Todo nacionalismo es mítico. Es decir, todo nacionalismo es un irracionalismo y se alimenta del milenarismo mesiánico. Así surgieron en el siglo XIX y así siguen siéndolo en el XX. El español, lo mismo. Y lo hemos sufrido en su mayor esplendor durante el franquismo, todos. Y ahora lo volvemos a sufrir con nueva fuerza con el gobierno de la derecha. Pero el nacionalismo independentista catalán es de libro. Cumple todas las características de lo que es el mesianismo en el mito nacionalista. ¡Qué le vamos a hacer! Así es la historia. Se independice o no Cataluña, lo que me da exactamente igual, no evita la verdad histórico-filosófico e incluso teológica de la relación del nacionalismo con el mito y, por cierto, de su exclusión democrática. Porque es una creencia compartida, una ideología, una religión y no una idea que se pueda discutir. Y la democracia, que no la hay en ningún lado, por otra parte, se alimenta de ideas, del logos, no de creencias.
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