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Filosofía desde la trinchera

03 de mayo de 2010

 

            El cinismo político es abrumador. El día del trabajo la señora de Cospedal, clausurando la comisión de empleo y trabajo del PP en Toledo, dijo, más o menos, lo siguiente. Ahora nos iremos todos a hacer nuestras ofrendas y oraciones a la señora del Valle nuestra patrona. Pero permitidme que os diga algo. Hoy es el día del trabajo. Un día que representa las conquistas sociales de los trabajadores, la jornada de ocho horas, las vacaciones, la eliminación del trabajo infantil… Pero, hombre, cómo este discurso en la boca de la derecha reaccionaria. La política se ha vuelto un baile de máscaras. La izquierda no oculta su apuesta por el neoliberalismo y pacta con la patronal, cuyo presidente es un explotador fraudulento. Y la derecha nos habla del paro y de las conquistas de los trabajadores. Es decir, de la izquierda de verdad de hace un siglo. Los políticos están dentro del sistema del mercado, sólo buscan votos y se venden para ello. Una vez que se proclama erróneamente el fin de las ideologías, no es sólo que se proclame la muerte del pensamiento y con él la emergencia del fanatismo y la intolerancia. Es que, además, esto da cabida a cualquier discurso. A esto se le llama cinismo político y relativismo. Hay que reivindicar el pensamiento. Y hay que demostrar que no hay fin de la historia ni de las ideologías. Hay que luchar contra el nihilismo que se nos trata de imponer para vaciar nuestras conciencias y podernos mover cual monigotes. Pero, ¿cómo crear conciencia social si la educación está en manos del poder y es el vehículo de su ideología y del pensamiento único?

 

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