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Filosofía desde la trinchera

Diario de un escéptico.

Da pavor asomarse a los monstruos que escondemos. Estos monstruos son los que explican nuestra historia criminal. Y son universales porque pertenecen a la condición humana. La diferencia entre los hombres y lo que puede dar lugar a un mundo mejor es ser conscientes o no de esos monstruos y tratar de dominarlos. Hasta ahora, desde el neolítico para acá, no lo hemos conseguido. La historia está sembrada de cadáveres de los que fueron los perdedores y la hicieron siempre un grupo reducido de ganadores, mientras que el resto trabajaba, de sol a sol, para alimentar a esta élite aristocrática, militar y religiosa… Y, a veces, esa gran mayoría era reclutada para la guerra, para extender los límites del imperio de los fuertes, o para defenderse de otro imperio que los amenazaba y si vencía los eliminaba a todos. Ésa historia no está escrita, sólo puede nombrarse, porque es la historia de la inmensa mayoría de la humanidad. En este preciso momento nos encontramos en una encrucijada histórica pero con características globales. Si tomamos las riendas aún podremos salir airosos, de lo contrario seremos arrastrados por el viento de la historia: el mito del progreso, la inercia tecnológica, el reduccionismo mercantilista…

Insisto, no discuto. Todo lo que he hecho al hablar contigo en este intento de diálogo es presentarte diferentes posturas bien documentadas. Eres un iluso al pensar que me preocupa el tema catalán desde hace cuatro o cinco años. La primera vez que atendía a este hecho fue cuando me enfrenté en filosofía política al tema de los nacionalismos hace más de treinta años. No olvides que soy filósofo. Y que yo no estoy opinando. Estoy tratando un tema filosófico, jurídico y político. Esa apreciación tuya denota tu estado intelectual, vives en la creencia. Y como decía Ortega. “En las creencias se está, las ideas se tienen” por tanto uno es esclavo de las creencias y muy difícilmente se pueden cambiar y, con facilidad, tienden al fanatismo. Lo peor es que el fanatismo también puede tender a la violencia porque la masa no tiene conciencia: la identidad con la masa es, precisamente, la pérdida de la conciencia. Es decir de la identidad real. Por el contrario, las ideas se tienen y, por ello, uno las maneja, las critica, las corrobora o refuta, diálogo a través de la tolerancia (suponer que el otro podría tener más razón que yo o, por su puesto, que algo siempre tendrá que enseñarme) Esta es la opción del pensamiento racional. Tú estás en el lado de la creencia. Yo llevo treinta y cinco años de paradoxa (ir más allá de la opinión común y consuetudinaria, más allá del poder en busca de verdades provisionales, que son las únicas que existen). Porque como he dicho muchas veces, pensar es pensar contra el poder. Y, como también he dicho, la democracia es disidencia, no consenso. El consenso es la privación de la libertad política porque es la ausencia del pensamiento. Y eso es lo que pretende el poder, tanto el político como el económico.

Por otro lado, supongo que te cogería en mal momento, porque en mi escrito no decía nada de ti. Hablaba en términos universales y tú entrabas en uno de los grupos, pero no en el que tú pensabas. Yo hablé de la manipulación política. De la maltrecha ciudadanía (y aquí se incluyen tanto españoles como catalanes) que ha dejado de ser tal porque no hay democracia, sino oligarquía partitocratica. Lo de la democracia es un barniz. En lo de la ciudadanía estabas tú. Y luego hablé de la burguesía entendiéndola como el poder económico (la oligarquía: tanto la española como la catalana, que sacará más beneficios). Lo sorprendente, aunque no tanto desde una interpretación realmente de izquierda, es que tú te identificaste con la burguesía. Mira. Tú eres un trabajador autónomo, un explotado, como todos los obreros, un ciudadano engañado, como todos los ciudadanos y casi sin capacidad de actuar para hacer de este mundo un mundo mejor en el que no exista esta terrible desigualdad entre ricos y pobres. Lo que ocurre es que tu conciencia está alienada. Es el instrumento ideológico del sistema para que todo fluya, el aceite de la maquinaria: se le llama ideología. Y la ideología es una creencia. De modo que tu conciencia es la de un burgués, cuando no lo eres. Eso es una falsa conciencia o conciencia engañada. No tienes cientos de millones o miles de millones de euros ni manejas los hilos del poder. Eres un obrero autónomo, con muy pocos derechos sociales, lamentablemente, porque nunca ha habido una izquierda fuerte (radical. Y no confundir radical con extremista: el primero va a la raíz, el segundo es un dogmático) y porque estos pequeños empresarios tienen todos una conciencia alienada. Es decir, se consideran, la burguesía.

No comento lo de los funcionarios porque me parece una auténtica falta de respeto. Ya escribiré un artículo sobre lo que significa el estado y los funcionarios.

Y, personalmente, en cuanto a la independencia catalana, pues me da igual. E, incluso, me alegraría, por los que quieren la independencia y por los que queremos tranquilidad y no que se nos insulte con la torpeza de los discursos políticos, de todos, de los hunos y de los hotros, que diría Unamuno. Por eso se quedó sólo. Pero ése es el precio de la libertad de pensamiento. Pero incluso aquí tengo mis dudas. Habrá, no, hay, mucha gente tanto en España y Cataluña, que, sinceramente le duele la separación. Y mi deseo, que no es más que personal, es injusto con ellos.

Soy un escéptico, ese es otro peso que conlleva la libertad de pensamiento. Y el escéptico no es el que no cree, sino el que busca, no es el relativista: todas las ideas son válidas, no, porque el escéptico es el que se da cuenta de que eso no eran ideas, sino meras opiniones particulares, ideologías, mitos y creencias. El escéptico es un desenmascarador. Pero de todo ello hablo en el prólogo de mi nuevo libro que aparecerá dentro de unos días “Reflexiones de un escéptico”.

De modo que me considero vencido en la discusión porque no he sido capaz de llevarte al ámbito del diálogo. De todas formas los escépticos estamos acostumbrados a perder siempre. Para hacernos fuertes intelectualmente nos ejercitamos en la derrota.

Un abrazo y nos vemos; eso sí, desde nuestra identidad biológica común: homo sapiens sapiens. Era un graciosillo el que le puso el nombre a la especie…

La diferencia entre el hombre blanco y el negro, entre el rico y el pobre, el poderoso y el débil… Hagamos un poco de autoconocimiento porque somos un atajo de ambiciosos caprichosos y egoístas. Privilegiados por mera cuestión de azar. Unos hipócritas de mil pares de narices. Mientras no luchemos de verdad por la justicia universal, mientras no pensemos globalmente y actuemos localmente, cada uno desde su lugar y con los votos en la mano y a los políticos y las multinacionales cogidos por el cuello, seguiremos siendo unos cobardes y, en el fondo, esclavos de nuestras pasiones.

Es muy necesario tener en cuenta ante el resurgimiento de los movimientos filonazis, filofascistas o filostalinistas este excelente artículo de Casanova. No se debe olvidar lo que significa el totalitarismo. Aunque, hay que hacer notar, también, que no vivimos en una democracia sino en un régimen autoritario: oligarquía partitocrática. Es necesario huir del canto de sirena de las ideas totalitarias y conquistar la democracia que es un ideal de la razón práctica-política. Es decir, una guía de la acción política nunca alcanzable. No confundir nunca con utopía porque entonces estamos en las mismas: caída en los totalitarismos.

Este país se va por la borda y la democracia occidental de paso. El neoliberalismo es incompatible con la democracia. No se nos quiere como ciudadanos. Sólo hay que ver cómo nos hablan, como si fuésemos idiotas. Creo que eso de idiota está dentro de lo políticamente incorrecto, de lo que no se puede decir. Así empezaron a eliminar el pensamiento.

En torno a la última obra de Rifkin. “La sociedad de coste marginal cero.”

He leído un par de libros y muchos artículos en prensa del señor Rifkin. No he leído su última obra, sólo varias reseñas y una larga entrevista, de modo que mi análisis no es totalmente riguroso. Creo que peca de un excesivo optimismo. Del optimismo de la Ilustración. Aquel que creía en el progreso de la humanidad a partir del progreso de la ciencia y la técnica. Pero ya el mismo Rousseau puso en duda esto. Y todos quedamos avisados de que el desarrollo tecnológico tiene su lado oscuro y nos dimos cuenta definitivamente en la segunda guerra mundial. Igual que nos dimos cuenta de que los estados no  se pueden organizar basándose sólo en la razón. Que las utopías nos llevaban a los totalitarismos. Fue una gran lección de la que aprendimos mal. Porque lo que surgió fue el posmodernismo y con ello la ausencia de la razón que generó la situación actual.

Pero coincido en cosas de las que dice. En principio es necesario un cambio de paradigma. Efectivamente y se dará por el fin del capitalismo. Y, una de las características de la nueva economía y organización social será la de la colaboración. Efectivamente, la de los bienes comunales, que han existido desde siempre. Pero no sólo ese es el cambio. Tiene que haber un cambio ético y político, además de estar vertebrado jurídicamente. Rifkin comete el error de lo que se llama “Imperativo tecnológico”, un tecnicismo filosófico que viene a decir lo siguiente. El desarrollo de la historia y de las sociedades (su organización interna) viene determinado por el desarrollo tecnológico. Eso no es cierto. En mi libro “Una mirada ética a la tecnociencia y el progreso” intento demostrarlo. Eso significaría la eliminación de la libertad y el determinismo tecnológico. La sustitución de la ética y la política por la economía y la tecnociencia. Por eso el autor no habla ni de ética ni de política. Ni le interesan los grandes retos a los que la humanidad se enfrenta. Está cegado por el poder de la tecnología y de lo que se podrá hacer con ella. Pero en su discurso no yace la idea de justicia y equidad. Por otro lado, tampoco le preocupan los grandes problemas mundiales en lo que se refiere a los enfrentamientos de un mundo que se ha vuelto multipolar en el que la guerra es un hecho y la guerra total un peligro demasiado cercano. Como él piensa que la tecnología lo resuelve todo, pues no habla de esto. Es decir, que sigue pensando desde un antiguo paradigma en el que el mundo se divide en dos, el de los ricos (en el que quizás su pronóstico, no sé cómo llamarlo, se cumpla) y un mundo de pobres cada vez más pobres y desiguales. Porque la tecnología no sólo cambiará nuestro entorno, sino que nos cambiara a nosotros mismos, una especie de ciborgs o algo así. Y eso es algo que ya ha empezado y la investigación está muy avanzada. Acabo de terminar un libro de un físico, Michio Kaku, que se titula “El futuro de nuestra mente” y te quedas totalmente asombrado de lo que quizás dentro de unas décadas o un siglo pueda hacerse con nuestro cerebro. Y no es ciencia ficción, no admite nada que sobrepase las leyes de la física.

Y, por último, la idea de una predicción histórica no la comparto. La historia no es una ciencia natural. Incluso hay ciencias naturales como la medicina cuyas predicciones son muy inseguras. Porque, como se suele decir, no hay enfermedades, sino enfermos (digamos que esto es el límite). Hay comportamientos muy diferentes aunque pueda haber un patrón general. Pues a ese patrón general es al que en historia le podemos llamar tendencias racionales con evidencias empíricas de por dónde puede ir la cosa. Pero el más mínimo accidente (teoría del caos) puede cambiar absolutamente el curso de la historia; que, por otro lado, no tiene que ser un progreso siempre hacia mejor. Eso no ha existido nunca en la historia. La caída del imperio romano dio lugar a un retroceso de ocho siglos. La expulsión de los árabes y judíos de España tuvo como consecuencia un retroceso, cultural: científico y filosófico, del que no nos hemos recuperado, por cierto, de al menos cinco o seis siglos. Y, en la actualidad, realmente se va a producir un cambio de paradigma. Pero hay dos opciones: o tomamos las riendas desde la ética, la política y el derecho de ese cambio, o se produce un colapso civilizatorio, como ha ocurrido en todas las grandes civilizaciones que nos llevaría a una nueva edad media. De momento todo apunta a que estamos entrando en esa nueva edad media. Salvo el señor Rifkin y toda una clase privilegiada que podrán seguir viviendo en su burbuja tecnológica, su feudo.

 

 

Cuándo se levantarán los ciudadanos contra los políticos ineptos, los enchufados, los corruptos, los hipócritas, los sinvergüenzas, los que nos insultan a diario nada más abrir la boca, los que nos echan a nosotros las culpas de lo que son sus responsabilidades… cuánto resistiremos. Hoy he leído una frase de una filósofa y economista refiriéndose a las políticas económicas y decía que “España era un laboratorio para probar cuánto puede resistir la población.” Esta mujer es una fuente muy solvente. Pero lo que yo creo es que éste es el país del esperpento. Valle Inclán dio en el clavo.

Con respecto al ébola, a pesar de la confusión, el alarmismo, las contradicciones, la desinformación, en suma; pues tengo algunas cosas claras. Por detrás de la profesionalidad de los médicos y sanitarios en general (que ahora desde altas instancias culpabilizan) hay una mala praxis política. Y ésa es una de las cosas que tengo claras. Y la segunda es la siguiente: si recuerdan, la alarma que se formó con la gripe A, total, para nada, pues fue de escándalo. Pero tiene una explicación, algunas multinacionales tenían vacunas y antivirales contra esta gripe, que no tenía nada de especial, era tan peligrosa  como las demás. Pero hicieron su agosto vendiendo las vacunas y antivirales a los estados, porque crearon una alarma social a nivel mundial, un estado de miedo, que es la forma de ejercer el control y el poder. Y los estados cedieron y compraron esas vacunas y antivirales. No es así con el ébola. Es, o era, una enfermedad de pobres y, además, negros. Y con una forma de contagio muy directa, por tanto con poca capacidad de extensión. Para qué, entonces investigar en una vacuna. No merece la pena. Pues ahora nos encontramos con que llevamos seis o siete meses con este caso y no se ha creado ningún tipo de alarma, precisamente porque no tienen nada que vender. Pero ahora se ha vuelto contra occidente. Bueno, pues a esto, en síntesis, es a lo que yo llamo la “libertad de mercado”. Nada de libertad, puro colonialismo.