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Filosofía desde la trinchera

Los dueños del mundo entendieron perfectamente a Platón. Hace unos años yo decía que de que los políticos se enterasen de lo que Platón decía se iba a caer del temario de Historia de la Filosofía. En definitiva, la pregunta política de Platón es quién debe gobernar. Y su respuesta es que los sabios o filósofos. El pueblo, no. Es la crítica feroz de Platón a la democracia que había matado a su amigo Sócrates. Un gobierno justo no puede matar a un hombre justo como es el caso de Sócrates. Luego, la democracia, como gobierno del pueblo, no es un gobierno justo. Y no lo es porque es el gobierno de los ignorantes: de aquellos que viven instalados en la opinión y no en la ciencia. Pues bien, pasados los años he comprobado mi gran error. Los amos del mundo han creado una sociedad, un estado platónico en el que la democracia es ficticia, es el engaño de la caverna platónica. Creemos que gobernamos nosotros y tenemos la libertad de decir lo que nos venga en gana y de votar a quien queramos, pero, en realidad, es un gran engaño. Son los medios de control de masas y del pensamiento los que nos ofrecen la alternativa política, que, por cierto, aunque enmascarada en distintas siglas, sólo es una, incluido a los de Podemos (por concretar y hablar del caso español, a pesar de sus grandes virtudes como la de jugar el papel de desenmascarar el engaño, pero quedarse en la puerta y participar de él), por tanto, la isegoría es aparente, porque en el fondo no hay alternativa más que la que se nos muestra e, incluso, dentro de la caverna, se nos hace creer que hay diferentes alternativas. Falso. Eso no es más que juego y entretenimiento de los demagogos para mantener al pueblo en el engaño. Luego llegan las elecciones y se les dice al pueblo, desde la más cínica demagogia, que es soberano. Soberano, ¿de qué? Si no tiene oportunidad de pensar. Si sólo existe un pensamiento único. No existe la libertad política, sólo la de opinar. Por cierto, que para eso el poder se ha encargado de adoctrinar al pueblo haciéndole pensar que todas las opiniones son respetables, por tanto, iguales. Relativismo, ausencia de pensamiento.

Y, por otro lado, tenemos a los gobernantes que Platón nos decía que tenían que ser los sabios o los filósofos. Él decía, los que poseían la filosofía verdadera, es decir, que sólo existe una forma de pensar. Volvemos al pensamiento único y al pensamiento hegemónico. Pues bien, eso es lo que ocurre en nuestro mundo y en nuestras supuestas democracias occidentales: es el gobierno de los mejores, que son los más sabios: tecnócratas (casi todos ellos economistas ortodoxos) y ricos Y, como resulta que participamos del gran engaño y el engaño es hacernos pensar que vivimos en democracia y que poseemos libertad política, pues el pueblo está absolutamente maniatado, pero, de forma inconsciente, porque él piensa, desde su ignorancia, que es muy libre. Pero no lo es, porque a pesar de la libertad de expresión no hay libertad política. Y si a esto le sumamos la propia condición humana: la servidumbre humana voluntaria. Es decir, que preferimos obedecer a actuar por nosotros mismos. Pues, nuestro gozo en un pozo. Apaga y vámonos. Bienvenidos al desierto de lo real.

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