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Filosofía desde la trinchera

El pensamiento del poder.

 

“La filosofía es considerada por la gente común como chorrada, por los sabios como "algo que está ahí" y por los gobernantes como absurda.”

                Hace poco apareció este comentario en mi muro de Facebook. Claramente era un comentario dirigido contra mí y mi actividad como filósofo. Pero a mí me parece que la frase tiene mucha más enjundia de la que el autor le daba y su intencionalidad, que a estas alturas, pues es algo que no me quita el sueño. De entrada cambiaría la palabra filosofía por la de pensamiento crítico, para no confundir la filosofía como profesión y algo a lo que se dedican unos pocos, con el pensamiento crítico que es, o más bien debería ser, propiedad de todos los ciudadanos. En segundo lugar, cambiaría sobre todo la tercera parte de la sentencia. Al poder el pensamiento no le resulta absurdo, es más, lo tiene en gran valía y vive de él y controla a partir de él. Y eso es lo que quiero demostrar. De modo que la tercera parte quedaría de este modo: al poder le parece inútil y peligroso. Tampoco concuerdo con la segunda parte, pero no es objeto de esta reflexión.

El pensamiento, o la filosofía siempre existen. Es un bucle del que no nos podemos librar. La crítica al pensamiento crítico es una forma más de pensamiento. Ahora bien, aquí hay una cuestión importante. Al poder no le interesa el pensamiento crítico, que tiene como característica esencial: la disidencia, heterodoxia e inconformismo. Es la enseñanza del maestro Sócrates al que le costó la vida. La primera víctima del pensamiento libre frente al poder. Por eso al poder el pensamiento no le parece absurdo, sino peligroso. Se dice también que “a la gente común la filosofía le parece una chorrada”. Bueno, habría que mirar las acepciones de chorrada, pero nos quedamos con la de tontería o sinsentido o estupidez con la que se pueda perder el tiempo. Absolutamente de acuerdo. Y no sólo a gente común, sino muchos altos cargos de la administración, por ejemplo en educación, y de la economía y del poder político mismo, cuajado de ignorantes. Pero no es que la gente común y demás personal indocumentado que piensa de tal forma, lo piensen autónomamente, de forma libre. Es decir, que no han llegado a tan magistral idea después de un largo estudio de años de toda nuestra tradición occidental filosófica, científica, humanista, artística, política, y tras una larga reflexión y, con dudas, y la máxima prudencia enuncian tal sentencia. No, dicho exabrupto nace de la plena ignorancia, del vacío de conocimientos y de la domesticación. Dicho de otra manera, otros, más listos, que ocupan el poder y quieren seguir ocupándolo y que están muy bien formados en ciencias, filosofía, economía y humanidades, saben que lo importante es que el pueblo piense que pensar críticamente es una tontería, una chorrada, una pérdida de tiempo. Esta crítica es vieja. Ya aparece en El Gorgias de Platón cuando a Sócrates se le acusa de dedicarse a la filosofía a su edad, que eso es cosa de la juventud. Pero que, pasada ésta, hay que dedicarse a cosas más serias y productivas. El poder elabora todo un pensamiento, harto complejo, del que a la sociedad llegan una serie de máximas que él asume, desde su ignorancia, y las defiende dogmáticamente cual si fueran creencias. Y, todo ello, desde la idea de la libertad de expresión y la equivalencia de las opiniones. Ni hay libertad de expresión: sino regurgitar lo que el poder transmite por los medios de desinformación de masas, ni hay equivalencia de opiniones. Éste es el engaño, para el populacho, la chusma (recuerdo que fueron los filósofos los que rescataron al pueblo de ser considerados chusma a ser considerados ciudadanos y sujetos de dignidad. Ojala todas las chorradas fuesen como ésta) que el poder utiliza para evitar la tentación del pensamiento crítico en el que las opiniones se confrontan, de ninguna manera son equivalentes.

Por último, al poder le interesa que el pueblo piense que las humanidades, la filosofía, el pensamiento crítico, sean cosas inútiles. Efectivamente. Desde el pensamiento (filosofía) sobre la que se cimenta la sociedad en la que vivimos el pensamiento crítico es inútil, como un poema, una novela, la historia, toda la tradición humanística, los derechos humanos, la democracia. Porque todos estos valores son éticos y políticos, no se pueden cambiar en el mercado, no tienen valor mercantil. Por eso mismo son peligrosos porque lo que queremos es construir una sociedad reducida al mercado. De ahí que al poder le interese ofrecer la imagen de saber absurdo, porque quieren hacernos ver que lo único que tiene sentido es lo económico. Pero resulta que, el pensamiento crítico, las humanidades, lo que hacen y han hecho durante siglos es convertirnos en humanos, civilizarnos. Sacarnos de la barbarie. Por eso, hoy en día, estamos en peligro de caer en la barbarie. Y la sentencia que encabeza este escrito lo demuestra.

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