Claro, pero es que nosotros somos el fruto de una serie de conquistas históricas que comienzan en Grecia con el surgimiento de la filosofía y la democracia y siguen en el Renacimiento y la Ilustración. Una vez conquistados los conceptos e ideas claves tiene que venir su desarrollo. La igualdad se proclamó tanto en Grecia como en la Ilustración. Pero ahí ni entraban ni las mujeres ni los esclavos, ni los de otras “razas”…ha habido que ir desarrollando en el derecho y en la política las conquistas filosóficas. Y estas conquistas filosóficas son todas una lucha contra la tradición. Y la religión es el núcleo de la tradición. Y hoy en día no lo es aparentemente porque las religiones tradicionales, en las llamadas sociedades democráticas avanzadas (da un poco de risa) no están ya dentro del imaginario de la ciudadanía, pero, dos cosas, en tanto que instituciones siguen teniendo poder y, segundo, la religión (el espíritu religioso) se ha desplazado hacia otros objetos (religión tecnocientífica con su culminación en la religión de la economía).
La clave está en el paso del paleolítico al neolítico. En el neolítico se produce la división del trabajo y de ahí la división de género y de clase; apareciendo la desigualdad y las diferentes formas de poder. En el paleolítico la desigualdad se basa en la naturaleza y se explica etológicamente. Somos primates y, como tales, jerárquicos. Somos nómadas con un tipo de sociedad fundamentalmente matriarcal. Porque en el conocimiento del hombre del paleolítico es la mujer, con su fertilidad, la que garantiza la supervivencia del clan o la tribu. De tal forma que en el paleolítico los dioses son femeninos. “Y dios nació mujer” reza el título de un libro. Las religiones a las que se refiere el artículo y me refiero yo son las procedentes del neolítico que son las que justifican la desigualdad entre hombre y mujer y muchas otras cosas más.
Y, por supuesto que uno no desea volver al estado de naturaleza o al paleolítico. Allí la vida era un sufrimiento atroz. Pero hay que tener en cuenta una cosa. Nuestra mirada es etnocéntrica. En más de la mitad del planeta la vida sigue siendo atroz, no tienen comida, ni agua potable, ni medicinas, ni vivienda… Nuestro crecimiento y nuestras conquistas ético-políticas se han montado a partir de un crecimiento cancerígeno de la humanidad. Así que si lo miramos globalmente pues lo que pasa es que nos ha tocado la lotería, de momento, porque veremos dentro de un par de décadas y eso es quizás mucho.
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