La verdad tiene muchas caras y las circunstancias tanto de la persona como del tiempo son mudables. No existe algo así como la verdad. La verdad tiene matices y esos matices tienen que ver con la interacción con la persona. Muchas veces la verdad es la que uno quiere que sea. Otras es necesario desvelar la verdad para iluminar al que anda perdido. Otras es necesario decir la verdad porque el otro la demanda. Otras, el otro demanda que no digas la verdad porque la sabe. Otras, demanda que no le digas la verdad porque la verdad es su autoengaño, su pequeño o gran delirio que lo salva del sufrimiento. Otras la verdad es necesaria para sacar del engaño que ejerce el poder sobre nosotros, los más débiles. La verdad, a secas, suena como algo unívoco, con un solo sentido. La verdad es algo que se da en relación con. Y es esa relación la que la construye. Como ejercicio de reflexión o meditación yo propongo que pensáramos en la frase de los evangelios cuando Jesús dice, yo soy la Verdad, y Pilatos responde: ¿y qué es la Verdad?
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