Tienes razón, Esteban, pero hay gestos que son heroicos y son símbolos para el resto. Y los actos heroicos pueden costar la vida. Aunque también es verdad que para muchos esos actos heroicos son tonterías o actos inconscientes. Pero yo me quedo con el símbolo y la mitología del héroe. Así explico yo, por ejemplo, la muerte de Sócrates o Jesús de Nazaret. Ambos pudieron evitarla, pero su pensamiento no hubiese sido el mismo ni hubiese sido coherente si no lo hubiesen llevado a sus últimas consecuencias. También Héctor sabía que si salía a luchar contra Aquiles moriría, pero era su deber y su enseñanza de la virtud. Lo que ocurre es que hoy en día este discurso ya no sirve. En fin, que quizás no esté mal un héroe anónimo para que nos espabilemos.
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Cierto, aquí nadie deja un sillón, pero dos matizaciones. La primera es que los casos de heroicidad que yo he puesto son individuales y cuentan como gestos y, si lo miras bien, son necesarios, de lo contrario la historia hubiese sido otra. En tu caso es la decisión de un hombre que involucra a otras personas, caso muy repetido en la historia. Para mí esto no tiene el mismo valor ético, por supuesto. La segunda es que noto, claro, no sin razón, cierto pesimismo histórico y en concreto con España. Pero nadie pensó que pudiese caer el antiguo régimen y llegó la revolución francesa. Y, por último, yo sí creo en el valor del héroe como ejemplaridad pública. Es más, si no los hay nos los inventamos y en esto consisten los mitos y las leyendas.
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Estás en lo cierto. Pero pasan dos cosas. Esos héroes a los que te refieres, me da la sensación de que fueron llevados allí de alguna u otra manera. No se trata del héroe que toma una decisión individual, libre y autónoma que es lo que yo defiendo. Y que es ejemplar en la medida que da fuerza y ánimo a los que no queremos hacer de héroes, pero queremos luchar. Ya te digo, es ejemplaridad pública. Que todo queda en el olvido. Pues claro, todo. E, incluso si recordamos a alguien por sus méritos, cualesquiera que sean, eso no impide que no esté muerto. Las Casas, por ejemplo, como tú muy bien sabes, es un héroe moral para la humanidad, un ejemplo, no llegó a morir, pero su obstinada defensa del indio en tanto que persona que abre el camino a los derechos humanos, pudo muy bien haberle costado la vida. Desde luego que más de un disgusto, enemistades y enfrentamientos con el poder le costó. Y todos hemos aprendido de esa actitud y nos hemos beneficiado de ella. En cuanto a los héroes anónimos, pues la historia está llena. Y, en España, nuestras cunetas también. Probablemente, si nos vamos a la intrahistoria podremos ver que muchos podrían haber evitado el final que tuvieron. Recuerdo el caso, ejemplar para nosotros, de Doña Catalina, la maestra, investigado por Paco Espinosa. Si seguimos su trayectoria pudo haber evitado la muerte, pero no lo hizo. Y está muerta y enterrada en alguna fosa común de los alrededores de Villafranca y en la condena a muerte se dice, por parte del cura párroco, por roja y comunista. No sé, nuestra diferencia quizás sea cuestión de matices. Yo soy un escéptico y pesimista, pero esperanzado. Creo que nuestra historia puede mejorar, en algunas ocasiones, ética y políticamente, aunque siempre estamos a merced del retroceso. Por eso hay que permanecer vigilantes.
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