Lo de la energía nuclear es algo complejo. Fue una batalla que ganaron los ecolgistas hace décadas, con argumentos contundentes. Pero ha resurgido el tema como efecto rebote del cambio climático derivado de la energía obtenida con recursos fósiles. Es el argumento fuerte que las multinacionales eléctricas y nuestros gobernantes han introducido. Pero se les olvida el problema de la caducidad de ese tipo de energía, que es igual que la de las fósiles, no son renovables. Lo de la peligrosidad y el tremendo problema del almacenamiento es algo ya definitivo, bueno, todo lo definitivo que la ciencia permite, claro. La apuesta es por la innovación tecnológica a base de otro tipo de energías renovables que, además, lleven aparejado la justicia social. Es decir, un ssitema energético diversificado (existen muchos modelos teóricos de ellos), que no esté en manos de unas pocas multinacionales que ponen firmes a los gobiernos y a los ciudadanos. Todos los temas ecológicos, si no los ligamos a la cuestión social, quedan en cuentos de hadas. En teorías del buen salvaje y del taparabos. Por eso es necesario un discurso político que afronte estos temas desde un nuevo orden social, no desde el perjuicio o no al medio ambiente o a la salud humana, esto último son subcapítulos del problema real: la supervivencia de la civilización. Pero un nuevo orden, al que me atrevo a llamar ecosocialismo, requiere de un nuevo modelo económico que rompa, de una vez por todas, con el mito de la política del crecimiento. Si queremos salvar la civilización, o, más bien, salvarnos, es necesario el decrecimiento. Y esto no es una utopía, la utopía, que más bien, se transforma en distopía, es pensar que podemos seguir así mucho tempo. Vivimos un sueño y un engaño a costa de tres cuatas partes de la humanidad. Seamos responsables, que era el principio ético propuesto por Hans Jonas, del otro, aunque no esté presente, del distante tanto en el espacio, el extranjero, como en el tiempo, las futuras generaciones. Saludos y disculpad las manías pedagógicas de un viejo profesor.
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