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Filosofía desde la trinchera

 

            Hay aspectos de la respuesta a el crítico del Blog que no he querido señalar. Tampoco he entrado en las críticas que se le pueden hacer al movimiento ciudadano, salvo al asunto del interés particular, que tanto daño puede hacer, la verdad duele. Pero hay algunas afirmaciones que hace Juan Jesús Rodríguez que me parecen peligrosas y que rozan, por ser suave, el integrismo y el fanatismo. Me acusa de falta de compromiso social por haberme “desconectado cómodamente” y haberme recluido en mi vida familiar e intelectual. Y afirma que respeta mi opción, faltaría más –pero realmente no lo hace- cuando me asegura que no sé cuanto me he perdido en estos cinco años de lucha al no estar en la calle. Y ahí es donde está el integrismo y el fanatismo que siempre tienen a la base creerse en la posesión absoluta de la verdad. Vamos a ver, no hay una única manera de actuar, como he demostrado antes, en segundo lugar, la vida es un elegir, dentro de un estrecho margen, no podemos vivir todas las vidas; pero cada vez que elegimos dejamos. De ahí que, desde muy joven, casi adolescente, definí la vida como un eterno dejar. Muchas veces nos pesa más lo que dejamos que lo que hacemos, pero lo que dejamos siempre forma parte de nuestra vida. Pero esto son disquisiciones filosóficas de altos vuelos, no es este el tema. Cuando se me dice que no sé lo que me he perdido por no estar en la lucha de la calle, lo que se me está diciendo es que no hay manera digna de vivir hoy en día en Villafranca, sino es, haciendo lo que hacen los que se manifiestan continuamente y piensan de la misma manera, que los admiro por su perseverancia, pero yo no lo hago, y mi vida es tan digna y tan comprometida socialmente como la suya. No sabemos nunca quien pierde más, este es uno de los problemas de la libertad, estamos obligados a elegir, y esa elección está siempre condicionada, y, en el peor de los casos determinada. Pero, como digo, lo que subyace es la idea de verdad absoluta. Cuando alguien piensa que está en una verdad fuera de toda duda pierde la capacidad de la crítica, pierde la perspectiva, se convierte en un integrista que no tiene ideas sino creencias, y de ahí al fanatismo hay muy poco. Hay que estar siempre vigilantes de nuestras propias ideas, no ser esclavos de ellas, sino sus creadores.

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