De la educación a la barbarie y de la barbarie a la educación.
El futuro de la educación es la barbarie y el origen de cómo está la educación es una concepción y una práctica bárbara de la praxis político-económica. El mundo se ha vuelto plano, unidimensional. Con un solo valor. Hay un régimen universal autoritario que es el mercado. Ese régimen, una distopía, pues nos promete un mundo feliz, un paraíso, pero nos lleva al infierno en cuyas puertas estamos, se extiende por todos los ámbitos de la sociedad. Es la nueva religión sin forma, líquida, que diría Baumann. Todo esto se transmite por la educación.
Y comenzó, aquí en España, allá por los años noventa, cuando se implantó la nefasta LOGSE. Aquella ley de los progres, que resultó ser la más reaccionaria de todas las leyes educativas. Una ley que nos preparaba para lo que tenía que venir, no en vano el partido socialista había apostado por el neoliberalismo, que es lo que tenemos ahora. Que no es más que el principio de la barbarie, de una nueva Edad Media. Bajo palabras progresistas, se nos estaba colando un monstruo tremendo en la educación. Se estaba vaciando la educación de contenido y de valores, por mucho que se hablase de educación en valores, eso no era más que ritual. Y entraron los pedagogos a saco, haciendo pasar un saber técnico por ciencia y elevando ésta a la verdad absoluta. Y nos dijeron que lo importante no es el conocer, sino ese famoso galimatías de “aprender a aprender”. Y ahí empieza el vaciado de contenidos. No hay ni que saber para enseñar. De ahí que, después, el famoso Plan Bolonia reduzca las licenciaturas a grados de cuatro años y, ahora, se está probando el de tres. Total, para lo que hay que aprender, si no hay nada que enseñar. Sólo hay un criterio, la adaptabilidad, que llamaban los socialistas. Los de la derecha, que son los mismos, pero más claros, hablan de empleabilidad. De modo que hemos acabado con la educación y la Ilustración. El tribunal de la enseñanza ya no es la razón, es el mercado.
Y los progres, en su afán de igualdad mal entendida, se inventaron la obligatoriedad de la enseñanza, confundiéndola con la universalidad. Y la obligatoriedad trajo la mediocridad. Todo el mundo tiene que pasar, todos tienen que promocionar, como sea, porque la educación es obligatoria. Y el profesor pierde la autoridad, y la falta de respeto y la indisciplina hasta la violencia emerge en las aulas, donde uno, lo que menos se siente es un transmisor del saber y de la tradición. Ya los pedagogos, ideólogos del sistema, habían hecho su trabajo, y habían desacreditado el conocimiento y el saber en pro de la técnica, de un saber hacer, ayudados ahora por las Redentoras Nuevas Tecnologías que sustituirán al viejo profesor y la obsoleta clase “Magistral”. Ya ni siquiera hace falta alcanzar contenidos, sino Competencias. La palabra tiene su enjundia. Una herencia clara de la economía.
La educación no tiene ningún futuro y a ello hemos contribuido el cuerpo de profesores con nuestra pasividad y desidia. Así se ha iniciado hace décadas la domesticación hacia la barbarie. No obstante, como en la edad Media, el conocimiento permanecerá en manos de unas élites privilegiadas. Nada nuevo bajo el sol. La historia está sembrada de cadáveres en nombre del progreso.
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