio. No estoy hablando de vida espiritual. Sino del día a día.

Si el problema es que es de cajón, lo entendemos, pero no lo comprehendemos, hace falta más hemisferio derecho. Si yo ante la violencia actúo con violencia aumento la violencia. Si yo respondo con la no violencia, corto la violencia, incluso si me matan, pero ahí desaparece la cadena. Si yo critico e insulto a los políticos, introduzco odio en el mundo, luego introduzco desorden. ¿Qué hacer? No juzgar. Todo lo más describir y comprender por qué actúan como actúan que a mí no me gusta y me cabrea, que, por cierto, a mucha gente, entre otros los que les votan, no les cabrea. Algo anda mal en mi juicio. El mal dependerá de mí. Ser responsable, que no culpable. Entonces, para empezar, ni juzgar. (Recuerda lo que dice el evangelio “así como vosotros juzguéis, así seréis juzgados”, y no se refiere al cielo, sino a la vida misma, a la vida diaria.) De esa forma ya introduzco algo de paz y mejoro el mundo más que con mi crítica. Ésta es la revolución individual de las conciencias que tiene que haber. No hay nada nuevo en el mensaje. Lo dijeron Sócrates, Jesús de Nazaret, Buda, Lao Tse. Es la Paz, que sólo existe en la Unidad y somos “parte” de la unidad.

Un cuento del budismo zen dice, más o menos, lo que sigue. Un samurái enloquecido que había arrasado toda la comarca llegó a un templo y le preguntó al monje más sabio que le dijese cuál era el cielo y cuál el infierno y que si no se lo decía le cortaría la cabeza. El monje no respondió, muy enojado se lo volvió a preguntar y le amenazó con matarlo. El monje guardó silencio. El samurái desenvainó su espada y, entonces, el monje dijo: eso es el infierno, y cuando el samurái guardó su espada, dijo: y eso es el cielo. Es sabio y bello ¿eh? Buenas noches, mañana seguimos.

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Vaya, mira que lo estaba pensando, pero estaba muy cansado. Se me olvidó lo de la crianza. Iba a decir precisamente lo que dices tú. En la crianza y, sobre todo, cuando estamos hablando de un bebé, éste no es responsable de nada, cargará con la responsabilidad en el futuro de una mala crianza. La responsable de la mala crianza es la madre y los que la rodean (instituciones, familia,…). Todo es una cadena. El niño, de más mayor, sufrirá una mala crianza, y esa mala crianza dará lugar a pensamientos y emociones de los cuáles, aunque la causa de que se desencadenen esten en la crianza, él es responsable. La idea es que si uno quiere sanarse, y no hablo ya de espiritualidad, sino de tener sentimientos saludables (sin ira, sin rencor, sin vergüenza, sin timidez,…) pues tiene que actuar sobre todos sus pensamientos que causan esos comportamientos que le hacen infeliz. Luego puede venir el salto a la espiritualidad, pero eso es otra cosa. Yo hablo de psicoterapia. Pero es que además, el psicoterapeuta tampoco te cura, eres tú. Esta idea es muy importante porque estaba en el fondo del psicoanálisis. No importa que todos tus males vengan de la infancia, pero eres tú el que te tienes que hacer responsable de ellos. Y ser responsable es cargar con ellos, pero sin culpabilidad. Y sanarte es, una vez que los conoces, dejarlos ir. Y eso se hace mediante la compasión y autocompasión, el Amor y la paz. Y todo eso se transmite a tu alrededor. Si yo no cambio de actitud, mi grupo no cambia de actitud, cada vez son más mansos. Les estoy ayudando a conocerse, mientras me autoanalizo yo y me curo (cuido) de mis malos pensamientos. Se cura, curándose uno a sí mismo. Es curiosa la absoluta coincidencia entre el curso de milagros y el ho-oponopono. La diferencia es que éste es muy fácil de entender y, en la teoría, no produce reacciones, sí, en la práctica. Porque la práctica es la de pedir perdón continuamente. Pero pides perdón a tu yo superior. Es decir, de lo que se trata es de establecer un diálogo interno entre tus tres yoes, el inconsciente que es el cuerpo más material, las pulsiones, emociones y sentimientos, que tienes que amar, reprimir (no se elimina al cuerpo) en la terapia y autoterapia (sí en la filosofía, porque el cuerpo no es más que una manifestación de lo Uno, que es el Yo Soy, pero eso no nos interesa ahora) y de ese diálogo interno surge la perfecta alineación, utilizan la misma palabra que tú, entre esos tres yoes, que además representan lo que tú dices, cuerpo, mente y espíritu. Para ello hay que partir de que tú eres responsable de tus pensamientos (eso no quiere decir que tú seas responsable de una mala crianza, pero sí de lo que ahora mismo piensas, venga de donde venga. Te tienes que sanar tú, no odiar a tu madre, a la sociedad,…) y de que tus pensamientos construyen tu mundo. La causa del episodio de bulimia que tuviste, cualquiera sabe dónde está, pero tú lo solucionaste porque te hiciste responsable de ella, en primer lugar y, en segundo, porque decidiste amarte, cuidarte, de lo contrario hubieses seguido así hasta la muerte. Como le ocurre a cualquier drogadicto, no es más que un suicidio a largo plazo, no se quieren, ni quieren el mundo que sus pensamientos ha construido y deciden aniquilarse como les gusta. Y esto no es un juicio, es una descripción. A mí me da igual lo que hagan, son ellos los responsables. Yo lo he hecho y puedo volver a hacerlo. Eso nunca lo sabe uno. Creo que hay una confusión en ti entre responsabilidad y culpabilidad. Esa confusión es la herencia de la cultura cristiana. La responsabilidad es hacerse cargo de lo que uno tiene. Y qué tiene: un mundo que no le gusta y le hace infeliz. Y eso ¿por qué?, porque nuestros pensamientos los producen. Pues hagámonos cargo de nuestros pensamientos. La culpabilidad es un concepto cristiano de sumisión al poder, de anulación. Y, precisamente, todas estas tradiciones sapienciales, incluida la ética evangélica, son autoafirmaciones del Yo Soy. La culpabilidad implica sacrificio. La responsabilidad se resuelve con el ofrecimiento, expiación, de tus formas erróneas de pensar, es tu yo superior el que te cura cuando eres capaz de reestablecer el diálogo. Y, para eso es necesario, la compasión, como dicen los budistas o el amor como dice el cristianismo y el ho-oponopono. Pero, es curioso. Se empieza por la autocompasión y por el amor a uno mismo. Sufrimos porque no nos queremos lo suficiente. Si tenemos autocompasión (que es lo mismo que hacerse responsable, decirse sí a uno mismo) entonces podremos tener compasión. El sano egoísmo da lugar al verdadero altruismo. Muy buenos días.

 

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