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Filosofía desde la trinchera

 

El estado de bienestar y la izquierda se refugiaban en Europa. La izquierda empezó a claudicar hace años. El pensamiento único neoliberal hizo mella en la izquierda realmente existente. Esta misma izquierda hoy en día, la que pactó con el neoliberalismo y consideró que no había otra forma de gobierno que el de las democracias neoliberales, y que siguió el catecismo neoliberal, está viendo como el poco discurso de izquierda y socialdemócrata que le quedaba se va al traste. Los mercados han iniciado su ofensiva final. Las conquistas de ciento cincuenta años se van por el desagüe de la historia. Mientras tanto el pueblo está adormecido, narcotizado. Los sindicatos han perdido su relevancia social. La diversidad de los trabajadores ha acabado con los llamados sindicatos de clases. Pero el engaño es brutal. Lo que se está dando es una auténtica lucha de clases. Pero el pensamiento único ha anulado la conciencia de clase, por un lado, y ha dividido a la clase trabajadora, por otro, de tal forma que unos luchan contra los otros, sin saber que el enemigo es común. Muchas veces he mantenido que el progreso ético-político es accidental y fruto del esfuerzo de los hombres. Los avances en esta dirección se pueden perder en cualquier momento. Nos acercamos a una época de barbarie. Eso con lo que respecta a occidente, porque la barbarie está instalada en el resto del mundo a nuestra costa y no es esto autoflajelarse, sino analizar y tomar consciencia de lo que ha sido el desarrollo de los países ricos desde hace doscientos años.

 

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            Ojalá la bancarrota sea la del capitalismo. Lo peor es que esta bancarrota la paguen el común de los mortales. El desarrollo del capital ha creado hambre, miseria y muerte. El crecimiento mata, como reza el título de un libro sobre economía crítica ecológica. Creo que la bancarrota del capital no genera conciencia de clase, al menos, ahora. Pero sabemos que la cosa van a empeorar, y mucho. Los horizontes de guerra son claros. Los recursos energéticos y alimenticios, escasos y mal repartidos. No sé cuánto tiempo durará la domesticación de la humanidad. Quizás la salida venga del lado de esas economías emergentes que, además, deben de plantearse un nuevo concepto y contenido de la democracia y la libertad. La democracia que hemos tenido hasta ahora no ha sido más que un engaño, una apariencia. Un truco de los prestidigitadores del capital. Escribí hace poco una crítica a Popper precisamente en la dirección de que su predicción sobre las sociedades abiertas, que las situaba en las democracias liberales se volvía contra él. Intentaba mostrar, precisamente, que las democracias neoliberales son sociedades cerradas; es decir, formas encubiertas de totalitarismo. Y, así mismo, a pesar de mis diferencias con Marx, considero que la predicción de Marx con respecto a la acumulación de la riqueza del capital es correcta. Lo que no sé es si tras ello se producirá una revolución de los trabajadores. Revoluciones y guerras sí habrá, ya las hay desde hace décadas, hoy más evidentes; pero serán de los estados y las corporaciones monopolistas. No habrá una revolución mientras no haya ilustración del individuo. Pero los ciudadanos se niegan a ilustrarse. Prefieren la obediencia y la comodidad a la libertad. Tú reclamas heroísmo pero esto es sólo para unos cuantos. Y también hay que tener cuidado con el heroísmo. Cuando el héroe se cree un enviado, entonces es un fascista que solo ve como única realidad su propio pensamiento. Las salidas son difíciles, y la historia demasiado impredecible. Pero, desde luego, la acción es imprescindible. Enhorabuena por tu artículo.

 

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