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Filosofía desde la trinchera

Pero, hombre, Fernando, otra vez con la cantinela de la separación entre saber y saber enseñar. Siento decírtelo, tendría que escribir un libro entero, aunque con la cantidad de artículos que he escrito sobre el tema ya lo sobrepasa, para que lo leyeras y entonces podríamos hablar. Esa separación es pueril e interesada y sólo sirve como un parche para la ley que tenemos. Parece mentira que digas esto. El fracaso de la ley lo tenemos en nuestras narices. ¿Qué será que los políticos no sois capaces de reconocer vuestros errores? Supongo que será la disciplina del partido y la lucha por el poder. Yo estoy ya muy lejos de eso, no estamos en democracia, sino en partitocracias.

            Lo de la vocación, pues mira, probablemente, antes, en nuestros tiempos, habría más que ahora. Pero además, te digo una cosa. Todo aquel que ama su disciplina, o su especialidad o ámbito del conocimiento está deseoso de transmitirlo. A eso se le llama vocación. Mira, no has hecho ninguna crítica a mi argumentación sobre los comentarios de Rubalcaba, tendrías que hacerlo. Sólo el decir que saber y saber enseñar son dos cosas distintas pues es una trivialidad. Me recuerda a las discusiones en el patio del colegio cuando pequeño. Decíamos, si sabe mucho, lo que pasa es que no sabe enseñar, pues no, luego de lo que me di cuenta, es de que no tenían ni idea. Y ni te cuento de la universidad. La vocación de la que hablas se le da por supuesto a todo aquel que se dedique a la enseñanza, siempre y cuando su formación tenga que ver con su inquietud vital. El historiador, el matemático, el filósofo, el físico, el biólogo…. Lo son , se supone, por amor a su saber, por vocación. Desgraciadamente cada vez hay menos de esto. En los otrora institutos de bachillera abundaban mucho más. Es la ley la que ha cambiado la promoción académica por la promoción a base de cursillos psicopedagógicos con los que se te paga un dinero cada sexenio. Es una mentira y una hipocresía. El profesorado se ha ido adaptando a todo esto, porque todo hay que decirlo, la ley que tenemos nos la metieron atravesada por falta de compromiso con nuestro deber y por el engaño de los sindicatos. Y, por supuesto, por una supuesta política progresista que luego ha resultado ser un tremendo error y fracaso. Mantenerla es, perdona que lo diga, o de estúpidos, o de obedientes. Cómo es posible que España tenga un índice de abandono escolar del 35% teniendo educación obligatoria y promoción automática. Fracaso total de la ley. Ya está bien de culpar al profesorado. El profesorado, en los primeros niveles de la LOGSE, y tengo la suerte de no conocerlo salvo en las guardias, sobrevive. Me parece una indecencia decir que es culpa de la falta de vocación del profesor. A un conductor de autobús se le pone un tío chulo y lo hecha, al médico, algún enfermo le falta el respeto, o no quiere su asistencia y se le da el alta voluntaria. Pero lo de la educación no tiene nombre. Obligatoriedad, y encima el currículo que tenemos, a lo mejor en ciencias no se nota tanto, pero en letras, ya que te gusta tanto esta diferencia, que yo no comparto ni entiendo, pues se nota mucho. Cuántas cosas podría yo explicar que pertenecen a la cultura occidental y que la intencionalidad de un temario estatal y autonómico olvida o prefiere ignorar. No, Fernando, de ninguna manera, aprovecha ahora que os toca ser críticos y piensa desde la distancia. Y te lo digo como compañero y tú lo sabes, yo vivo muy bien en la enseñanza, pero es mera contingencia, la mayoría de la gente está pasando un calvario. Y, por favor, mirad a esos alumnos inadaptados, esos que no soportamos, son unos infelices y unos desgraciados. Pero podrían ser muy buenas personas, y ciudadanos muy útiles. La ley los ha condenado. Mirad a los alumnos, a su felicidad, a su dignidad. Ya no se trata de cuatro teóricos que nos quejamos, y con muchos argumentos contundentes, sino de los alumnos, que son personas, pero parecen animales…es muy penoso. Saludos.

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