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Filosofía desde la trinchera

Me preguntan, La muerte no existe, ¿verdad?

Sí existe y es lo que da sentido a la existencia. El hombre es un ser para la muerte. De ahí su angustia vital, por muy oculta que algunas veces esté. La existencia auténtica es la de la conciencia de la muerte, la inauténtica la inconciencia de ella, que en definitiva es la distracción del yo, su disolución en los demás, su abandono en la mera diversión, que no es el ser. Desde muy joven definí la vida como un dejar, la muerte sería el último dejar. También la muerte se nos puede presentar como una puerta ancha, el suicidio de los estoicos, no del enfermo o contrariado. Sino del sabio que acepta lo vivido y no encuentra ni sentido ni dignidad en la vida que lleva. La eutanasia, por ejemplo. Ése es su sentido. Sin muerte, la vida no tiene referente porque no tiene final. Y lo que hacemos lo hacemos en la medida en que sabemos que hay un final. Lo que sucede es que nunca somos capaces de contemplar nuestra propia muerte, se mueren los demás, nosotros, no. Parece que nos es ajena, sin embargo convive con nosotros minuto a minuto, día a día. La muerte al final es un descanso de una tarea. Porque la vida es tarea y debe ser una tarea bien hecha, de la que uno se sienta satisfecho. Una tarea que roce la obra de arte, porque nuestra vida, la de cada cual, es única e irrepetible, como el arte. Saludos.

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