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Filosofía desde la trinchera

Heterodoxias

Evidentemente. Cuando hablo de hombre práctico me refiero a que son necesarios los oficios, artes y técnicas para realizar y sostener una sociedad. Pero aquí reside tu cuestión. Si el hombre práctico pone el fin de su vida en lo que hace y no en la propia vida, entonces no puede ser sabio. Sin embargo, si lo que hace es sólo un mero medio para vivir, y vivir es lo importante es y puede ser sabio. El sabio no necesita de mucho saber y dato, al contrario, esto lo convierte en erudito o en hombre de grandes conocimientos. Y esto es otra cosa que ha pasado. Hay tres niveles: la información (mera erudición), el conocimiento (información ordenada conforme a reglas y leyes que nos enseñan cómo es lo que nos rodea, el hombre, la sociedad, la historia; en fin, la ciencia) y la sabiduría que es más fina que esto y más indefinible. Casi que inefable. Puede darse sin los dos pasos anteriores o puede partir del conocimiento más el saber y el talante en la propia vida (esto es, la ética) Éste es el caso, por ejemplo, de Sanpedro. La sabiduría tiene más que ver con la ética que con el conocimiento. El problema es que nuestra sociedad idolatró desde el Renacimiento el conocimiento científico hasta que expulsó a la filosofía, la religión y la ética del ámbito del saber. Esto fue nefasto, porque produjo un reduccionismo en el conocimiento, aunque permitió la ventaja del avance de la ciencia, con sus inconvenientes, claro. El conocimiento se identificó con la ciencia y nos quedamos sin saber práctico, ética y sin sabiduría. A su vez éste conocimiento científico iba ligado a un saber técnico que hizo posible la revolución industrial lo que unido a la idea (mito) del progreso hizo que el empeño humano se vertiese sólo sobre el saber tecnocientífico, que era el productivo, olvidándose del saber que da sentido. Y así se desarrolló el capitalismo cuya última etapa es el capitalismo salvaje en el que el individuo carece totalmente de sentido, su existencia es su consumo y sin éste el pánico le sobrepasa. Por eso, a pesar de parecer los más fuertes de la historia somos los más vulnerables, tanto técnicamente, como antropológicamente. Técnicamente porque nuestra existencia está absolutamente tecnificada, no es concebible sin ella, esto es así porque el hombre es un animal técnico, antropológicamente, porque hemos llegado al nihilismo. Ningún discurso racional y unitario es capaz de dar sentido a nuestra existencia. La sabiduría está escondida en el ruido de esta sociedad de la tecnobarbarie y el tardocapitalismo.

Los sabios son tales porque su verdad permanece verdad en todos los tiempos. Su mirar es a lo esencial y desde la naturaleza humana, sin artificios, ni retórica, ni interés propio. Por eso todo sabio es admirable, porque a través de ellos vislumbramos un poco de la verdad del ser humano y del universo.

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El sabio es contemplador, un solitario. Y una sociedad no puede estar formada de este tipo de personas, necesita mucho más de los hombres prácticos. Lo que no debe nunca es de olvidar a los sabios. Y, lo que ha ocurrido en los tiempos que vivimos, es que a raíz del relativismo, el todo vale, hemos confundido la sabiduría con la opinión y la voz del sabio se confunde entre el ruido ensordecedor de los que gritan sus “verdades” vacías e interesadas.

Javier Sanpedro y Olga Lucas. Cuarteto para un solista. Plaza y Janés, 2011, Barcelona.

 

            Leo tremendamente entusiasmado y absorto el último libro de Sanpedro en colaboración con Olga Lucas, periodista que lo entrevistó en otra ocasión  junto a Valentín Fuster en otro libro memorable por su sabiduría. En este caso se trata de una novela con un trasfondo de ensayo o  un ensayo novelado. Todo trascurre bajo una metáfora, la locura de un viejo profesor jubilado que habla, en sus supuestos delirios, con los cuatro elementos. Éstos le cuentan historias. Y en las historias está la realidad del mundo en el que vivimos y la imposibilidad de seguir así.

 

            Es curioso que Sanpedro acuda a esta metáfora de la locura para anunciar verdades como puños, verdades evidentes que no pueden escapar al sentido común de los mortales. Pero es que la metáfora, a mi modo de ver, se invierte, es el mundo el que está loco. Esto me recuerda al título de otro libro de Billy Brand La locura organizada. Hemos caído en un delirio que nos lleva a nuestro propio fin, al caos civilizatorio que se nos avecina si no ponemos remedio. Y de eso es de lo que le avisan los cuatro elementos. El mundo, la humanidad, nuestros dirigentes están enfermos, deliran si quieren seguir por el camino en el que se han empeñado en seguir, porque, simplemente, eso no es posible por las propias leyes de la física. Hemos tropezado con los límites del planeta. Pero no es sólo el desconocimiento de los límites del crecimiento el delirio civilizatorio, sino la reducción de todo al mercado. Hemos vaciado de moral, política, derecho y valores a la sociedad. Nos hemos quedado sin emociones ni sentimientos. Por eso el delirio del viejo profesor jubilado no es más que un escape a las raíces culturales de la civilización occidental. El viejo loco delirante busca su identidad, como todo aquel que padece un episodio de locura, en sus orígenes culturales. Busca su identidad. Pero, a la vez, la identidad del viejo profesor es la identidad del mundo occidental.

 

            Los cuatro elementos que le hablan son los elementos inventados por los filósofos y físicos griegos por los que pretendían explicar toda la realidad: tierra, aire, agua y fuego. Estos elementos, formulados así, nos mantienen cercanos a la naturaleza, por eso son preferibles a los elementos de la nomenclatura actual que los fragmenta. De lo que se trata, no es, ahora, de buscar la verdad científica, a la que no se renuncia, como tampoco a la técnica, sino que se reclama una racionalización de su uso en consonancia con los sentimientos y no con el mercado. De lo que se trata es de buscar la identidad ético-política. Y eso es lo que hemos perdido desde la instauración del capitalismo para acá y, sobre todo, del capitalismo salvaje o sin bridas. La crisis que padecemos es una crisis final, una crisis que al ser global pone en jaque a todo el planeta. Pero de lo que se trata es de salvar a la humanidad con los valores conseguido, con todo lo positivo que ha adquirido en su historia y salvar a la naturaleza sin la que la humanidad es inviable.

 

            Por ello la cuestión es la recuperación de los ideales antiguos con los cuales nos identificamos en tanto que civilización y confrontarlos con los problemas modernos que se nos han planteado por nuestro propio crecimiento. Hemos de recuperar la relación inmediata con la naturaleza. La naturaleza provee, pero no es ilimitada. Hemos de recuperar el valor de la razón, el diálogo democrático que nos lleva a la igualdad ante la ley y a la igualdad de palabra. Hemos de recuperar los valores romanos que consiguieron hacer de la ética y política griega un sistema judicial, una reglamentación de la polis: el derecho romano. El derecho se nos presenta como lo que vertebra la vida social e institucional en todos sus ámbitos y nos sirve de garantía ante los abusos del poder y de los más fuertes. También tenemos en este recorrido al cristianismo. Algunos han querido hacer de éste la fuente originaria de occidente. Esto es un error, el cristianismo es un injerto en el árbol que comenzó a crecer en Grecia y que ya estaba muy desarrollado en Roma cuando se instaura y llega, previamente, el cristianismo. Es un injerto importante que durante cerca de mil años es la identidad de Europa, y que deja su rastro por doquier. Al cristianismo le debemos una ética que nos lleva a la idea de fraternidad a través del amor al prójimo, el cristianismo nos hizo posible, junto con la reflexión filosófica y el arte, la concepción de la igualdad de todos los hombres. No hay más que recordar aquí las discusiones de fray Bartolomé Las Casas sobre el derecho de los indios en tanto que personas. La Ilustración fue la gran apoteosis de la cultura occidental: el concepto de persona, de ciudadano, la tolerancia, los derechos del hombre y el ciudadano, el nacimiento de la democracia republicana… Todo ello nos lleva a la civilización occidental en su máximo apogeo. Pero ya en la Ilustración está el germen del totalitarismo. Cuando endiosamos a la razón y nos cegamos caemos en los totalitarismos que fueron inflados con los ideales románticos del XIX: el nacionalismo, el comunismo… Todo ello, junto con el endiosamiento de la ciencia, dieron lugar a la barbarie del siglo XX. Hoy precisamente vivimos uno de esos tipos de barbarie, la omnipotencia de la economía considerada como una ciencia que todo lo soluciona y a la que se reduce todos los demás ámbitos del saber. Esta concepción de la economía la ha asumido el poder político y éste ha sido absorbido por esta economía. Si a esto le sumamos que este poder ha producido un tipo de pensamiento antiilustrado, antimoderno, que reniega de la razón y de lo universal, pues nos encontramos con el pensamiento posmoderno que lo inunda todo y mantiene intelectual y sentimentalmente maniatado al ciudadano, rebajando a éste a la categoría de vasallo.

 

            Es necesario redescubrir nuestra identidad en el ideal inacabado de la Ilustración, con el reconocimiento de sus propios límites. Pero hoy en día nos encontramos con un problema nuevo surgido del capitalismo y es el de la relación con la naturaleza. El capitalismo lo reduce todo a mercancías. La cuestión es de valores, por eso la crisis es ético-filosófica. Tenemos que reconciliarnos con la naturaleza, tenemos que saber priorizar y recuperar los viejos valores que un día conquistamos y que fueron absorbidos por los hombres y que fueron un vehículo de emancipación. Hoy en día de nuevo somos esclavos, estamos sumidos en el valor de la mera mercancía el futuro depende de ese cambio de valores. Y yendo más allá del libro el futuro depende del fin del capitalismo, que, para que se sepa, no ha existido siempre, sí las mercancías, pero no la mercantilización de todo, incluyendo las relaciones humanas. Hasta que la izquierda no reconsidere que las relaciones de trabajo no son relaciones mercantiles (mercado laboral)no habremos recuperado los valores de la izquierda.

 

            Al final el médico no considera loco a su paciente. Considera que cuenta cosas interesantes, que los cuatro le dictan historias que incluso podría publicar. Que su delirio no es peligroso. Esto deja un sabor agridulce. El médico recomienda que, para que esté tranquilo y en diálogo con los cuatro, permanezca internado. Se reconoce el valor de las historias, incluso que no hay locura en su delirio, que es un delirio, para el viejo profesor, como diría Castilla del Pino, un error necesario para poder seguir viviendo. Pero toda esta situación nos deja el regusto de que se le está dando la razón como, con perdón, a los tontos, por tanto lo que se está dando es todo por perdido. Por un lado se nos ofrece una tabla de náufrago, pero por otro, se nos dice que quizás no nos lleve a ninguna parte o que no hay parte alguna. En fin, esta es la interpretación del final que a mí se me antoja y que está contaminada de mi pesimismo.

Del fascismo económico al fascismo político.

            He defendido en muchas ocasiones lo que reza el título de este artículo, que el fascismo económico es la antesala del político. Es más, es condición necesaria. Pero también hay que advertir que el fascismo económico, la libertad absoluta del mercado, su poder omnímodo, procede de decisiones políticas. Es decir, que no hemos llegado a este estado de forma determinista, como diría un partidario del determinismo económico de la historia, sino a través de una relación entre decisiones e ideologías políticas y determinaciones económicas. En todo caso lo que sucede es que lo que se ha instaurado a nivel mundial, y que más que nadie sufre hoy Europa, es un fascismo económico. Cuando hablo de fascismo me refiero a totalitarismo, fascismo lo utilizo como metáfora porque todo el mundo sabe lo que significa y conlleva de fanatismo, dogmatismo y violencia, así como de exclusión del hombre. Pues bien, el fascismo económico nos ha llevado a un estado tal en el que la política es innecesaria o está al servicio del mercado, obedece sus órdenes. Los mandatarios de los diversos países insisten en que sus decisiones son exigencias del mercado o del BM o BCE, en fin, que vienen determinadas y no tienen ni libertad, ni margen de acción. De ello se deriva, entonces, que el ciudadano no es más que una marioneta del poder económico, mediatizado por la retórica del poder político, que cada cuatro años vota, para justificar la democracia y, por otro lado, dejar las manos libres al poder económico y al político. Hay que tener en cuenta que el poder político, no sólo es que sea connivente con el económico en su ideología, en este caso neoliberal, sino que tiene intereses particulares, los políticos de altura están y pertenecen a los consejos de administración de las grandes multinacionales. No es ya sólo la partitocracia, que los políticos gobiernen para el interés del partido, que también, sino en su propio interés individual.

            Este es el panorama del fascismo económico que tiene como dogma el capitalismo y éste, el crecimiento. Capitalismo sin crecimiento es imposible de entender, por eso, incluso aquello que llaman desarrollo sostenible es y entra dentro del capitalismo. Y éste es el error del capitalismo, el crecimiento no puede ser ilimitado, esto viola las leyes de la física. Es más, ya se han violado. No es que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades, como nos dicen los políticos y banquero hipócritas, sino que hemos crecido por encima de los límites del planeta a costa de su desmesurado e irracional enriquecimiento. Y por tanto ya no se puede crecer más, es el fin del capitalismo. Y es a lo que estamos asistiendo. Pero, claro, este fin del capitalismo trae aparejado el fascismo político. Todo aquello que desde los movimientos sociales, obreros, desde el movimiento sindical fuerte, desde la izquierda auténtica y desde el sentido común político habíamos conseguido (derechos sociales y laborales, además de la dignidad de la persona en tanto que tal), lo estamos perdiendo. Es más lo estamos perdiendo desde hace tres décadas, lo que sucede es que desde esta crisis que nos ha llevado a la recesión se ha hecho absolutamente visible, fundamentalmente por la rapidez con la que se están haciendo las cosas. Esto hace que el ciudadano tome conciencia de que se le está arrebatando su dignidad y derechos sociales. De tal manera que, a base de decreto, lo que se está instaurando, en nombre de un modelo económico finiquitado: el capitalismo, es un totalitarismo que establece una desigualdad entre los ciudadanos y una privación de los derechos básicos, ambas cosas en sanidad y educación, que son los ámbitos fundamentales. Estamos asistiendo a un apartheid. Una profunda discriminación y brecha social. La partitocracia oligárquica se ha transformado en una plutocracia. Por otro lado, los derechos de los ciudadanos a las protestas están siendo conculcados, se pretende reducir la democracia al acto del voto y eliminar el diálogo y la protesta en la cale. Es decir, que con ello, lo que se está es eliminando tanto al ciudadano como a la democracia. Estamos ante una pendiente resbaladiza, porque la situación no va a mejorar, hemos trascendido los límites del planeta, el hambre asola a dos quintas partes de la humanidad y ahora enseña su rostro en los países ricos. Mientras, el tardocapitalismo sigue empeñado en la utopía negativa del crecimiento. Éste es el camino para estrellarnos como civilización.

La derecha ha conseguido un enfrentamiento horizontal entre las clases. Al contrario de la teoría marxista, opresores y oprimidos, que es vertical, es lo que Carles Castro en la revista Claves llama “la derecha marxista” Éste es un grave problema porque crea una ideología en la que todos nos enfrentamos con todos, siendo todos, de una manera u otra, oprimidos, y dejamos libres al opresor, al capitalista: el gran capital o el mercado. Es un engaño en el que todos participamos y por eso no existe cohesión social, porque nos enfrentan a los obreros con los funcionarios, a los parados con los que trabajan, a los primeros con los inmigrantes, a las autonomías entre sí y frente al Estado y así sucesivamente. Mientras que no se reconstruya otro discurso ideológico el capital nos ha vencido, máxime si a todo ello añadimos el posmodernismo y su pan y circo que a él va ligado.

 

Muchos monos quedaron en los árboles y otros devinieron por azar, no olvidar nunca, y necesidad en Homo sapiens sapiens. Lo que yo he señalado es la naturaleza humana. No he hecho un juicio de valor. Sólo he dicho que esa naturaleza humana es contradictoria. De ahí la última apostilla de la sociable insociabilidad. O, si quieres, más modernamente y con ese espíritu triunfal de la ciencia el altruismo recíproco, por no llamarlo, como se hizo en un principio, el egoísmo recíproco. Puedes poner una gran lista de grandes cosas que se hacen al salir de la habitación, y poner otra igual de estupideces o, peor, masacres y catástrofes de origen humano. El peso es el mismo. Ya he dicho que depende de la naturaleza humana. De todas formas al final del artículo defiendo una salida de la habitación en pro de la libertad. No hay que tomarse las metáforas tan a pecho. (Te recomiendo un libro que reseñé hace un año en el digital de la Gaceta Independiente de Jorge Riechmann “La habitación de Pascal”, forma parte de una pentalogía de escritos y ensayos sobre la autocontención ecológica) Por un lado el tedio y, por otro, esa curiosidad que nos lleva a llenar el vacío que realmente somos. Y lo que somos es pura biología (que se podría reducir a una física emergente, como lo es la biología hacia la psicología y la cultura) y esa biología está sometida a un imperativo, sobrevivir. Filosóficamente lo llamamos, desde los principios, pero en terminología de mi apreciado Spinoza “conatus”, la pretensión del ser de permanecer en su ser. De modo que, creo que tu error es que has tomado mi artículo como un juicio de valor, que en realidad se desprende y lo dejo al lector, pero mi artículo no es más que una descripción de la naturaleza humana a partir del señor Pascal, que sin salir de su habitación hizo grandes contribuciones a la matemática, sobre todo, y también a la filosofía y la teología. No hay mucho registrado de lo que hiciese fuera de su habitación. Probablemente lo que hacemos todos, entretenernos, “matar” el tiempo, el lenguaje es sabio. Si yo no mato al tiempo éste me ahoga. Además de que me hace tomar conciencia de mi propia finitud; es decir, de ser un ser para la muerte: angustia existencial, no de la otra que tratamos con pastillas. Un saludo y muy buena apreciación.

 

La habitación de Pascal y el espíritu de finura.

            Es conocido de todos, o casi todos, el dicho de Pascal de que todos los males de la sociedad comienzan porque el hombre no es capaz de mantenerse quieto y sólo en su habitación. Lo que nos quiere insinuar el matemático y sabio Pascal, es que el hombre no puede parar, su naturaleza es un quehacer. Pero que en ese quehacer le va, de alguna manera, su perdición. Y, también, que la base de ese quehacer es una curiosidad incansable que quiere saberlo todo y que juega a aprendiz de brujo con todo lo que le rodea, él mismo y el planeta que es su casa. Por eso, en tanto que aprendiz de brujo el hombre se convierte en un peligro para sí mismo. Porque siempre parte de su ignorancia primigenia, pero de su necesidad de descubrir, inventar, hacer. No estarse quieto, en definitiva, como podemos observar cansinamente en un niño pequeño, que no para y del que siempre hay que cuidar porque no ve el peligro por su connatural ignorancia. Esa ignorancia que se despejará con la experiencia. Pues bien, todos los males del hombre proceden de no saber estarse quieto. Deberíamos cultivar más nuestro espíritu de contemplación. Pero es aquí donde relaciono yo el viejo dicho de Pascal, antes comentado, con una gran distinción que forma parte del cuerpo de su filosofía o pensamiento para todo el mundo, no para aburridos académicos. El cercano Pascal nos informa de que hay dos espíritus en el hombre que de alguna manera conviven pero que se contradicen. El espíritu de finura y el espíritu vasto o embrutecedor.

            El primero es el que se corresponde con una inteligencia delicada, preocupada por lo eterno, por los objetos intelectuales de la contemplación. Por el producto del espíritu humano. En definitiva, todo aquello, que el hombre puede hacer sin salir de su habitación y, con ello, sin perjudicar ni a sí mismo, ni a los demás, ni provocar el caos planetario en el que nos encontramos. El segundo es contrario al primero. Es un espíritu digamos más mecánico, embrutecido, vasto. Es un espíritu que no se sacia con la contemplación. Pero, ¿de dónde viene este espíritu? Pues yo creo, y lo añado a las reflexiones pascalianas, que del tedio. Éste, el aburrimiento, es la enfermedad mortal del hombre. El hombre es, por antonomasia, no existe otro, el ser que se aburre. Y el aburrimiento nos enfrenta a nuestra nada y nos impele a salir de nosotros mismos, de nuestra tranquila y apacible habitación. Salimos y buscamos desasosegados el sentido de nuestra existencia, intentamos llenar por medio de todas las actividades imaginables el vacío interior que el tedio, como enfermedad mortal, el nihilismo, nos ha mostrado. Y es esto lo que nos lleva al entretenimiento. Otra distinción pascaliana que llega hasta los existencialistas y que para mí es absolutamente actual en la sociedad en la que vivimos. El espíritu de embrutecimiento, aquel que huye del tedio se dirige al entretenimiento. El entretenimiento es lo único que lo llena, que colma su insaciable vacío. Por eso busca entretenerse, no puede parar un momento, porque mientras que se entretiene no piensa, no es individuo, es masa, es uno con la comunidad, no es sujeto diferenciado, no está enfrentado ni al resto del hombre ni a sí mismo. Entretenimiento, inconciencia, no ser, dejarse ser entre el quehacer con las cosas. Eso es lo que buscamos en nuestra existencia y ese es el motor de la huida de nuestra soledad esencial que es nuestra propia naturaleza y que se nos mostrará a todos en la muerte porque ésa experiencia es única e incomunicable. El espíritu de diversión es el que anima al hombre y el que le lleva al olvido de su ser. Pero reside aquí un problema, la diversión es inconciencia y la inconciencia es el caldo de cultivo que el poder quiere para dominar con docilidad. Estamos condenados a huir de nuestra soledad por medio del entretenimiento, pero también somos seres autoconscientes que pueden permanecer durante cierto tiempo en su habitación sin desencadenar los males de la humanidad. En definitiva, esto es otra forma de expresar la sociable insociabilidad de Kant. No podemos renunciar a nuestra naturaleza, pero con ella tenemos que ser capaces de construir nuestra historia desde la dignidad y la libertad.

El mal es muy profundo y llega de lo hondo de la historia. El proceso de colonización y descolonización. No hubiese habido un occidente superrico sin un tercer mundo. Es, como decía Billy Brand en el título de uno de sus libros “La locura organizada”. De momento hay para todos, pero no interesa. El hombre tiene una doble naturaleza, es altruista y egoísta, es agresivo y empático. Eso es lo que ha marcado toda la historia. Y esto no es por tranquilizarnos y dormir con la conciencia limpia; sino para partir de la base de que lo que se puede hacer es poco y requiere gran esfuerzo. Pero es indudable que a lo largo de la historia hemos tenido un progreso ético-moral, luego, sí se puede hacer. Por ello, lo primero es la toma de conciencia y la denuncia. Después existen múltiples vías de actuación. Lo que sí está claro es que el nuevo orden del mundo no es éste que nos impusieron por las armas y por el codiciado petróleo, sino otro distinto que ha de emerger. Una unión del cosmopolitismo, como ideal ético-político y jurídico y una tercera revolución industrial que solucione los problemas producidos por el desarrollo basado en las energías fósiles. Un desarrollo fulminante que nunca ha tenido la humanidad, pero que no la ha hecho mejor moralmente.

 

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Efectivamente, Andrés, nunca debemos pensar en una predeterminación. Eso sería una claudicación de nuestra voluntad. Sería dar alas a los poderosos. Conozco el libro que citas y debe andar por mi bliblioteca. Pero a él yo añadiría otro de Martinez Alier “El ecologismo de los pobres” que relaciona el problema ecológico con la pobreza, esto es, con la economía. Es uno de los fundadores de la economía crítica. Por eso el prblema económico no es sólo económico, sino ecosocial. Es decir, total. Sin un cambio del actual paradigma (conjunto de ideas centrales y técnicas que mueven el mundo) no es posible el cambio, sólo habrá parcheado. Saludos para los dos.

 

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Piedad, si se consigue un modelo de energías renovables, que no sería tan eficiente como los recursos fósiles, lo que sí debe quedar claro es que, en una nueva organización de la sociedad esos recursos tenderían a diversificarse. O, dicho de otra manera, democratizarse. Los edificios se autoabastecerían y exportarían a la red general. Pero esto es sólo una parte de la energía. El gasto energético fundamental es el transporte. Pues bien, en una sociedad de política del decrecimiento es necesario la relocalización. Es absurdo la producción de materias y alimentos que luego se trasladan a grandes distancias produciendo un tremendo gasto energético. La política del decrecimiento va hacia la localización de la producción y la globalización de la humanidad, es decir, el derecho y la ética.

 

            Por otro lado, no acepto, de ninguna de las maneras la idea de Punset. Tiene cierta razón en que hay países fracasados. Pero que la crisis no es global ni estructural es falso. Es tener una visión muy corta de las implicaciones que se dan entre sociedad, economía, valores, etc. y un desconocimiento brutal de la historia del capitalismo que comienza, junto con la mundialización, y así nos lo refiere Marx en las primeras páginas del Manifiesto… en el Renacimiento. La crisis es sistémica y su fondo es estrictamente filosófico, es una idea del mundo la que ha caído.

 

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            ¿Necesariamente deviene en corrupción la democracia? Pregunta que nos hacemos desde Pericles. La única solución viable es la de una meritocracia (gobiernos de los mejores, más justos) dentro de una democracia y una legislación ferrea contra la corrupción. Pero, quizás, la tendencia a la corrupción forme parte de la naturaleza humana por ello debemos andar siempre vigilante del gobernante y de nosotros mismos.

 

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Si Punset habla de las consecuencias, pues tienes razón, pero según la cita yo no lo veo así. De todas formas, no se trata ahora sólo de analizar las consecuencias, sino que de lo que se trata es de ver la raíz profunda del problema para aportar soluciones. Y, como venimos diciendo los problemas son de hondo calado, sistémicos. De ahí lo de el cambio de paradigma que se debe producir. Si continuamos con el actual, que es lo que parece que ocurre, como la salida de la crisis de EEUU. y Alemania, creo que más aparente que real, estamos abocados a una agonía lenta. El cambio debe venir desde los siguientes parámetros.

 

Antropocentrismo-biocentrismo

Competitividad-cooperación

Macroeconomía hipermatematizada-microeconmía humanizada.

Desnaturalización de la economía-naturalización de la economía. Ello implica la introducción de la entropía en la economía.

Gobierno del capital-gobernanza política basada en el decrecimiento. El decrecimiento es un hecho que se irá agravando paulatinamente. Hay dos opciones. O cogemos el toro por los cuernos y lo planificamos políticamente o nos arrollará.

Centralización energética, alimentaria-descentralización energética-alimentaria.

Globalización financiera-globalización humana.

 

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Gracias por la cita, Piedad. He leído bastante a Punset. Pero ése entra dentro de la lista de los no leídos y, precisamente, por un giro que se produce en su pensamiento o, mejor, divulgación de pensamientos, que no comparto y considero, además peligroso. Porque para mí las ideas tienen consecuencias. Lo mejor que he leído de Punset es un libro, que es una maravilla, y que no recuerdo exactamente el título, es un conjunto de entrevistas que realiza a los mayores científicos y humanistas, todos con su premio Nóbel sobre el universo y la vida. Pero allí no se trata nuestro tema.

            Perdona, pero el optimismo de Punset es un poco infundado. Su discurso de la empatía, aunque con una base científica sólida, es endeble. Punset, basándose en las ciencias neurológicas, los últimos estudios de la neurofisilogía, ha optado por una pata del ser humano. Me explico, ha hecho hincapié en el aspecto empático, colaborador, altruista…todo lo positivo. Pero en la naturaleza humana se dan ambos aspectos. Es lo de Kant, “la sociable insociabilidad”. Y el caso es que todo ello lo está vertiendo en la educación, los pedagogos están encontrando argumentos más sólidos que los que  tenían y que se han mostrado fracasado en Punset. De tal forma que se está convirtiendo en el líder o gurú de un nuevo modelo educativo que es un popurrí de buenos sentimientos y nuevas tecnologías, un pensamiento salvífico, a mi modo idealizado, excesivamente optimista, que olvida la otra cara de la naturaleza humana y la realidad social. Saludos.

 

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            El progreso está sembrado de cadáveres en la cuneta de su historia. El sistema depredador que hemos creado no tiene límites. Y a esto le llamamos crecimiento. Hemos sobrepasado los límites hace tiempo. Somos testigos del principio del fin. Y no son fábulas, ni cuentos de miedo, ni profecías de brujos. El neoliberalismo es una distopía. No lo apreciamos porque, de momento, hemos caído en la cara buena, es decir, la que vive a costa de la tierra, del resto de la humanidad y de las futuras generaciones.

 

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            La Tierra, en definitiva, nuestra madre, nuestro origen y nuestro final. Esperemos poder descansar en paz sobre ella. De momento le hemos declarado la guerra como un adolescente impertinente, que cree saberlo todo, a sus padres. Si no utilizamos nuestra inteligencia ética y seguimos sólo la lógico-matemática y depredadora la guerra la tenemos perdida, pero nos llevaremos muchas cosas valiosas por delante.

 

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"No hay nada que cambie más la vida de las personas que los libros" Alejandro G. Roemmers
PacoCa Carrillo Gavilán No estoy de acuerdo en absoluto. Son las otras personas, afortunadamente.

 

Sí, pero los libros los escriben las personas, de momento. y, otra cosa, la sentencia es para hacer hincapié en la importancia de los libros. Y, también, por otro lado, cuando yo hablo de libros, no me refiero sólo a los literarios, sino a cualquier texto de la humanidad entre los cuáles están los literarios. Y, más cosas, las personas estrictamente no cambian a las personas, sino que son sus afectos e ideas, que procede de la tradición, fundada en libros (aunque nos sean descnocidos) los que nos pueden hacer cambiar e, incluso, siendo buenas personas nos pueden recomendar un libro que nos puede hacer cambiar. En definitiva, que lo que pretendo mostrar es que libro y persona son inseparables. Si la cultura es nuestra segunda naturaleza y los libros forman parte de ella... Y en los libros está la conversación de la humanidad consigo misma, su autoconciencia, sus anhelos, esperanzas, problemas, frustraciones, sus grandes crueldades, sus mentiras, engaños, sus grandes triunfos, su mediocridad y su excelencia, su empeño, su apatía y desidia, su historia y su intrahistoria. Entrar en esa conversación de la humanidad es autoconocernos, es conocer mejor al otro y, por ello, hacer mejor la relación entre los otros. Cuando no había libros sólo existía la transmisión oral de los valores, afectos y sentimientos. Es decir, todo aquello que nos hace cambiar y construirnos. La escritura no sustituye todo esto, como pensó el viejo mito y el sabio Sócrates, que no escribió nada, decía, precisamente por este motivo. Toda tecnología es una amplificación de la naturaleza humana. Por tanto contraponer libro a persona es absurdo, son complementarios y uno continuador del otro. Y, además, es nuestra segunda naturaleza la que nos humaniza y nos saca del proceso de hominización al de humanización. Un saludo.

 

Y una cosa más que acabo de recordar ahora. ¿Cuál fue el origen del sentimiento de evidencia de los derechos del hombre y del ciudadano en la Ilustración? Pues no ocurrieron de repente, ni por los sesudos análisis de los filósofos de la época. Estos fueron los que realizaron la síntesis de lo que venía de atrás y sus libros y discursos sirvieron de altavoces. La evidencia con la que contaron los derechos del hombre y el ciudadano vino de la mano del arte, fundamentalmente de la novela; que, por otra parte, se extiende por Europa en virtud del invento de la imprenta. La novela y una sociedad cada vez más rica y, por ello, menos analfabeta (emergencia de la burguesía) dio lugar a la lectura de novelas que era posible a su vez por la privacidad. La lectura necesita de la intimidad. Pero, curiosamente, la lectura de estas obras potenciaron la empatía natural del hombre. Este proceso de casi dos siglos hizo posible que los derechos del hombre y del ciudadano, algo nunca pensado, fueran tomados como evidentes. Los intelectuales ilustrados lo que hicieron fue universalizarlos y fundamentarlos. Por supuesto a base de libros. La cultura oral y la libresca conviven hasta la llegada de Internet. Pero éste es ya otro episodio que tiene que ver con algo importante: la empatía natural del hombre, biológicamente heredada y que le permite ser un animal social, ha sido potenciada culturalmente (nuestra segunda naturaleza, una segunda piel). Primero el lenguaje y la tradición oral, después la escritura, más tarde la imprenta y, hasta ahora Internet. Si sigues el rastro de todo esto vamos de una sociedad de clanes a una sociedad globalizada, más o menos a nuestro gusto.

 

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            Detrás de un libro hay una persona y detrás de ella, la humanidad. La cuestión es dónde pone uno el acento en el trato. Hay grandes libros cuyos autores son desaconsejables y grandes hombres que no escribieron nada, ni falta que les hizo. Un libro te cambia la vida en un momento y unas circunstancias determinadas, como una persona. Ahora bien, lo que está claro es que sin personas no se puede vivir, eso pertenece a nuestra primera naturaleza. Los libros, a la que emerge de ésta y se hace indistinguible. Si desaparece el homo sapiens hay una pérdida biológica, como en el caso de cualquier especie. Pero el homo sapiens conlleva esa segunda naturaleza que llamamos cultura: tecnología, ciencia, arte, religión, ética, derecho, política, en fin una autoconciencia del cosmos que es lo que nos singulariza como especie, que también se perdería. No quiero decir con ello que seamos especiales, pero es nuestra singularidad, como cada especie tiene la suya.

 

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Muy agudo. Pero si te paree me permito una reflexión. Pienso en tanto que siento y en tanto que siento pienso. Éste es el principi. Uno de los tremendos errores del descarrilamiento de nuestra civilización procede precisamente de la identificación entre el penar y la razón, con la razón lógico-matemática y científica. Esto fue un reduccionismo que hizo posible el resurgimiento de las ciencias pero las deshumanizó. El ideal humanista se vio cercenado desde el principio. No en vano hubo filósofos posteriores como Hume que pretendieron unir pasión con razón, pero el delito estaba consumado y después, con la Ilustración, se hizo la unión causal ficticia en la que se relacionaba el progreso tecnocientífico con el ético político. Menos mal que allí estaba Rousseau para corregirlo en sus dos discursos inmejorables y la obra kantiana inspirada en el autor francés. Y, a partir de ahí se abren dos caminos, uno el de la razón instrumental y científica que anula al hombre y hace posible los totalitarismos (millones de muertos) y otra nihilista que también genera totalitarismos por su base mítica (los nacionalismos…) Entre medio corre una línea de razón ilustrada con sus propios límites e incardinada en el ser humano. Y a esto último es a lo que yo llamo y defiendo y desarrollo, el proceso inacabado de la Ilustración, el gran proyecto ético de la humanidad, porque la inteligencia ética es la mayor de nuestras inteligencias. Para una profundización sobre esto leer la obra clásica ensayística de E. Sábato. P.D. hoy en día estas cosas se han venido estudiando por las nuevas neurociencias y la psicofisiología que descubren la relación entre inteligencia y sociedad, inteligencia y emoción, inteligencia y empatía… Saludos.

 

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            Pues muy bien dicho. Y no ando yo últimamente muy alejado de esas ideas. Sólo te equivocas conceptualmente en una cosa. No puedes hablar de totalitarismo, eso introduce la violencia en el estado, ya sea arbitrariamente o ideológicamente porque se dirige a un fin idílico: una supuesta utopía. Sin embargo, el autoritarismo no tiene porqué utilizar la violencia. Es más, las leyes son autoritarias y garantizan las libertades. De lo que se trata entonces es de sustituir las actuales pseudodemocracias que hablan de libertad y sólo es para unos pocos por un régimen autoritario que garantice, primero la igualdad ante la ley y la igualdad material, eliminación de la miseria y el hambre, así como la posibilidad de la superviviencia en el planeta. Pero también debe garantizar la libertad de pensamiento y de expresión. Parece que la democracia liberal no funciona. Otra cosa sería la republicana. Ésta última tiene dos diferencias importantes. Uno, es más importante la comunidad que el individuo, por tanto de ella se sigue más el principio de igualdad que el de libertad. Pero es tremendamente exigente con respecto al individuo porque lo que se persigue es la excelencia pública del ciudadano. Dos, todo ciudadano tiene que ser ejemplar y ocuparse de la cosa pública. Esto es, que lo prioritario en sus intereses es el estado o comunidad frente al individuo y en eso consiste su ejemplaridad pública. Y aquí es donde yo digo lo de Kant, aquello del fuste torcido de la humanidad. No sé si se puede alcanzar la excelencia por parte de una gran mayoría, no te digo ni siquiera de todos. Ya te digo que vengo pensando esto últimamente. Y hablando de Kant pues me acuerdo que Kant no defendía la democracia, sino un estado autoritario que permitiera la libertad del uso público de la razón. “Pensad sobre todo lo que queráis pero obedeced”. Y ahí es donde él ve la posibilidad del cambio. Porque el uso crítico de la razón es el que debe cambiar al gobernante y sus leyes, no por elección. Y como te dije esta mañana, y además he leído también esta mañana por ahí en un artículo, la democracia es pasajera. La hubo en Grecia y en Roma, ambas acabaron en imperio. Lo nuestro sería acabar en autoritarismo. Tenemos un modelo mixto ahora mismo en el mundo que es el que mejor funciona pero es brutal y no soluciona el problema ecológico porque está anclado en el paradigma neoliberal del crecimiento económico. Como ya sabes es China. Con ello quiero decir que se pueden dar modelos mixtos no democráticos y altamente eficaces en el desarrollo, pero fallidos por otro lado. Por eso no creo yo que sea muy descabellado pensar lo que tú dices. Lo que ocurre es que nos han adoctrinado y han convertido la democracia en algo sacrosanto, cuando en realidad la toman como un mero nombre. Es decir, dos alternativas: República, comunidad, ejemplaridad pública, libertad e igualdad. O autoritarismo, igualdad y libertad.

 

P.D. Da cosa hablar de autoritarismo, pero si nos paramos a pensar vivimos simplemente en un fascismo económico que condena a media humanidad al hambre y a la otra mitad a la insatisfacción, el vacío espiritual y el egocentrismo hedonista y egoísta. No hay nada que perder y mucho que ganar.

 

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                Yo también estoy perplejo. Pero es pura ideología. El marxismo, como teoría económica o teoría de la historia lo podemos considerar refutado en el sentido que decía Popper. Me explico. Si el marxismo predecía que tras una crisis económica como la del 29 tendría lugar la revolución de los proletarios y tras ésta el estado comunista y con él el fin de la historia, pues resulta que se equivocó. Luego la teoría de Marx es falsa. Pero eso no quiere decir que sea totalmente falsa. Lo mismo ocurrió con Newton y la nueva teoría de Einstein. Todavía seguimos utilizando ampliamente la teoría de Newtn y reservamos la de Einstein para las grandes distancias. Con ello quiero decir que el marxismo tiene explicaciones válidas o que nos sirven para entender la realidad histórica y económica, como son, por ejemplo sus conceptos de ideología y alienación y, por su puesto, su impronta ética: la consecución de la justicia universal por la emancipación de los oprimidos. Pues bien. Marx tiene una frase que yo les cito a mis alumnos al principio de su explicación y hago que poco a poco la vayan desgranando. Y dice así, “No es mi conciencia la que determina mi ser social, sino mi ser social el que determina mi conciencia”. Dicho más fácilmente yo no soy lo que pienso, sino que pienso según lo que soy socialmente, el conjunto de relaciones sociales que me construyen. Pues bien, lo que pensamos es la ideología y ésta es una falsa conciencia, un conocimiento erróneo de un mismo y de la realidad que me rodea. Pero este pensamiento es interesado. Es, a las distintas formas de poder a las que les interesa este estado de falsa conciencia o alienación, así no podemos revelarnos contra lo establecido. Por eso vemos esas contradicciones. El tardocapitalismo es la mejor ideología y religión creada por el hombre; es un inmenso engaño en el que todos (los países ricos) participamos y en el que nos encontrábamos felices y realizados. Pero todo era un velo, y es un velo de Maya. Y está cayendo delante de nuestras narices. Por eso cada vez más personas ven esas contradicciones y caen en el sinsentido y el desencanto. Pero ése es otro enemigo.

 

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                Miguel, excelente reflexión y bella prosa como siempre. Sé que mi artículo y lo que digo levanta ampollas en los lectores de literatura, sobre todo los de buena literatura, cómo no. Pero lo que sucede es que hay como un mito en torno a la literatura. El primero, que enseña. Yo digo que sí, pero a la sensibilidad. (No hubiese sido posible la formulación de los derechos humanos si a través de la literatura no se hubiese creado el clima de empatía que nos acerca al dolor del otro. Y esto lo hizo la novela. Es una de las hipótesis más actuales sobre porqué consideramos evidentes y naturales los derechos humanos, cuando en realidad son una construcción que es accesible por nuestra capacidad de empatizar (sensibilidad) con el otro. Y otra que la lectura es imprescindible (la mayor parte de mi vida la he pasado leyendo), pues tampoco. ¿Hay más sabiduría en Tolstoi, autor atormentado, que nos ha enseñado y deleitado tanto, que en un hombre normal, honesto y con un buen equilibrio afectivo que no lee y tiene otras aficiones. O con un hombre del paleolítico, algunas tribus quedan en el Amazonas? Tanto la escritura como la lectura son inventos culturales que nos han transformado. Incluso era distinto la escritura que no tenía signos ortográficos al momento en el que se inventa la grafía, cambia hasta el cerebro. O el paso de leer en voz alta a leer para sí mismo. O lo que está ocurriendo hoy en día con la lectura en Internet y especialmente con las redes sociales, cambian realmente las redes neuronales de nuestro cerebro. Nuestros jóvenes, irremediablemente, no pensaran como nosotros. Y hay un aspecto que creo que ha pasado desapercibido porque no he hecho hincapié, pero es el que realmente defiendo, leemos, como hacemos cualquier cosa, por dar un sentido a nuestra existencia mientras aseguramos nuestra pervivencia a través de nuestros genes. La cultura es nuestro entretenimiento, nuestra religión. Bueno, la religión pertenece a la cultura. La cultura es lo contingente, por eso es plural y diversa, la biología necesaria. La cultura es el instrumento que nuestros genes han inventado para poder seguir viviendo. Éste es uno de los aspectos de mi tesis naturalista nihilista y que desarrollé en “Pensamientos contra el poder”. Un saludo y a seguir deleitándose con todo texto que merezca la pena.

 

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La crisis de la democracia, de los partidos y de la política procede desde el momento en el que los partidos se transforman en organismos de poder, no en representantes del pueblo. Es entonces cuando pasamos de democracia a partitocracia. Y cuando el sistema capitalista se va inflando pasamos a la partitocracia oligárquica por la evidente connivencia de partidos y capital. De tal manera que los partidos dirigen el Estado (en realidad su existencia es posible, económicamente, por éste), es más engullen al Estado y con él al ciudadano. De ahí que los partidos sean sólo representantes de sí mismos. Y de ahí que se produzcan guerras entre partidos por el poder igual que guerras internas de los partidos por el poder. Lo enmascaran de democracia. Pero es falso, porque no hay ideas. Y donde no hay ideas hay ideología y búsqueda del poder. Por eso esta crisis ha llevado a gritar a algunos que no nos representan, y es cierto, mal que le pese a Savater. Si acaso nos representan, y no es más que por darle una concesión a mi amigo Savater, es por nuestra idiotez en el sentido griego. El idiota es el que sólo se interesa por sí mismo. Los partidos se encargan de entretener al ciudadano produciendo vasallos-tiranos. No somos libres, pero somos tiranos (pensamos en derechos, no en deberes) con los funcionarios públicos: médicos, profesores, por ser los más vilipendiados…En fin, que se ha construido una casta política, como tú sugieres, que debe desaparecer por el bien de lo que queda de política y democracia.

 

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                La fugacidad. Se ha perdido el sentido del relato, del tiempo, de la pausa, del deleite. La información al instante es nuestra tirana. Tan tirana que si no estamos en el instante creemos no existir. Hay que derrumbar esta ideología porque sin pasado no hay ni biografía ni historia y eso es lo que persigue el ensalzamiento del instante.

 

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Hay que trascender las siglas. No basta tampoco con decir que no se está de acuerdo, es necesaria la argumentación. La idea del artículo no es ésa exactamente, lo que usted pone es una idea secundaria, algo que se deriva de la idea principal que es que la policía surge como instrumento que utiliza el poder para mantener el poder en nombre de la seguridad. Con respecto a los controladores aéreos puede ser, no estoy informado, que fuese una huelga brutal. De ahí, a sacar al ejército y declarar el estado de excepción es un exceso de poder único, y no porque fuese el PSOE, sino porque era el poder. Y o de los crímenes de estado sólo existe en las dictaduras y eso lo hizo el PSOE, muy bien, pienso yo también lo hubiese podido hacer el PP si hubiese estado el poder y la situación de extrema violencia de ETA hubiese sido la misma. En ambos casos es la misma lectura. Desde hace tiempo defiendo la abstención masiva que llevaría a la disolución de los partidos porque se han convertido sólo en representantes de sí mismos. Han eliminado la democracia y la han transformado en partitocracia. Lo que curre es que tememos el que haremos sin esos partidos. Habría una transformación una refundación republicana representativa del estado en la que existirían partidos con listas abiertas, autosubvencionados y ciudadanos indepedientes (grupos o aislados) y el distrito electoral sería, o bien la comunidad, o bien el distrito único. Éste sería más democrático, pero nos plantearía el problema de las autonomías, eterno problema español con el que debemos convivir. Los partidos, igual que nacieron se desarrollaron, pues tienen que morir en su forma actual, pues carecen de sentido. Son mastodontes orgánicos de poder que engullen a la democracia y al ciudadano. Una democracia republicana es la idea. Y ello consiste en que la soberanía, el poder, este lo más cerca del pueblo que se pueda. Que sea el pueblo. Eso fomentaría la virtud cívica y la ejemplaridad, participar de la cosa pública, la política y eliminar el poder ajen al ciudadano.

 

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Ese narcisismo imperante que es la base del sujeto posmoderno, de ahí la letra de la canción, es la ideología que tiene idiotizados a la juventud, alienados en lenguaje más filosófico. Engañados, sumisos, domesticados, sin capacidad de empatía, ni de fraternidad, la gran olvidada de la Ilustración. Ese narcisismo ególatra de sujetos egoístas y hedonistas es el opio de la nueva religión del pueblo (esclavos) o mejor vasallos-tiranos que los adormila en un sueño prepotente cuando en realidad son monigotes de trapo en manos del poder. Y, mientras, el orden establecido por la democracia, por los derechos humanos, por los derechos laborales se derrumba.

 

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¿Son posibles los cantautores hoy en día? La dictadura está diluida y no es identificable. Ya no hay a qué agarrarse, el tardocapitalismo aunado con el posmodernismo ha vaciado todo relato de sentido, ha eliminado el sentido que está en el tiempo, porque se ha tragado el tiempo y lo ha reducido a un instante efímero. Hoy el hombre es un vasallo-tirano, inconsciente, sumiso, caprichoso y domesticado. Mal mimbre éste para los contestatarios. Hoy poseemos la libertad material, una pequeña libertad material y una tremenda esclavitud espiritual e intelectual. No es tiempo ni para la lírica, ni para la épica. Todo se diluye en un clic de ordenador. El presente se hace eterno y vacío. Nirvana budista pero sin espiritualidad. Han conseguido transformar la conciencia en una máquina inconsciente que pretende existir a base de estar informado de lo que nunca cambia, la condición humana. Han creado el espejismo del cambio para mantenernos ocupados y la tecnología que sirve de vehículo de esa ocupación. La liberación de la tecnología se ha convertido, paradójicamente en nuestra tirana. Soy filósofo y no profeta, pero esto parece el principio del fin. Se han creado las condiciones, pero a lo grande, de la posibilidad del gran exterminio, como ocurriera en la Alemania nazi, los judíos dejaron de ser personas y eso fue lo que hizo posible su exterminio y la connivencia pasiva de la población. Hoy hablamos a nivel mundial. Siguiendo la teoría de los colapsos civilizatorios de Desmond, éste, al ser global puede ser definitivo.

 

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                Para mí no creo que sea muy importante, sí para toda la industria del periódico y del libro, el formato en el que vayamos a seguir leyendo. Pero lo que sucede es que éste nuevo formato dará lugar a la disolución del libro como tal. Cualquiera puede escribir y publicar en la red. Si a esto le añadimos que la lectura en la red es superficial y no lineal, entonces, lo que se nos avecina es una nueva mentalidad en la que, entre otras cosas, lo histórico carece de sentido, lo único válido es el instante, que a su vez, es absolutamente efímero. Me reitero en que, a pesar de los avances tecnológicos, la seducción de las nuevas tecnologías, que están hechas para eso, para seducir –nuevo opio del pueblo- la estética del mundo contemporáneo es fea, vacía, efímera, superficial y subyugante, nos esclaviza.

 

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La historia debería ser maestra moral y política. Pero vivimos en la posmodernidad. Más allá de la historia. Lo que interesa es la competitividad y la producción. Y, si no, vean los planes de estudio y el plan Bolonia. El triunfo del mercado es absoluto y los genocidios del siglo XX no son nada para los que se están cometiendo en nombre del progreso y el crecimiento.

 

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La cuestión sí es filosófica y se basa en la creencia en el mito del progreso. Es más, en la necesidad del autoengaño. Creer en el progreso y la salvación. Es la nueva religión que resurge con fuerza en la Ilustración, pero que en su mismo seno tuvo su crítica. Rousseau nos avisaba de que el progreso tecncientífco no es necesariamente progreso humano. Es más, puede desencadenar la inmoralidad. Por tanto, el progreso debe ir dirigido ético-políticamente. El progreso es contingente, como diría Kant, no necesario, como dicen los tecnófilos, partidarios de un principio pseudofilosófico que es el imperativo tecnológico. Hay que recuperar la tradición crítica de la Ilustración, un proyecto ético y político inacabado. La discusión es compleja y de lo que hagamos depende el futuro de la humanidad. Pero este posmodernismo que nos inunda la plantea como un espectáculo simplón. El hombre no da para más, ni la educación que tenemos para adentrarse en demasiadas complejidades. Las mentes se han vuelto planas.

 

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Pues son majaderías. De momento todo se reduce a un discurso religioso redentor, como todos los discursos. Lo que ocurre es que éste se rodea del halo de la verdad científica. No obstante, no descarto, y creo que será así, que el futuro del Homo sapiens sapiens está contado y que se ha iniciado una tecnoevolución que se superpone a la evolución natural y eso dará lugar a los cyborgs de los cuáles ya se anuncian algunos, como cualquier ser humano que tenga una prótesis interna que le permita seguir una vida normal. De ahí a la aplicación de la IA al cerebro sólo será cuestión de décadas, eso si sobrevivimos. Quizás este nuevo ser de un futuro a medio plazo sea superior moralmente a nosotros, o carezca totalmente de moral. Desde luego no seré yo el que defienda al hombre. Soy partidario de las tesis de la historia de Walter Benjamín y considero que la historia, y su mito del progreso, han dejado las cunetas llena de escombros, los cadáveres de la humanidad en nombre del progreso y el paraíso.

 

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Pensar es pensar siempre contra el poder, contra lo establecido, contra lo obvio, contra lo que parece evidente. El pensar es una tarea de liberación del del status quo. Del pensamiento dominante que adormila nuestras conciencias y nos esclaviza sin ser conscientes de ello. El poder atenaza, nos uniformiza, nos hace débiles y nos hincha de prebendas, nos aterroriza para paralizarnos y que no actuemos. Elimina las alternativas. Nos presenta un mundo plano, sin color, ni posibilidades, ni cambios ni alternativas. Pensar es romper contra todo ello. Pensar es crear, producir alternativas. Pensar que otra vida, otro mundo, otra historia es posible. Pensar es levantar la cabeza de entre el rebaño y decir ¡No!

 

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            Es la estructura de la iglesia la que ha mandado a callar a esos que hacen una labor humanista cristiana y revolucionaria. Por esos son desconocidos. Y porque si se siguiese su práctica nos quedamos sin iglesia. La iglesia tiene que optar o bien por el dogma o bien por la ética de la justicia universal. No tiene alternativa. Y la iglesia, desde que se establece como religión del imperio romano del que hereda sus estructuras jerárquicas aún vigentes, elige el dogma. De ahí que ese sea el momento del inicio de la persecución del hereje, que significa en griego disidente, es decir, el que piensa de otra manera. Por eso al cristiano de a pie, se le produce una tremenda esquizofrenia, creen en el mensaje evangélico, pero no se ven reflejados en la doctrina oficial de la iglesia ni en su práctica. Y estos dos últimos papas han retrocedido más de cien años con respecto al innovador y aperturista Concilio Vaticano II que es el que inauguró la doctrina social de la iglesia de la cual emergen todas esas nuevas teologías, como la teología de la liberación, que anteponen la ética al dogma. Por eso su insignia es “Fuera de los pobres no hay salvación”, sin embargo el lema de la iglesia es “Fuera de la iglesia no hay salvación.”

            Efectivamente, en el pecado va la penitencia, y el infierno está en uno mismo y en el otro en el que te reflejas y te conoces. Por eso, mantengo desde hace tiempo, que los textos sagrados no son más que una gran metáfora para conocerse a sí mismo y alcanzar, la bondad, la justicia y, con ello, la sabiduría.

            Curiosamente este curso me he dedicado accidentalmente al estudio de la ética cristiana en su versión misionera. Es decir, como mensaje de justicia social y universal, por un lado y en diálogo con el resto de las grandes religiones del mundo, por otro. Lo que ando buscando son los rasgos éticos que hay en común en la humanidad y que se han manifestado de muchas formas. Todo ello con la intención de dotar de contenido empírico el ideal ilustrado y Kantiano del cosmopolitismo. El ideal kantiano es formal, hay que darle contenido, pero, a su vez, ese contenido no puede ser dogmático, tiene que ser el fruto del diálogo entre religiones, que, por cierto, el actual Papa, ha cerrado estableciendo la verdad universal del catolicismo (dogmatismo y fanatismo) es decir que el hombre vive la realidad desde una visión religiosa, política e ideológica que son diferentes, pero que tienen puntos en común universales. Es éste uno de los sustratos de la globalización que hay que buscar para volver a dar sentido al hombre, en tanto que humanidad y en tanto que particularidad. Para mi, por supuesto un sentido siempre provisional.

 

 

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Una pura accidentalidad en la historia de la vida esa es la historia de la humanidad.. El más mínimo cambio daría al traste con mi existencia. Una accidentalidad en la historia del planeta tierra; un mínimo cambio sería nefasto para la posibilidad de la vida. Una probabilidad cuántica del universo. O hubiese sido otra y tendríamos otro universo. ¿Cómo nos atrevernos a considerarnos tan importantes? Este conocimiento nos lleva al abismo. Es una vía de acceso al nirvana. Dos caminos que confluyen, la ciencia y la religión. Todo es apariencia, velo de Maya, el yo, la conciencia, una construcción del cerebro, pura bioquímica regida por el fondo cántico del azar y la necesidad.

 

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La insociable sociabilidad que decía Kant, o el altruismo/egoísmo recíproco que dicen los etólogos de hoy en día. Es decir, que somos seres sociales por necesidad, no por bondad originaria. Ese altruismo es inconsciente y sin él no podríamos sobrevivir. Por eso las religiones –que emanan de la naturaleza biológica- nos han enseñado, la compasión (el budismo), la caridad, el cristianismo… Lo que está por ver es si vencerá la empatía o el odio. Nos hayamos en un momento crítico.

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            Totalmente de acuerdo con lo que dices. Sólo hago una matización, la lucha ha de hacerse desde dentro de los partidos políticos, los sindicatos, las ONGs, pero todos ellos transformados y eso lo deben exigir, desde dentro los militantes y, desde fuera, los ciudadanos, que no se sienten representados. De lo contrario, se acabó la política y los partidos, como los sindicatos, no serán más que títeres en manos del capital y una farsa ante la ciudadanía inconsciente, que los propios medios de comunicación han creado a conveniencia del poder. Y la situación actual es muy cercana a ésta. ¿Qué interés tienen los partidos mayoritarios en no reformar la ley de partidos y electoral? Pues que no les conviene e intentan convencernos de que el bipartidismo garantiza la gobernabilidad. Eso es un mito que se ha instaurado en la inmensa mayoría de la población y lo que ha hecho es mermar o eliminar la pluralidad. Luego está lo de los nacionalismos, pero éste es un problema eterno con el que tenemos que convivir. Para salir de él o paliarlo en asuntos electorales y garantizar un voto proporcional más justo yo propongo o el estado federal o distrito único. Eso último no sería aceptado por los nacionalismos, pero nosotros hemos aceptado, engañados por los dos partidos mayoritarios, que seamos gobernados, en la sombra por el PNV y CIU. Eso es grave. Los partidos y sindicatos también deben transformarse, una nueva ley que elimine la financiación pública de esto es absolutamente necesaria. Eso nos acercaría al ideal republicano porque el ciudadano se vería obligado a participar en política para defender sus intereses que vendrían vertebrados por un partido, pero este partido se sostendría por la militancia y donaciones privadas absolutamente vigiladas por la hacienda pública, con sus límites, normas y reglamentos que eviten la corrupción y la connivencia entre el capital y el partido. Juan los partidos comenzaron a existir en un momento, siglo XIX y se han transformado mucho desde entonces. Hoy toca una transformación profunda. No se puede mantener que son la única forma de acción porque eso es limitar la acción. Nuestra imperfecta, incompleta y contradictoria constitución avala otras formas de participación política, como asociaciones de ciudadanos, ciudadanos independientes. Estas dos últimas cosas no prosperan, no por poco eficaces, sino porque los partidos políticos mayoritarios han secuestrado el poder político. Aún recuerdo una frase de Ibarra cuando Rosa Díez anunció que iba a formar un partido. Dijo, no sabe esta señora lo que cuesta (dinero, se refería, claro) un partido para que tenga una rentabilidad política. Esto lo dice todo. Y, por último, el congreso del PSOE parecía que iba a introducir cierto movimiento, pues no. Todo ha quedado igual. No se han planteado las cuestiones de fondo de la democracia, ni de la democracia de partido. Luchar desde estos partidos que son mastodontes o dinosaurios del pasado, sin capacidad de innovación, incluido IU (que tiene problemas añadidos, además) es dar la batalla por perdida. Las bases de los partidos y la ciudadanía tienen que hacer cambiar a los partidos, si no se produce ese cambio vamos al fin de la política. Si te das cuenta no te hablo del fin de la democracia, porque éste, de momento, está consumado. Vivimos en un estado autoritario y en un mundo globalizado también autoritario en el que existe una ideología fascista, sin miedo a pronunciar este nombre. Y es esa ideología fascista la que se está colando en los estados-nación, a través de lo que queda de política: los partidos políticos. Por eso urge su transformación, desde dentro, pero no veo atisbos de ello, al menos yo. Y te he puesto como ejemplo el último congreso del PSOE. Vivimos unas circunstancias parecidas a las previas a la segunda guerra mundial. El mayor problema y el que hizo posible esa guerra fue la falta de conciencia ciudadana que permitió, por un lado que la democracia fuese secuestrada por los totalitarios Hitler y Mussulini, y dos, porque las otras democracias permanecieron pasivas ante esos movimientos, empezando por la guerra civil española. La cuestión es que el problema hoy es mayor. Por un lado la conciencia ciudadana ha sido casi aniquilada por las nuevas tecnologías de la desinformación y control de masas y, lo peor, el problema es global. Es el problema ecosocial. No nos enfrentamos al fin de una civilización concreta. Sino a la posibilidad, a la larga, eso sí, con una larga agonía, del fin de la civilización (no aniquilación), porque ahora es la primera vez en la historia que tenemos una civilización global y un único planeta. Los escenarios de este largo fin son múltiples. División del mundo en bloques, guerras por el agua y los alimentos, guerras por la energía. Y todo esto, si te fijas ha empezado ya. Sólo hay que fijarse en los movimientos de los países emergentes, lo que ocurre en Latinoamérica, las inversiones en África, Oriente medio y su control del petróleo con peligro nuclear, lo peor, añadido, el declive de Europa y de EEUU. La crisis de Europa no es sólo la crisis económica es el fin de la civilización occidental, con sus grandes logros y fracasos, pero sus logros son importantes, la conquista de la política, la libertad, el concepto de persona y de dignidad, la democracia, los derechos humanos, el estado de bienestar…