Respuesta a un crítico en el Blog de ciudadanos de Villafranca
Voy a responder al señor Juan Luis Rodríguez, y sin que sirva de precedentes, pues no pienso intervenir más en el foro, entre otras cosas porque no creo que éste exista para esto; es decir, la defensa de actitudes personales, sino para el interés general. No digo que sea cronista político, dije que lo fui y, además, circunstancialmente, tenía un programa de divulgación filosófica y crítica política el curso pasado todos los lunes a las once de la mañana en la radio de Villafranca, la del poder, como dije. Creo que aún están grabados los programas. En estos programas he hablado alto y claro en público, como lo llevo haciendo más de veinte años, sin pelos en la lengua, enfrentándome siempre al poder y arriesgando amistades y en muchas ocasiones con perjuicios familiares. No es ninguna actitud cómoda arriesgarse a pensar y dedicarse a aprender y después divulgarlo, bien entre los alumnos o a un público más amplio como he hecho en muchas ocasiones. De ninguna manera es cómoda porque el pensar le pone a uno mismo ante las cuerdas. Tienes que revisar continuamente tus ideas. Y ver que no se te cuele entre ellas ninguna creencia, todo debe ser sometido al tribunal de la razón. Esto lo exige la coherencia del pensamiento, luego viene la consistencia, hay que aceptar las consecuencias que se deriven de nuestras ideas, y esto es muy difícil, porque nuestras ideas, a veces, tienen consecuencias inesperadas, pero que si cumplen el rigor de la razón deben ser aceptadas. Luego viene la consecuencia, y esto es lo más difícil; esto es, ser consecuente con lo que se piense. Éste es el ideal de la acción ética hacia el que hay que dirigirse. Coherencia, consistencia y consecuencia. Le aseguro que esto no es nada cómodo. Y si piensa que el que se dedica al estudio de las ideas es un comodón o acomodado se equivoca de plano. Todas las ideas tienen consecuencias y hay que estar vigilantes ante aquellas que pueden tener consecuencias negativas para el hombre. Llevo años, muchos más que los de la existencia de la plataforma, que, por cierto, fui uno de los fundadores cuando estábamos cuatro, casi literalmente, atacando el sistema de la democracia neoliberal. Lo de la refinería no es más que una consecuencia de ese orden social, sumado al despropósito de la corrupción política en Extremadura. Mis ideas llegaran donde lleguen, mucho o poco, pero calan en algunas conciencias. E, insisto, llevo haciéndolo más de dos décadas. Otros dos problemas relacionados con el asunto de la refinería son el de la idea de la posibilidad de un crecimiento económico ilimitado y el del cambio climático. Mucho antes de que surgiese el problema de la refinería me dediqué al estudio de la ecología, la ética ecológica y la bioeconomía. A partir de estos estudios publiqué artículos en revistas de ámbito internacional; uno de ellos, Globalización y los límites del planeta. Dirijo un seminario de Ciencia, tecnología y sociedad. Se me ocurrió, insisto, antes de lo de la refinería, organizar un seminario dedicado al desarrollo económico frente al desarrollo sostenible. Curiosamente, a mediados del desarrollo de este seminario surgió lo de la refinería, no le voy a contar las presiones a las que me vi sometido, no voy de víctima, sólo relato algunos hechos.
Aunque usted lo piense no hay una única manera de acción, la de salir a la calle, insisto en que existe la posibilidad de actuar por medio del pensamiento. De dónde cree usted que han salido las ideas de democracia y de derechos humanos. Son igualmente necesarias la acción de la calle y la de las ideas. No admito, de ninguna de las maneras, una exclusión como usted hace. Yo animo a la acción en la calle. Uno de los pilares de este movimiento ciudadano ha sido la presión social. Recuerdo la primera reunión que tuvimos en Mérida con el secretario general del ministerio de medio ambiente, a la que tuve la suerte de asistir, que nos dijo que uno de los factores importantes para frenar el proyecto era la presión social, tan importante como los análisis técnicos que se hiciesen en el ministerio. Pues bien, alabo y felicito a la plataforma por haber mantenido durante cinco años este esfuerzo de presión social, y esto tiene lugar, por supuesto, en la calle. Lo repito, creo que en este sentido la plataforma es un auténtico modelo de organización civil contra el poder. Ahora bien, esto no excluye el pensamiento, y somos más de los que están en la plaza, aunque algunos seamos críticos por sistema y, porqué no, por carácter.
Una última cosa, si algo me ha enseñado la historia del pensamiento y mis años de cómodo estudio, es que nadie tiene toda la razón, que no hay diálogo sin respeto y que éste consiste, no en soportar la opinión de los otros, sino en pensar que el otro tiene razones que, quizás, sean más verdaderas que las nuestras o, al menos, tienen algo que aportar. Siento decirlo, nadie tiene toda la verdad, esto es un pensamiento excluyente e intolerante y, por tanto, intolerable. No se puede entrar en la dinámica o estás conmigo o estás contra mí. Esta dinámica es aberrante. En cuanto a lo del interés, pues, perdona, pero no la he cagado. Vamos a ver, la democracia es una forma de resolver sin utilizar la violencia un conflicto de intereses por medio del diálogo y el consenso. En torno a la refinería hay un conflicto de intereses, y cada uno de ellos es respetable y debe entrar en el debate y el diálogo. Lo que ocurre es que el poder ha utilizado la fuerza y secuestrado la democracia. A lo que yo me estaba refiriendo es al ideal ético de la democracia, y aquí el interés prioritario es el de la ciudad, la polis, no el de cada cual. Por eso desde el principio del movimiento insistí en que el interés general era el de la dignidad humana y la salud democrática, que era lo que se estaba atropellando con la famosa decisión política tomada, los otros intereses, siendo tremendamente importantes, como el medioambiente local, la salud, la agricultura, ocupan un segundo lugar en los ideales democráticos.
Un cordial saludo a todos y a seguir en la lucha, cada cual donde crea que le corresponde.
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