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Filosofía desde la trinchera

Reflexiones de un francotirador

Esto sí son argumentos y, además, muy respetables. Coincido básicamente en lo que dices. Lo que sucede es que la discusión es de matiz. De todas formas no atacas mis argumentos, analizas uno de los artículos de Rebeca. Igual que tú, no participo de la idea de que las redes sociales sean creadas intencionadamente para controlar a la ciudadanía. Eso es una idea conspirativa de la historia que, como demostré, no se sostiene. Ahora bien, también dije que, dentro de la sociedad en la que nos encontramos, las redes sociales tienen múltiples usos y uno de ellos es el control y la propaganda. Dos formas de control: el de nuestros pensamientos y el de nuestra voluntad. El primero interesa al poder político, el segundo al económico. Ambos están en connivencia y dan lugar al mundo que tenemos. Información sobre nosotros hay en todas partes, de forma activa o pasiva. No hay que imaginar una vigilancia exhaustiva, sino un control difuso que es el que ejercen los medios de comunicación. Internet amplifica esta forma de control. Además, como tu señalas puede servir para muchísimas cosas, comunicarse, entretenerse, jugar, no hay que ser ni alarmistas ni neuróticos, efectivamente, pero eso no niega que la sociedad que tenemos es la que tenemos y no otra y que la libertad no es tan real como parece.

 

            Me alegro que seas algo crítico con el progreso. La idea de progreso es otro de los engaños de esta organización social y está a la base de nuestro modelo económico de crecimiento ilimitado y no es más que una idea secularizada de la religión. El mito del progreso es una de las ideas que más daño han hecho y siguen haciendo a la humanidad. Por mi parte, y no me extiendo, llevo años combatiéndola.

 

            Creo, por último, que 1984 de Orwell, dirigida contra la Unión Soviética, es más actual ahora que antes. Creo que vivimos en un mundo orwelliano y esto es difícil de refutar. Dedícate a analizar el lenguaje de los medios de comunicación que es el vehículo del pensamiento y la representación de los valores y te darás cuenta que se nos muestra una realidad ficticia. El vehiculo del pensamiento y los valores es el lenguaje, quien controla a este último controla el pensamiento. Un mundo feliz es, literariamente, inferior a 1984, hoy en día participamos del control de las conciencias por parte de las motivaciones: la psicología conductista, al modo como ocurre en un mundo feliz. Es cierto que la dimensión de un mundo feliz es la de una sociedad controlada por el conocimiento tecnocientífico, conocimiento al que aún no hemos llegado, y en esto se parece a la sociedad contemporánea que se rige por los logros de las ciencias. Digamos que ambas utopías negativas son visiones que nos pueden servir para analizar nuestra sociedad y defender, en la medida en la que podamos, la libertad y la dignidad. Saludos y muchas gracias.

 

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            Estimado amigo Juan,

 

Como en tu primer artículo, coincido básicamente contigo. Te has explicado muy bien… y has hecho una matización muy interesante sobre lo que tú entiendes por formación de los profesores. Estoy de acuerdo con lo que dices de la formación de los profesores en los CPRs que es insuficiente. Pero yo además añado que es adoctrinamiento. Tú sabes bien como funcionan las ideologías como forma de cohesión, o cemento de la sociedad. Creo, como tú, que es necesario una formación didáctica de los profesores, pero no le doy la importancia que le da la ley. También creo que hay un mito sobre la lección magistral. Soy un defensor de la clase magistral, pero no existe ésta sin diálogo y para que ello sea posible se requiere del interés del alumno. Y esto es una comunidad inefable, fuera del ámbito científico, que se produce en el proceso de enseñanza y que tiene que ver más con la transmisión de valores y conocimientos, digamos, por contacto o por osmosis. Cierto que necesitamos aprender unas destrezas que nos hagan más fácil enseñar y tratar a los nuevos tipos de alumnos que tenemos. Pero no entiendo que esto sea una ciencia. La pedagogía no es ciencia, es mayormente verborrea e ideología. Por eso la comparación con la medicina no es correcta. El desarrollo tecnocientífico en medicina ha ganado en eficacia y perdido en humanidad, porque la medicina está a caballo entre el arte, la ciencia y el humanismo. Pero hoy en día está prácticamente reducida a tecnociencia. Ya digo, esto le ha hecho ganar en eficacia, para nuestro bien, pero nos encontramos con todos los problemas éticos que se derivan de la tecnificación. Pero en la enseñanza no ocurre igual. Todos los científicos famosos y geniales que tú conoces podrían enseñar en la actualidad con una pizarra y una tiza, e, incluso, con un palo y tierra, me refiero a las teorías, ya sé que la experimentación requiere hoy en día un gran arsenal de aparataje. Pero no son necesarios para entender la teoría. Lo de la ciencia en la educación es un engaño, es tecnobarbarie, como dice el economista José Luís Sanpedro. Considerar que sin una presentación en Power Point no podemos dar una clase o una conferencia es perderse en los medios. La tecnociencia pude ayudar, las tácticas pedagógicas, también, pero son todas colaterales al proceso de transmisión de valores y conocimientos.

 

            Hay una cosa que dices y creo que procede de tu herencia marxista leninista. Me explico. Tienes una visión determinista de la historia. Vienes a decir, más o menos, que en los tempos que tenemos necesitamos de una educación que es la que estamos construyendo. Creo que te equivocas en lo del determinismo. Los procesos históricos no están determinados, pero no vamos a entrar en esta discusión. Lo que sí sostengo es que la educación debe servir para transformar la realidad, no para adaptarse a ella, máxime cuando la realidad en la que vivimos responde al imperativo del mercado y la tecnociencia, convirtiendo al hombre en un mero instrumento u objeto. Uno de los grandes engaños es el del fin de la historia y la muerte de las ideologías. Todo lo que se viene defendiendo hoy en día en educación, no es una necesidad histórica marcada por los tiempos, sino ideología. Y, como tú muy bien sabes, la ideología nos aliena y enmascara la realidad. Pues eso es lo que pasa. Ni más ni menos. Un interés de la clase dominante, el capital, que tiene cogido por el cuello al poder políticos y a los ciudadanos adormecidos y sumisos. Saludos afectuosos.

Acabo de leer una obra biográfica de Nicolás González sobre Nietzsche. Lleva como título “Nietzsche contra la democracia”. Es una obra excelentemente argumentada y documentada, abarca sólo dos décadas de la vida de Nietzsche. Su tesis principal es que toda la filosofía nietzscheana es de origen político, es todo un programa político. Esta tesis está en contra de todas las interpretaciones de Nietzsche que lo han intentado separar de su tiempo. Otra idea interesante es que a Nietzsche se lo ha identificado con el genio solitario que elabora toda su filosofía desde dentro. El autor bucea, y demuestra bien documentadamente, la actitud de lector compulsivo de Nietzsche, hasta el final de su vida consciente, incluso cuando la vista no le permitía más de dos o tres horas de lectura, se hacía leer por amigos y hermana y madre. Y en toda esta lectura (su vida nómada iba acompañada de 104 kilos de libros) encuentra el autor los autores que influyen en su pensamiento. Nietzsche está en contra del academicismo y no citaba, su estilo particular impide rastrear de forma clara y lineal sus influencias, eso es lo que ha confundido a la mayoría de los intérpretes del autor. Y como tercera tesis fundamental de la obra está la coincidencia del pensamiento político de Nietzsche con el de Platón, ambos son antidemócratas. Nietzsche siempre se ha contrapuesto a Platón, pero nuestro autor ve dos platones, el influenciado por Sócrates, el idealista y antecedente del cristianismo, y el político, el aristócrata, el defensor del estado dórico, la esparta militar y aristócrata como modelo de polis. Ahora bien, le veo un defecto a la obra, si bien es cierto que hay un Nietzsche político por debajo de toda su obra, en lo cual estoy de acuerdo, porque además todo pensamiento es una respuesta a la situación histórica en la que vive el autor, y Nietzsche, en este caso es una respuesta a la ilustración, la revolución burguesa, el surgimiento de los derechos humanos y de las democracias, hay una defensa de la democracia acrítica. Es decir, que el autor se identifica con la democracia acríticamente. En este sentido creo que hay una forma mejor, más provechosa de leer a Nietzsche, junto con Platón, Tocquevile y Ortega: como críticos de la democracia. Cuando digo críticos de la democracia, lo que quiero decir, es que nos pueden poner en guardia de los vicios en los que se puede caer en tal régimen. Defender la democracia a ultranza es un engaño. La democracia es un invento cultural, pero nuestras raíces biológicas coinciden más con el pensamiento aristócrata que con la igualdad. Somos, biológicamente, animales tribales y gregarios, la desigualdad es ontológica y responde al orden natural de la naturaleza. E, incluso, el hecho de que vivamos en democracia no elimina esto. No nos engañemos, en las democracias actuales sigue gobernando una élite. Nos parecemos más al estado platónico de lo que parece. Gobiernan los tecnócratas, el pueblo está entretenido y obedece, viviendo en un clima de aparente libertad. Los guardianes mantienen el orden mundial y vigilan al pueblo. Los gobernantes crean un lenguaje que seduce al pueblo, su opio de felicidad. Así que defender la democracia sin crítica alguna es autoengañarse.

 

            Lo que podemos aprender de Platón y de Nietzsche, es que la democracia es un gobierno de los ignorantes, de la mayoría. Porque la mayoría no son los doctos y porque al poder no les interesa que lo sean. De ahí el paulatino desinterés por el voto. El poder fomenta el individualismo, que a la postre no es más que la obediencia. Pero al poder le interesa la eliminación del pensamiento, por eso fomenta la mediocridad. Y los ámbitos de actuación son la propaganda por los medios de desinformación y por la educación. Por eso estos dos autores hicieron tanto hincapié en la propaganda, la retórica de los sofistas, en un caso, y los periódicos de la burguesía, los revolucionarios, los socialistas y demócratas, por otro; y, la educación. Ambos autores hicieron una crítica tremenda a la educación como vehículo de mediocridad y uniformización del pensamiento, y propusieron el ideal de una educación meritocrática, aristócrata y elitista.

 

            A mi modo de ver las críticas a la democracia de Platón y Nietzsche, de las que se hacen eco Tocqueville y Ortega, son irrefutables. Pero ello no implica la defensa de un estado totalitario genocida y etnocida, como ambos autores defendían. Por mi parte, considero que hay que salvaguardar la democracia formal o procedimental que conlleva la libertad de expresión de los ciudadanos, la igualdad de oportunidades, no ontológica, y la igualdad de todos ante la ley. Y la posibilidad de cambiar al gobierno, de forma no violenta, por una votación. Ahora bien, una democracia de este carácter, que es la mínima que se despacha, aunque es una gran conquista, también es una falsificación por lo que hemos dicho antes: mediocracia, gobierno de los expertos, engaño del poder… todo ello nos lleva a que la democracia, como única forma de gobierno perfectible, puede ser profundizada. Aquí estoy con los republicanos y con Aranguren, la democracia no es sólo formal, con una serie de instituciones que la protejan, sino una forma de vida. Pero el problema es que soy un poco escéptico en la capacidad que tienen los ciudadanos de asumir como ideal de vida la democracia. Permítaseme la duda. De muestra un botón, pocos se manifestaron por la congelación de sueldos y de pensiones y con la reforma laboral, pero las manifestaciones por la victoria de España en el mundial, que está muy bien, duraron una semana. Disculpen, pero estos ciudadanos no son ciudadanos comprometidos, los engañan y se autoengañan. Meten la cabeza debajo del ala y obedecen sumisos y toman su “soma” diario delante de las pantallas de la televisión y de Internet. Pero siempre nos queda la esperanza de la metamorfosis global. O, acaso, Platón y Nietzsche tenían razón, y en definitiva el hombre necesita ser gobernado por alguien superior. Si esto es así, al menos las democracias formales son totalitarismos débiles soportables, eso sí, para los que vivimos en ellas, pero el resto del mundo, al cual parasitamos para seguir nuestro desbocado nivel de vida, no pensaría como nosotros…

Usted en su interpretación de las redes sociales ha defendido el progreso por el progreso. Ahora dice que no, tendrá que demostrarlo. A mi correo llegaron los dos comentarios, el segundo tiene unas modificaciones, sobre todo al final. En realidad en uno me decía que no le contestase y en otro que estaba dispuesto a un debate. Ya prácticamente no tengo tiempo, a partir del viernes me marcho quince días… pero le he dado tarea y se la vuelvo a repetir. En primer lugar los artículos de Rebeca no son cómicos, algunos sí rozan con la teoría conspirativa, que yo he refutado. Por tanto, necesitan ser refutados. Por otra parte, mis argumentaciones, que dices que no has leído también pueden ser atacadas y si es posible refutarlas. No basta con afirmar sin argumentar y ofrecer datos. Por último, usted decía que no había entrado en debate o polémica, simplemente comentaba, que es lo que pone, comentar. Le recuerdo que comentar es entrar en diálogo con un texto, el diálogo es que la razón es lo común, es decir, argumentar. Lo otro es opinar, otro engaño de la sociedad en la que vivimos, confundimos, y se quiere que se confunda, la opinión con el conocimiento y con la libertad de decir lo que se quiera. Las opiniones son particulares y cada cuál tiene la suya, pero esto no es conocimiento. El conocimiento es común y requiere el esfuerzo de la razón. Opinar sobre algo, sin argumentar, y quedarse tan ancho es fomentar, lo que el realmente el poder quiere, el relativismo del conocimiento. La opinión dice: a mí me parece que es así, a ti te parece que es así, y ambos tan tranquilos. Confundimos la libertad con la libertad de opinión. En realidad, en esta situación lo que sucede es que somos esclavos de nuestras opiniones. El conocimiento trasciende la opinión y es común. Las opiniones son nuestras tiranas, el conocimiento nos libera. Pero la conquista de la libertad no es un camino de rosas. Ha sido un placer…y si le apetece puede seguir con el debate mientras yo pueda…

No soy ningún partidario de la teoría conspirativa de la historia. No existe una racionalidad absoluta en la historia. Esto quiere decir que no está determinada por leyes. Pero, por su parte la “teoría” conspirativa anula la racionalidad en la historia y la reduce a la voluntad de unos cuantos. Es una idea muy atractiva para la psique humana que necesita de imágenes e iconos para concebir los procesos y tendencias racionales. También la teoría conspirativa suele ser maniquea, nos muestra a los malos (conspiradores) y a los buenos, el resto de la humanidad que padece sus acciones. Ya digo, que si bien la visión conspirativa de la historia es atractiva, es irracional y elimina, igual que el determinismo histórico, la libertad humana y el sentido de las instituciones sociales, que son una conquista de la historia del hombre para salvaguardar la libertad. Todo es mucho más complejo de lo que parece. Pero a mi me parece que lo que Rebeca defiende no es una teoría conspirativa de la historia, es un análisis, con sus aciertos y sus errores, de la sociedad humana. No es una teoría conspirativa, porque es una perfecta racionalización de un fenómeno, las redes sociales, desde una teoría de la historia que es el neoliberalismo. Lo que se defiende es que las redes sociales, como cualquier otro medio de comunicación, son sistemas de control. Efectivamente, si ya lo son los clásicos medios de información/comunicación, cómo no lo van a ser las nuevas redes sociales. Un dogma de la teoría capitalista de la historia es que todo se compra y se vende. No existe nada gratis. El poder político y el económico son aliados. Al primero le interesa el control de las conciencias, por eso los medios de información son medios de desinformación: se crea un lenguaje y un conjunto de valores que emergen de él a partir del cual percibimos la realidad. En ese sentido la libertad es apariencia de libertad. Al poder económico, por su parte, para mantenerse, lo que le interesa es el consumo. Esto es el motor de la economía capitalista. Y para que este funcione es necesario crear las necesidades y esto se hace por medio de la publicidad. La televisión es un medio que nos permite conocer el perfil del ciudadano y moldearlo. Internet, correos electrónico y las redes sociales permiten un conocimiento del perfil de los ciudadanos mucho mayor, y, por tanto, la posibilidad de actuar sobre ellos es mayor, transformando sus conciencias. Esto no tiene nada de conspirativo, es la lógica del mercado y del poder político. El mundo en el que vivimos es un mundo orwelliano. Lo que sucede es que siempre hay fisuras y, curiosamente, los mismos medios de control son medios de desactivación del control. La alegoría de Matrix es aquí más clara que el mito de la caverna de Platón, por ser más cercana a nosotros. Igual que el esclavo filósofo tiene que volver a la caverna, Neo tiene que entrar en Matrix, el programa generador de la “realidad”, para poder desactivarlo y eliminar el control de las máquinas.

 

            Insisto, no hay nada de teoría conspirativa, son hipótesis, por tanto, falsables, sobre el funcionamiento de los medios de comunicación, el poder y el capital. Otra cosa importante que olvidaba. La tecnología amplifica las capacidades humanas, la estupidez es una de las mayores, si no echemos un vistazo al tipo de televisión que tenemos. Con Internet y las redes sociales ocurre lo mismo. En último término, al estúpido o estupidizado hay que mantenerlo entretenido y ese papel lo juegan a las mil maravillas los medios de comunicación, y esto es ya una forma de control. Pero también suelo decir, que aunque la estupidez, íntimamente ligada con la ignorancia, es una de nuestras peculiaridades, también lo es la inteligencia y la sensibilidad, y ésta también es potenciada por los medios de comunicación y por las nuevas tecnologías.

            Lo explicas de forma excelente. Todo es control y consumo. Es decir, mantener al personal distraído y con la apariencia de libertad, mientras que los dueños saben quiénes somos y cuáles son nuestros entretenimientos para vendernos más y saber con qué papeletas jugar. Internet es más complejo, pero en definitiva es como la televisión, los programas que hay son los que los programadores quieren que haya. Los sacrosantos índices de audiencia lo único que nos muestran es el tipo de ciudadanía que se ha creado. Además, si te fijas, como en las redes sociales, en nombre de la libertad. Esto no es más que la caverna de Platón o Matrix. Pero en ambos casos siempre existe la salida o un agujero, una gatera por la que escapar. Lo que ocurre es que, como dice Morfeo a Neo en Matriz, cuando sales “Bienvenido al desierto de lo real”. Por eso la inmensa mayoría prefiere vivir engañados, semiinconscientemente, por comodidad. Es la paradoja de la libertad de Hume, nada valoramos más que la libertad pero, inmediatamente, delegamos en otro nuestro poder porque es una pesada carga. Es la condición humana que se encarna en nuestra biología. Somos animales tribales y gregarios que necesitamos de líderes y creencias para sobrevivir. La comunidad es nuestra forma de existencia y ésta, exige una renuncia a nuestra libertad.

 

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            Efectivamente, lo único que nos queda es la esperanza. Control siempre habrá y el intento de eliminar cualquier tipo de pensamiento heterodoxo siempre se hará por parte de cualquier forma de poder. Pero no todo está perdido. La ideología del poder ahora mismo, que es hegemónica, es el pensamiento único y para los ciudadanos, el pensamiento cero: la ausencia total de pensamiento. Como tú señalas, de lo que se trata es de no pensar, sino de actuar según la batuta del director. Es también lo de la metáfora del gran teatro del mundo. Pero siempre nos queda la esperanza. De momento no ha habido ni una sola forma de poder que haya extirpado por completo el pensamiento y la libertad. Ahora bien, ésta es la primera en la que el control se basa en la apariencia de libertad de los individuos y en cierta libertad real, ir y venir de un sitio a otro, viajar, comprar una cosa u otra, opinar (variaciones sobre lo políticamente correcto) sobre todo lo que nos da la gana… Formas menores de libertad pero que satisfacen al ciudadano. Y, además, votar. Esto lo llaman el acto supremo de libertad, los políticamente correctos. Yo no veo mucha libertad ahí, veo conformismo, tradición, oscurantismo (creencia en un líder), miedo a lo desconocido… Y toda esta apariencia de libertad es el gran enemigo. La política debe retomar las riendas… Pero, curiosamente, se rinden ahora a la fuerza del mercado; es decir, renuncian a la libertad…mal asunto éste cuando lo que se necesita es una gran transformación de la sociedad…

 

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            El otro día, en una discusión sobre educación en la que los progres reivindicaban una mayor atención por parte de los maestros a la educación de la inteligencia afectiva y emocional, una de las participantes, muy inteligentemente, sugirió, que aunque no estaba de acuerdo con la progresía de la enseñanza y con el fondo de la ley, si era verdad que, tras la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, y por la necesidad que esta sociedad neoliberal impele a que los dos progenitores trabajen para poder vivir dignamente, entonces sería necesario esta educación afectiva, social y emocional para cubrir el vacío de los padres. Nada que objetar, en principio, a esto, además de que estábamos de acuerdo sobre la educación, que era lo que se estaba allí debatiendo. Pero quiero profundizar un poco sobre la incorporación de la mujer al mundo laboral, la sociedad del bienestar y la democracia.

 

            Parto, desde luego, para que no haya lugar a engaños, del principio de igualdad. No discuto, en absoluto, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, como entre cualquier persona. Ahora bien. También mantengo la diferencia ontológica que todos tenemos. La democracia no puede confundir la igualdad, en tanto que equidad o justicia, con la igualdad matemática. Esto último es una injusticia y da lugar, además, a la mediocracia, que es uno de los males que hoy padecemos. Desde luego que las mujeres deben tener los mismos derechos de iure y de facto que los hombres. Dense cuenta que hago la distinción entre la ley y el hecho, porque los hechos contradicen a ley y, por tanto, violan el principio de igualdad de oportunidades y social entre hombres y mujeres. En las sociedades en las que vivimos en la que es imprescindible el dinero para sobrevivir y tener autonomía, si la mujer, o cualquier grupo marginado quieren realizarse como persona, necesitan de trabajo que le aporta la economía para realizar su vida.

 

            El problema es que todo es un engaño. El trabajo es alienación, es decir, una forma de esclavitud. Nos esclavizamos para liberarnos, ésta es la paradoja. La jornada laboral suele ser de ocho horas. Cada vez vamos perdiendo más derechos sociales y laborales y las jornadas son, como dicen los del poder “más flexibles”; es decir, a disposición del jefe. La mujer, desgraciadamente ha pagado un alto precio por su liberación económica por medio del trabajo. En muchos casos tienen dos jornadas laborales, la laboral y la doméstica. Aquí el hombre sigue sin participar suficientemente. El engaño y el sueño de la libertad, que es imprescindible para no estar atada a un hombre, lo cual ya es una gran conquista, se convierte en esclavitud. Esclavitud en el mundo laboral, porque el trabajo, salvo los intelectuales y altamente cualificados son alienantes y cansinos, y en el ámbito doméstico. Pero a este mal se suma la deficiencia en nuestro estado de bienestar, que es, por su lado, un déficit democrático, porque a menor servicios sociales, menor libertad de los ciudadanos. Esto lo entrevió ya Platón, que, a pesar de fundar un régimen utópico totalitario, fue el primero que establece la igualdad entre hombros y mujeres. Ahora bien, el costo de esto, aunque las intenciones de Platón eran otras (adoctrinar al futuro ciudadano), era que el estad debía de hacerse cargo de la educación de los hijos y del cuidado de los ciudadanos. He aquí todo un programa del estado de bienestar. Los cuidados de los ciudadanos: educación, salud, baja laboral, paro, vejez…deben recaer en manos del estado. Los estados que menos tienen desarrollado su estado de bienestar son los menos desarrollados. Y son los que menos invierten en el gasto público. Ése es otro mito que el mercado nos quiere hacer creer. Se nos dice que para salir de la crisis hay que disminuir el gasto público. Es curioso que países como España, comparados con Noruega, Finlandia, Suecia, tienen un gasto público escuálido y un estado de bienestar mínimamente desarrollado. Sin embargo, los países más desarrollados son los que tienen un estado de bienestar más fuerte. El engaño es flagrante. Lo que quiere hacer el capital es gravar las rentas del trabajo y los impuestos indirectos y reducir el gasto público. Todo ello repercute en la inmensa mayoría de los ciudadanos. Y de lo que se olvidan es de gravar las rentas del capital. El neoliberalismo lo que está persiguiendo es el desmantelamiento del estado de bienestar y, para ello, lo primero que ha hecho ha sido hacer claudicar a los políticos con el engaño del determinismo económico de la historia. Pero la economía no es ciencia, sino ideología.

 

            Pero, a lo que íbamos, los países con un estado de bienestar menos desarrollado realizan una carga de trabajo, no cuantificable, tremenda sobre las mujeres. Éstas son, en lugar del estado, las que cargan con el cuidado de los hijos, los dependientes y los mayores. En un estado del bienestar sano estos servicios están cubiertos por las instituciones del estado, dejando un amplio horario para la realización personal y profesional de las mujeres. Pero también la sociedad capitalista nos ahoga y agobia con jornadas laborales extensas, como digo, cada vez más a la disposición del señor. Habría que hacer un plan de la reducción de la jornada laboral que conllevaría dos grandes beneficios sociales y humanos: la disminución del desempleo y el aumento del tiempo libre para disponer de uno mismo y realizar su autonomía. Y, de paso, habría un efecto colateral, una redistribución de la riqueza, porque el gran capitalista tendría menos beneficios. La solución, pues, no es más mercado, como dicen los neoliberales, sino más política y más estado.

La vanidad y el orgullo del hombre le impiden verse desde fuera. Su visión es siempre antropomórfica. Esto le ha impedido tener la verdadera medida de sí mismo y sobredimensionarse. Mala solución, es la condición humana.

 

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            Lo de los medios de comunicación ya sabemos como funciona. Tienen dueño y no hacen más que transmitir la ideología del poder. Lo de El País es cada día más vergonzoso. Se ha convertido en un diario anodino, vacío y connivente con el pensamiento único. El mundo está ordenado por el más fuerte. Y éste nos indica qué debemos pensar. Lo curioso es que si pensamos de otra manera se nos dice que hacemos demagogia, y, encima, se quedan tan panchos, independientemente de que ofrezcamos datos y argumentos. Es necesario leer y pensar, pensar mucho, trascender la vulgaridad-mentira de los medios de comunicación. Pensar otro mundo, eso es lo necesario. Pensar y actuar, un pensamiento que transforme el mundo… pensar simplemente como un acto de rebeldía de disidencia…una mancha en la homogeneidad del paisaje…

 

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El tema es complejo. Vivimos en un mundo orweliano, las redes sociales lo amplifican. El problema es que por primera vez somos sujetos "activos", esto nos puede dar una mayor apariencia de libertad. De todas formas lo que está por encima de todo es el control y el entretenimiento. Pero no hay nada nuevo bajo el sol. No hay que alarmarse, la tecnología simplemente amplifica las facultades humanas, y el hombre es esencialmente estúpido…también inteligente y sensible. Lo mismo hay en el mundo virtual que en el físico, reales son los dos. Quizás el problema sea el de entretener a la ciudadanía y el de producir cierta sensación de rebeldía que puede quedar en nada.

La razón nos dice, pero nuestra imaginación no lo admite, así como tampoco admitimos nuestra muerte, que la civilización humana va encaminada al abismo. Los motores que mueven este desarrollo son el progreso tecnocientífico, la economía y el beneficio (la lógica del capital) Todo ello ha producido un problema antropológico y ecológico, que, por lo demás, están íntimamente unidos. Porque una nueva visión del hombre exige de una nueva visión de las relaciones con la biosfera a la que pertenecemos y sin la que es imposible nuestra existencia. Las cosas pintan mal. Toda la modernidad se ha montado sobre tres mitos que ha secularizado a las religiones y que, en definitiva, no son más que discursos oscurantistas que han justificado la lógica del poder. Hemos hablado por separado de estos mitos, los agrupo por primera vez, siguiendo a Edgar Morin. El mito del conocimiento de la realidad y de su manipulación, el mito del progreso y el mito de la felicidad. Estos mitos son la ideología que subyace a esos motores de la historia que he mencionado antes. Siempre he defendido que no hay determinismo en la historia. Esos motores funcionan porque hay ideas detrás que las sostienen y hombres, tanto poderosos como débiles, que creen en ellas.

 

            En el siglo XX estos mitos –no voy a hacer un análisis detallado, han caído, sin embargo la lógica del oscurantismo y el dominio de las conciencias hace que resistan. La ciencia no puede mostrarnos un conocimiento absoluto de la realidad. La ciencia es falible y no es neutral, en la actividad científica hay valores que exceden el propio conocimiento o el ámbito epistemológico. La manipulación de la realidad (la tecnociencia) es algo que escapa a nuestro control y ha transformado nuestra sociedad en sociedad del riesgo. Además no podemos conocer, porque existe, desde la lógica, un límite a la predicción de nuestros conocimientos, qué puede ocurrir en el futuro con el desarrollo de una técnica que aún pueda estar en ciernes. Es decir, que en la tecnociencia jugamos a ser aprendiz de brujos, es sólo la codicia, la ambición y la lógica de acumulación de beneficios lo que impulsa esta carrera alocada y sin conciencia. En cuanto a la idea de progreso no es más que una secularización del concepto de historia del cristianismo como emancipación de la humanidad. El progreso es un mito secularizado que nos hace pensar que por medio del conocimiento científico y la razón aplicada a la política conseguiremos el reino de los cielos en la tierra. Esto sólo nos ha llevad a los totalitarismos más espantosos de la historia. Hoy nos encontramos en el último de ellos, la sociedad neoliberal, que extermina a millares de personas diariamente. Y el mito de la felicidad. Desde la modernidad lo que se ha buscado ha sido la felicidad individual, el bienestar. El hombre se ha volcado en la consecución de la misma olvidándose del otro, de lo humano. El desarrollo de la industria y la lógica del beneficio nos han prometido un paraíso en la tierra que viene dado por la lógica del tener. Y aquí hemos entrado en una tremenda confusión: la del ser con el tener. Nuestra humanidad se ha disuelto en nuestras posesiones. Y es así como hemos llegado al nihilismo del ciudadano-individuo de hoy en día. La categoría del siervo señor, que señala Julio Quesada.

 

            La encrucijada ecosocial en la que nos encontramos hace improbable nuestra supervivencia. Pero es aquí donde surge un rayo de esperanza. He defendido que el hombre es un animal de esperanzas. Ésa es precisamente la raíz antropológica de la religión. Lo que ocurre es que tenemos datos históricos a nuestro favor. Ha habido situaciones similares, lo singular de esta es que es una situación global, de las que el hombre ha salido. Y lo curioso de todas ellas es que se veía imposible la salida. Y esa salida se veía imposible porque es necesario toda una transformación o metamorfosis. No es ya una evolución, ni una revolución social, sino una metamorfosis de toda la sociedad. En la situación en la que nos encontramos, o se produce esa metamorfosis, de la cual no podemos tener conciencia porque es el surgimiento de algo distinto, como el surgimiento de la mariposa del gusano, o estamos abocados al fin civilizatorio. Una metamorfosis social es como un cambio de paradigma, por eso no podemos entender el que viene y nos parece altamente improbable. Pero sólo hay dos caminos o se produce el cambio o nos destruimos. Podemos aventurar algunos presupuestos de este cambio: la eliminación del antropocentrismo por el ecocentrismo, disolución de las sociedades del beneficio a favor de las sociedades del cuidado y la colaboración. Recuperación de la política: decisiones humanas basadas en la ética ecocéntrica), frente a la lógica de la tecnociencia, la industria y el progreso. Desenmascarar los mitos oscurantistas que sostiene el sistema. Todo ello requiere del uso y de la confianza en la libertad humana. Y, por último, una ética universal que tiene que partir de los siguientes principios: universalidad del hombre, por encima, pero sin anular las identidades, en tanto que pluralidad, no en tanto que exclusión. Es decir, una ética cosmopolita. El hombre como un animal más de la ecosfera. Y, a partir de este segundo principio, el principio de responsabilidad de Hans Jonas. Este principio sobrepasa la moral tradicional, que se desarrolla en el ámbito de los cercanos y se trasciende al ámbito de lo universal humano, de las generaciones futuras (los humanos no existentes) y el medio ambiente. Es decir, la ética se debe basar en la responsabilidad de nuestros actos que puedan tener repercusión en los otros, incluso no nacidos y los actos sobre el medio ambiente (nuestro medio) que pueden tener repercusiones en el resto de la humanidad o de las generaciones futuras. Por supuesto, esta ética necesita pasar por la política y, a través de ella, convertirse en legislación universal. A todo este cambio ético lo llamo yo una segunda ilustración. O, el desarrollo del proyecto inacabado de la ilustración.

Todo régimen totalitario se caracteriza por una proliferación de la burocracia. Una de las muestras más evidentes del totalitarismo débil en el que hoy vivimos es la burocratización en la enseñanza. Toda burocracia no es más que un sistema de control, por un lado, y una forma de entretener en tareas hueras y absurdas a los ciudadanos. Burocracia y libertad son antagónicas.

 

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            La globalización es la de los mercados no la de la humanidad. La justicia sigue siendo desigual, esto es, injusticia. El fuerte machaca al débil. Las fronteras se rompen para el capital y se cierran para el extranjero, el distinto, el extraño, el pobre. El mundo, con esa palabra de globalización, ha aumentado la desigualdad entre los hombres y ha generado una tremenda intolerancia. Es necesario urgentemente una política universal basada en una ética de la igualdad de todos los hombres, una profundización de la inacabada ilustración. Todos tendríamos que repetirnos: “hombre soy y nada de lo humano me es extraño” Terencio, para lo bueno y lo malo.