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Filosofía desde la trinchera

 

                                   05 de noviembre de 2009

 

            Muy interesante la obra que estoy leyendo del biólogo y filósofo Maturana, La realidad, ¿Objetiva o construida? A partir de sus estudio biológicos saca unas consecuencias que se sitúan en el ámbito filosófico. Nos ofrece toda una cosmología con dos pilares básicos que son una ontología y una teoría del conocimiento. Pero de ello se desprende también una teoría de la sociedad y del hombre. Maturana es materialista emergentista y cree haber descubierto una serie de característica en los seres vivos que son básica en todos los sistemas emergentes hasta que se llega a la sociedad humana. En cuanto al conocimiento la tesis fundamental de Maturana es que, de alguna manera, la realidad es construida, porque depende de nuestra estructura cerebral que tiene un funcionamiento interno que después se correlaciona con el entorno. En definitiva, es nuestro cerebro, como resultado de la evolución el que modula la realidad. Por tanto el conocimiento es innato, lo que hace nuestro cerebro de forma a priori es modular y fabular (crear una narración creíble, con sentido) la información que nos viene a través de las sensaciones que nos conectan con el entorno. Se rompe también el dualismo mente cuerpo y sujeto realidad. Maturana estaría de esta manera en la línea de los neurofisiologos LLinás con su El mito del yo y Francisco Rubia El cerebro nos engaña y El mito de la libertad. Tanto el yo como la libertad son construcciones internas y automáticas que realiza nuestro cerebro como instrumentos que hacen consistente la imagen o narración que hacemos sobre la información que nos viene por los sentidos, tanto los externos como los internos. Todo esto no tiene porqué hacernos caer un idealismo. La realidad existe, pero no es independiente de nosotros, nosotros estamos inmersos en esta realidad e interactuamos con ella. El conocimiento es una forma de interactuar. Vivir, por tanto, aquí se asemeja a las tesis de Popper, es conocer. Éste es el carácter evolutivo del conocimiento. Lo que ocurre es que Maturana no es un darwinista ortodoxo, considera que el mecanismo fundamental es la deriva genética y excepcionalmente la selección natural. Hay una semejanza aquí también con Gould. Todo esto es tremendamente interesante y nos replantea una nueva ontología y una nueva teoría del conocimiento. Pero lo curioso y lo sugerente es que nos ofrece una imagen sobre la sociedad humana. La sociedad humana emerge de los seres vivos y por tanto tiene en su base la característica fundamental de estos que es la autopoiesis. Lo que hace al hombre ser tal es el lenguaje, de tal forma que podemos definir al hombre como el ser que conversa, pero el lenguaje, que nace de la comunicación emocional -con lo que la base del desarrollo humano es la cooperación, no la competencia, cosa muy interesante para reorganizar las sociedades actuales y realizar una crítica a la política neoliberal- recrea la sociedad. El hombre vive inmerso en la realidad lingüística que es la conversación, el lenguejear, o hablar que diríamos nosotros. No es el hombre el que crea la sociedad, la cultura, sino el lenguaje. Y éste es la condición de posibilidad para que podamos existir porque somos animales sociales y en tanto que tales vivimos de la comunicación. Se resuelve también el conflicto entre el individuo y la sociedad. El individuo se construye socialmente porque se construye a partir del lenguaje. No hay individuos sin sociedad. Entonces una sociedad es un conjunto de conversaciones y, como tales y como los seres vivos, tienden a ser conservadoras. Y este punto es muy interesante para las reflexiones que sobre el poder venimos haciendo. Para que una sociedad o cultura cambie es necesario que una nueva conversación sea admitida. Pero todo sistema social, como todo ser vivo, tiende a permanecer en su estado como forma supervivencia. De ahí que las sociedades sean conservadoras e intenten eliminar cualquier forma de discurso que las ponga en cuestión porque las consideran como una amenaza. Y de ahí que sean difíciles los cambios y cuesten vidas y desastres. Pero también es curioso que cuando una nueva conversación, un lenguaje que nos hace recrear una nueva realidad y entendernos a nsostros mismos de otra manera, triunfa, pronto se hace así mismo conservador. Esto nos explica el fenómeno de la institucionalización de las ideas más revolucionarias y el hecho de por qué el poder es siempre conservador. El poder protege, como imperativo y de forma inconsciente, las conversaciones y narraciones que dan identidad a una sociedad, lo contrario sería atentar contra nuestra propia existencia. Curiosa base biológico-antropológica de la inmovilidad de las instituciones y del conformismo del pueblo. Cada vez vamos encontrando más datos de porqué el poder se perpetua y los ciudadanos se conforman. La democracia sería, entonces, una forma de conversación que intentaría trascender la propia naturaleza humana, por eso la democracia tiende también al asentamiento institucional de tal forma que se transforma en mera cáscara, algo puramente formal. Quizás, entonces la ilustración fue una gran ilusión. De todas formas los cambios en las sociedades siempre vienen por la introducción de una nueva conversación y a esto no debemos renunciar las consciencias críticas y tampoco a nuestro deber de desenmascarar ante el público las apariencias. Los cambios sociales, bruscos o no, siempre han sido así.

 

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